UN TEXTO LARGAMEMNTE OLVIDADO DEL GRAN PINTOR ESPAÑOL ACABA DE APARECER EN PARIS

Salvador Dalí siempre es noticia

Con un título de palabras alteradas, "Esputnik du paubre". fue editado por La Table Ronde y lleva a evocar al artista en una vieja entrevista. Mientras, Antonio Banderas se prepara para encarnarlo en una película.

 

Por ODILE BARON SUPERVIELLE

Salvador Dalí sigue llamando la atención. Al cabo de un largo sueño -algo más de cincuenta años- un texto inédito suyo ha llegado al catálogo de la editorial La Table Ronde, de París. Como un eco de aquél sputnik puesto en órbita por los soviéticos a finales de la década de los "50, este "Esputnik du paubre" (sic), título de Dalí para la despampanante treintena de páginas que lanza al espacio, practicando su método de paranoia crítica. Se trata de un método según lo definió el propio Dalí en "La femme visible", ""basado en la objetivación crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones delirantes"".

Nos encontramos, aquí y ahora, nuevamente en "Esputnik..." con un objeto surrealista -singular producto del método de la paranoia crítica, casi un "ovni"- que Marcel Nadeau en su "Historia del surrealismo" intenta poner en pocas palabras a nuestro alcance: "Se podría decir que (un objeto surrealista) es todo objeto dislocado, es decir salido de su esfera habitual, empleado para usos distintos a los que está destinado o cuya función es desconocida. Por lo tanto, lo es todo objeto que parezca fabricado por capricho, sin otro destino que la satisfacción del que lo hace, y por ende, todo objeto fabricado según los dictados del inconsciente, del sueño".

PROCESO DE EDICION

La rareza de "Esputnik..." trasciende, en lo que ha sido el proceso de su edición, hasta al extravagante Salvador Dalí de carne y hueso, atrapado sin salida, mal que le pesare en el férreo destino histórico de todo hombre. Por cierto, el manuscrito transitó vicisitudes que ni su propio autor hubiera soñado y que sin duda le provocarían, de poder enterarse, una "alegrtía desconocida"

Es sabido que Dalí escribe en francés con un léxico privado, sin ortografía ni sintaxis convencional, en hojas sueltas o libretas escolares. Quien deseaba publicarlo debía adaptar los textos, traducirlos al buen francés y ordenar las ideas dispersas en su "camembert paranoico crítico, tierno, extravagane, solitario en el tiempo y en el espacio" ("La conquete de l"irrationnel). Siguiendo con el derrotero del manuscrito sacado a luz, digamos de manera sucinta que un día Dalí entregó el original de "Esputnik de paubre" a su amigo Michel Déon, escritor y académico, para editarlo. Como de costumbre, era necesario adaptar el engendro. Por razones que exceden este espacio, consignemos tan sólo que Déon no lo hizo y que "Esputnik..." estuvo varado en un cajón más de cincuenta años. Por fin, Alice Déon, hija de Michel y actual directora de La Table Ronde, encuentra en el bosque de papel al durmiente y lo despierta con música sacra, editando el amasijo en su forma original de cuaderno escolar, junto a la adaptación de Jean-Baptiste Gendarme, con notas, comentarios, fotografías, etcétera. Alice Déon produce en este mundo del mercado una paradoja zenoniana que encantaría a Salvador Dalí: su impertinencia concretada en el revuelo de un objeto-libro de lujo, que lo restituirá al centro de la escena y fascinará por supuesto a los bibliófilos.

ARGUMENTO REITERADO

El argumento reitera el propósito de Dalí: "sistematizar la confusión y contribuir al descrédito total del mundo de la realidad" ("La femme visible") La historia de "Esputnik..." es la de una empleada doméstica, afectada por una psicosis maníaco compulsiva de propiedad, que recibe en herencia a un sujeto sin piernas y cuarentón a quien expone en la calle con fines de lucro (aquí hay el juego de palabras imprescindible: "cul de jatte", nombre que designa al mutilado y, a la vez, una escudilla rota) Como la fámula no prospera en el negocio, guarda al hombre en su casa y lo somete a la limpieza: una serie de lavativas "in progress", etcétera, etcétera.

Cuando me enteré de esta novedad editorial, recordé que hace años entrevisté a Dalí. A pesar de que yo sabía que era bastante difícil acercarse a él, aproveché su estada en París. Esta se debió a la presentación del libro "La alqumia de los filósofos", y la entrega del mismo a la Bibliotheque National. Fue todo un acontecimiento en el que participaron funcionarios, personalidades de la cultura, periodistas, en fin, el público consabido. En esa oportunidad conocí al secretario de Dalí que logró concretar para mí una entrevista. Fue así como llegué una tarde al hotel Meurice donde se hospedaba y toqué el timbre de la Suite Royale que ocupaba. Me hizo pasar su secretario que, de entrada, me dijo: "Por favor, sólo dos preguntas porque el maestro está muy cansado". Me encontré en un gran salón. A la derecha estaba la mujer de Dalí, Gala, pelo suelto ondulado y ojos claros que miraban con cierta picardía. Sentada en un sofá, dos jóvenes le tiraban cartas (me dijeron que en esa época andaría por los ochenta y seis años). Del otro lado, cerca de una ventana, Dalí conversaba con un señor frente a un cuadro. Divisé al hombre de mediana estatura, pelo ralo negro, maquillaje, bigotes engominados con las puntas para arriba. Al rato, el señor con quien estaba conversando partió y él se acercó a mí.

LLEGADA ARGENTINA

-¿Usted viene de la Argentina, ¿me conocen allí?

-Por supuesto (pensé que esto lo predispondría, aparte de ser cierto).

-¿Qué quiere saber?

-Dónde vive en general.

-París, Nueva York y la Costa Brava.

-¿Por qué esa selecicón?

-París, porque es la ciudad de la inteligencia, Nueva York, porque es la ciudad del dólar y la Costa Brava es mi país.

-En referencia al libro que acaba de presentar, ¿de dónde su interés por la alquimia?

-La alquimia no es para mí una curiosidad histórica o una actividad paracientífica sino que anuncia la ciencia moderna.

Lo dicho merecía alguna explicación, pero teniendo en cuenta lo que me había advertido el secretario preferí incursionar en otro tema. Mire alrededor. Había varias obras de Dalí. Una me llamó la atención en particular: era un busto de mujer, con un pan sobre la cabeza que, a su vez soportaba una escultura representando al "Angel" de Millet enmarcado entre dos lapiceras. A ambos lados del pescuezo de la mujer colgaban sendas mazorcas. El pan daba la impresión de recién salido del horno. Dalí me comentó que, en una época, todo el mundo afirmaba que ya no se vería más una boca o una mano en un cuadro). Y siguió diciendo: "Yo contestaba que la próxima etapa sería la del hiperrealismo. Fui yo quien empleé esta palabra por primera vez. Hice esa escultura que usted está mirando con una efigie que encontré en una peluquería. En aquel tiempo considerábamos esos ejercicios como simples juegos, no les dábamos la menor importancia. El pan era de verdad. Un día el perro de Picasso se lo comió. Hoy se reconstruyen aquellas bromas en cristal de roca y materiales semipreciosos. Yo anunciaba que los artistas estarían conmovidos por lo real, que después de la absoluta oscuridad en que los había sumido el arte abstracto, llegarían a copiar fotografías. Yo estaba muy convencido de que ese cambio advendría en cinco o seis años, pero fue instantáneo. Fui el primer sorpendido por esa rapidez".

EL HIPERREALISMO

-¿Y cuál será la próxima etapa?

-Esa etapa es inminente. Hace unos días encontré el nombre: hiperealismo metafísico. Es la palabra que hago. El pintor hiperrealista puede progresar mientras que el pintor abstracto no. Pero lo que falta en el hiperrealismo es un conenido imaginario.

Miro el cuadro en el que estaba trabajando Dalí. Se veía una nube y, en el centro, un cubo.

-Es el cuadro "Las Meninas", de Velázquez. Ahí fue donde el pintor obtuvo la mejor calidad de aire. Un día en Madrid le preguntaron a Cocteau qué cuadro se llevaría si se quemaba El Prado. El contestó, ""me llevaría el fuego"". Yo contestaría, "Las Meninas", porque ese cuadro contiene el aire, elemento pictórico por excelencia. dice Dalí.

-Maestro, ¿cómo comienza un cuadro?

-Primero hay que hacer un cielo, después un agujero, y así empieza el espectáculo. Algún día llegar"Áe a traspasar mi cielo, será el resultado de toda mi actividad espiritual. El aire es el protagonista verdadero de la pintura.

-Cómo va su museo de Figueras.

-Acabo de completar la decoración, colocando varias decenas de lavatorios de loza arriba de la cúpula interior. Son lavatorios metafísicos que se parecen a ángeles.

Según las fotografías que me muestra compruebo que tiene razón: de lejos los lavatorios parecen ángeles. La cúpula no tiene techo. En Figueras se ha abierto el agujero en el cielo.

Desde entonces siempre he asociado la imagen del cielo con Dalí.