EL CINEASTA DEMIAN RUGNA HABLA DE SU PRIMERA NOVELA

Oportunidad de expandirse

El director de cine Demián Rugna está atravesando uno de los momentos más intensos y prolíficos de su carrera. Tras el éxito cosechado a nivel global con su último film Cuando acecha la maldad, ahora se vuelca al mundo literario con su primer libro Aterrados (Minotauro, 240 páginas), novela que expande el universo de su homónima película y lo consagra también como autor literario. A su vez, trabaja en cuatro proyectos cinematográficos de los cuales sus respectivos productores le tienen prohibido hablar, y se consolida como uno de los referentes indiscutidos del género de terror en Argentina y Latinoamérica.

Nacido en Buenos Aires el 13 de septiembre de 1979, Rugna comenzó su carrera detrás de cámara como guionista, director, montajista y músico. Su consagración llegó con Aterrados (2018), película que, sin grandes recursos, redefinió el terror argentino contemporáneo. En 2023 Cuando acecha la maldad superó todas las expectativas y se convirtió en el filme de terror nacional más visto de la historia con múltiples premios, entre ellos, el de Mejor Película en el prestigioso Festival Internacional de Sitges en España.

Su filmografía incluye también títulos como El mate amargo (2012), No sabés con quién estás hablando (2016), y su participación en Hispanos satánicos (2022), con el relato “Yo también lo vi”. Hoy, con Aterrados, Rugna le da un nuevo cuerpo a su universo narrativo, el del papel. La oscuridad, el miedo y lo inexplicable ya no solo habitan la pantalla, sino también se infiltran, palabra por palabra, en las páginas de su primera incursión literaria.

LIBERTAD TOTAL

-Por lo general, se da que los escritores pasan al cine y no los cineastas a la literatura. En su caso, ¿cómo surgió la idea de convertir ‘Aterrados’ en una novela?

-Después de que la gente me conociera por la película y empezara a esperar una segunda parte, escribí una novela durante la pandemia. Siempre escribí cuentos y guiones, pero nunca había terminado una novela. Era una historia apocalíptica, al estilo Mad Max pero en una Argentina mutante. Llegué a escribir 350 páginas. Pero como no pertenezco al mundo literario, pensé en adaptarla a un guion para venderla como película. El problema era que era demasiado cara de producir. Por eso decidí escribirla como novela. Además, al escribir narrativa, tenía libertad total. En un guion siempre pensás: “¿esto es realizable?, ¿es muy caro?”. Ahí una amiga me contacta con la editorial por ese proyecto pero me proponen versionar en novela una de mis películas. Me preguntaron cuál elegiría, y Aterrados me pareció ideal. El otro texto quedó para más adelante. Veremos si como novela o película.

-¿Cómo fue el proceso de reescritura de un filme que tenía tan internalizado?

-Lo primero que pensé fue que me iba a saturar. Después me di cuenta que era una oportunidad para expandirme. Como guionista, uno nunca puede describir lo que piensa un personaje. En cambio, en la novela, podía desarrollar detalles, corregir diálogos, añadir escenas que se me habían ocurrido a lo largo de los años de charlas con la prensa y con los fans. Podía contar por qué un personaje hacía tal cosa o qué sentía en ese momento. Me divirtió mucho. Algunas escenas del libro no están en la película. Y otras que sí están en el film, decidí no incluirlas en la novela. Me gustó ese juego de complementariedad. El libro y la película funcionan por separado, pero también dialogan entre sí.

-¿Por qué eligió versionar ‘Aterrados’ y no ‘Cuando acecha la maldad’, su consagración en el cine de terror?

-Aunque suene raro, porque no tengo los derechos. Los tiene una empresa norteamericana y, en el contrato, la novelización les corresponde a ellos. Podría escribirla, pero no publicarla. Ellos decidirán si se hace y quién la escribe.

-¿Este libro abre la puerta a un camino como escritor?

-No sé. No estoy buscando abrir un espacio nuevo. Tengo la suerte que una editorial grande me publique, que me apoyen con prensa, pero mi camino sigue siendo el cine. Me di cuenta de que cuando escribís un guion, tal vez lo leen cinco o diez personas y ni siquiera se filma. En cambio, un libro, incluso si no se publica, ya es una obra. El proceso literario es mucho más placentero. En el guion cambiás escenas, cortás cosas. En narrativa podés experimentar más y eso me gusta.

-¿Cómo sería esa experimentación?

-El cine tiene muchos filtros. En cambio en la literatura soy el dueño total de la historia. Escribo lo que quiero. Trabajar en cine te condiciona. Te dicen “esto es muy caro”, “esto no lo entiende el público”, “esto puede ofender a tal sector”. Y vos mismo empezás a autolimitarte. En literatura no, ponés lo que querés. En una película una monja puede ser una amenaza, pero si el estudio dice que el 85 por ciento de su público es católico, te la bajan. Esas situaciones en un libro no las vivís.

-En un programa se le escapó la primicia sobre la secuela de ‘Cuando acecha la maldad’.

-Sí, en una charla con Sebastián De Caro se me escapó que ya tenía listo el guion de Cuando acecha la maldad 2, y me retaron. Ahora los estudios te limitan con lo que podés contar y lo que no. Estamos trabajando en eso, pero son ellos los que tienen que anunciarlo. Se me escapó sin querer, porque estoy metido en muchos procesos. Actualmente, estoy trabajando en cuatro películas a la vez. Estoy oficialmente contratado, pero no puedo decir nada todavía.

-El género del terror tiene sus propios fans. ¿A qué se debe este fenómeno?

-Porque hay una identificación con lo marginal. El género siempre fue marginado de las grandes producciones, del público masivo, de los festivales. Siempre fue considerado un género menor. Y eso, a quienes nos apasiona, nos radicaliza más. Nos une. Sentirnos raros nos agrupa. Y terminás diciendo: “Sí, soy raro, pero me encanta”.