ACUARELAS PORTEÑAS

Nutritivos apellidos itálicos

Según reza cierto proverbio, “las cosas de palacio van despacio”. Y, aunque yo no tengo pizca de palaciego, me ufano de ser bastante “lenteja”. De tal modo, cuando es posible, prefiero caminar con lentitud, lo que me permite darme el gusto de observar la siempre interesante realidad que me ofrece la mera existencia.

Asimismo, tengo el hábito de leer con sosiego, sin prisa y con pausas, y ayudado siempre por un lápiz de afilada punta con el que, en los diversos escritos, voy señalando (y comentando), ya genialidades y/o hallazgos, ya errores y/o desatinos. Y también sencillas curiosidades textuales.

Por abundantes motivos que no expondré ahora, un libro pródigo en incitaciones a mis apostillas resultó La bahía de silencio (1940), de Eduardo Mallea (1903-1982). Lo leí por vez primera hacia 1965 y, conducido acaso por una especie de fascinación ¿masoquista?, volví a recorrerlo en más de una oportunidad durante años posteriores.

FISICA Y METAFISICA DE LOS ‘GNOCCHI’

 

He aquí dos pasajes (1):

 

“En honor de Scariol, Ferrier había pedido para los tres un plato de  gnocchi a la romana y una botella de Chianti (pág. 244). (2)

(…) pero la aparición de los humeantes gnocchi distrajo a los tres del tema (págs. 244-245).

 

A pesar de que todos mis antepasados no argentinos, tanto paternos como maternos, son italianos, yo jamás, en mi casa o en casa de mis abuelos de ambas ramas, había oído que alguien llamara gnocchi a los ñoquis. Nadie habría dicho (singular y plural)  “Un gnocco, due gnocchi”, sino “Un ñoqui, dos ñoquis”

.

Veamos qué dice sobre este vocablo el lexicógrafo español don Arturo del Hoyo (1917-2004) (3):

...gnocchi, sing. gnocco it. ‘ñoqui’ (Ac. 2001). 1) ‘trocitos’ de masa hecha con patata, harina de trigo, mantequilla, leche, huevo y queso rallado que se cuecen en agua con sal. Gastr. En Argentina, además, 2) ‘puñetazo’ y 3) ‘individuo que sólo se presenta a cobrar, no a trabajar.

Lo cierto es que la acepción 3) se halla por completo desactualizada, ya que el deletéreo escobillón de un candidato presidencial ha barrido, eliminándolos por completo, a tan afortunados ñoquis.

PORTACION DE APELLIDO

Sabido es que, en ocasiones de casamientos, los oficiales del Registro Civil suelen proliferar en bromas sobre el presente y el futuro de los contrayentes. En calidad de mero invitado, he presenciado unos cuantos de tales actos y puedo atestiguar que el clima es más propenso al expansivo jolgorio que a la recoleta tragedia.

Algo parecido sucede en las mesas de votación.

Estoy en condiciones de vaticinar, basado en múltiples experiencias y sin margen de error, lo que me ocurrirá a mí cuando, en las próximas elecciones, acuda a emitir mi sufragio (que bajo ninguna circunstancia –ni ebrio, ni dormido, ni agobiado por los efectos de los más feroces alucinógenos– favorecerá, lo anticipo sin dudar, al versátil personaje que ostenta el dicotómico, pero no excluyente, carácter de ministro nacional y barrendero municipal).

Sucederá lo siguiente:

Supongamos que me presento ante las urnas alrededor de las once de la mañana. En cuanto vean mi DNI y revelen mi apellido en voz alta, presidente, vocales, fiscales de mesa, y aun personas de la fila, democráticamente y sin distinción de sexo ni de banderías políticas, y exhibiendo simpáticas sonrisas, expresarán conceptos tales como: “Ay, sorrentinos, qué ricos y justo ahora que estamos cerca del mediodía…”. Poco y nada se modificará si, en cambio, concurro, verbigracia, a las cinco de la tarde: mediante el recurso del mutatis mutandis, dichas autoridades indefectiblemente emitirán parecidas sutilezas. Que no me molestan en absoluto, sobre todo considerando que me permiten ejercer dotes proféticos.

MIS COLEGAS GASTRONOMICOS

Desde luego, no soy el único que milita en la categoría, ¿cómo diré?, de quienes portamos patronímicos gastronómicos.

Una visita, en Internet, a la siempre servicial página de Telexplorer me revela que existen numerosas personas con estos apellidos de pastas dominicales: Gnocchi, Fusilli, Ravioli, Maccarrone, Cappelleti, Cappelletti, Spaghetti, Tortellini, Lasagna

En cambio, Caneloni, Tortelloni, Panzerotti, Agnolotti, Rigatoni, Manicotti, Tagliatelle, Farfalle… se quedaron zapateros: no aparece ni siquiera uno. No afligirse, muchachos: ya vendrán tiempos mejores.

(1) Eduardo Mallea, La bahía de silencio, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, Colección Piragua, 1960.

2. Quizá la oración peque de cierta ambigüedad. Así expresada, algún lector incauto (por ejemplo, yo) podría entender que los tres comensales deberán hincar sus respectivos tenedores en el único y mismo plato de ñoquis, procurando, eso sí, obtener el mayor beneficio posible de tal excurso gastronómico. Una redacción más taxativa sería: “En honor de Scariol, Ferrier había pedido, para los tres, gnocchi a la romana y una botella de Chianti”. De esta manera, cada uno de los tres amigos poseería su propio plato de ñoquis y no tendría que competir por raciones contra los otros dos; por su parte, el contenido de la botella de Chianti se repartiría libremente según las apetencias vitivinícolas de cada miembro del terceto.

3. Arturo del Hoyo, Diccionario de frases y palabras extranjeras, Madrid, Santillana Ediciones Generales, Colección Suma de Letras, 3.ª ed. corregida y aumentada, 2002.