Margarita Gutman presentó su libro "Buenos Aires. El poder de la anticipación"

Ciudad en proyección

La autora recorrió en detalle la historia porteña de los años "20 para investigar las expectativas de los habitantes acerca del futuro edilicio de su urbe.

 

En el libro "Buenos Aires. El poder de la anticipación" la arquitecta Margarita Gutman aborda -con ilustraciones y publicaciones- los planes y las expectativas sobre el futuro de la ciudad que tenían los habitantes de la segunda década del siglo XX y que la autora caracteriza como "ingenuos y felices".

La imaginación puesta al servicio de la anticipación no sólo fue evocada por la ciencia ficción, sino también por sociedades enteras y sus medios de comunicación.

Este libro de historia urbana habla más de "la sociedad que imagina ese futuro que de la proyección en sí misma", dice Gutman, que por más de diez años investigó y comparó las manifestaciones "populares" sobre el futuro de Buenos Aires frente a la realidad urbana del presente.

En esta obra -publicada por Ediciones Infinito- Gutman divide entre "los planes letrados" o planificaciones urbanas del ámbito profesional que imaginaba una ciudad más "parisina", y la "ciudad vertical del porvenir", una anticipación "más plebeya que a la gente le gustaba leer" y que tomaba a "la gran manzana" como modelo futurista.

EJES CENTRALES

Para la investigación, la autora recorrió cuarenta archivos entre Buenos Aires y Nueva York, miró más de ocho mil publicaciones y trabajó sobre ciento ochenta y cinco imágenes que están en el libro.

Gutman notó que la anticipación mostraba un futuro "altamente tecnificado y vertical" que incluía una ciudad poblada de "rascacielos, puentes, autopistas elevadas y aviones de conexión intraurbana que transformaba las azoteas en puertas de entrada".

Sin embargo, el tendido de agua, cloacas y gas -claves para la sanidad- ""no figuraban para nada en estas anticipaciones"".

Entre los escenarios futuristas que vaticinaban las revistas de humor de la época era central "el uso de la electricidad para el confort y los servicios personales, veloces y automatizados", según el relato de este libro de setecientas sesenta páginas.

"Una de las características de la época -asegura Gutman- es que el imaginario de la gente se presentaba sin contradicciones, feliz. Todo iba a ser resuelto. En ese momento, tanto para editores e ilustradores como para letrados, era un futuro plácido".

HACIA EL FUTURO

La población de ese momento crecía a una tasa del cinco por ciento anual con la inmigración de ultramar y la ciudad era en un importante mercado interno "que debía ser servido, alimentado, informado, entretenido y educado", cuenta la investigadora y agrega que "toda la sociedad estaba permeada por las ideas del progresismo".

La ciudad se densificaba en el centro y se expandía sobre los barrios, los tranvías se electrificaron a fines del XIX, y junto con los trenes permitieron la expansión y construcción de viviendas.

"En solo dos años, entre 1911 y 1913, se tendió el subte A entre Plaza de Mayo y Once, y luego hasta Caballito. Se tardó casi un siglo en alargar unas estaciones más", señala.

Para ella, el gran aporte de este libro -que por primera vez reúne imágenes y textos del imaginario urbano de esa década- es que "los cambios más recientes en las ciudades globales actuales fueron anticipados por la imaginación en las revistas", entre ellas PBT, Caras y Caretas, Fray Mocho y El Hogar que tomaban, en muchos casos, ejemplos de publicaciones neoyorquinas.

En las anticipaciones, "las calles prácticamente desaparecen y se reemplazan por diferentes vías de comunicación, segregadas y aéreas. Hoy, la gente que vive en torres va directo al sótano, sale con el auto y se va. Las calles en esos lugares no son espacios de encuentro. Son countries verticales donde todo pasa adentro".

EL PRESENTE

"La construcción de rascacielos en Puerto Madero o Pacífico junto con los aviones y las vías de comunicación por niveles son elementos que estaban en la imaginación. Hoy, desde los barrios cerrados, se llega por autopistas y se mueven a la velocidad del Black Berry. En San Pablo, los ricos utilizan helicóptero y avión para manejarse en la ciudad", destaca.

"La ciudad que imaginaron es la que ahora viven los ricos -afirma de manera contundente- como los shoppings que no sabes dónde estás, ni cuál es el piso, ni en qué dirección está la calle".

Era una imaginación "feliz" porque todos imaginaban un futuro en el que las comunicaciones y los transportes iban a ser inmediatos, "la tendencia que daba un buen presente era la clave", sostiene.

"No sabían con qué energía se harían los cambios, de hecho hay utopías que imaginaban a Buenos Aires extendida hasta Mendoza, porque iba a ser fácil llegar", explica.

Para Gutman, "ésta imaginación era ingenua. Pero a finales de esa década (y con la Primera Guerra Mundial) dejó de ser unívoca, la sociedad se complejizó y entró en contradicción. La imaginación fue tan disputada como el mismo presente".

"Si queremos que pase algo -sostiene- tenemos que hacer cambios en el presente. Está bien que ahora haya discusiones sobre el futuro porque evidencian un presente".

Por estos días la autora trabaja en la anticipación de los habitantes de la ciudad de hoy: "En este momento se tiene más conciencia que por el sólo hecho de que pase el tiempo, el futuro no va a ser mejor. Se necesitan acciones importantes y no sentarse a esperar".

Gutman concluye: "Es fundamental ejercitar la capacidad de aspiración para un futuro mejor. Es un fenómeno cultural muy importante".