VIVIR EN ARMONIA

Los mecanismos ocultos de la mente humana

El funcionamiento del psiquismo humano se encuentra, casi por completo, sometido a leyes que son ajenas a la conciencia misma.

POR ANTONIO LAS HERAS El funcionamiento del psiquismo humano se encuentra, casi por completo, sometido a leyes que son ajenas a la conciencia misma. El hallazgo esencial de la psicología moderna, surgida a partir de las investigaciones de Sigmund Freud a comienzos del siglo XX, fue el determinar que nuestra conducta está originada en aspectos inconscientes, surgidos de esa zona profunda de la mente donde moran sueños, deseos, reprimidos y censurados. Allí, y no en otro sitio, está ubicada la mayor fuerza humana. Toda la creatividad está radicada en ese "universo inconsciente" a partir del cual surge el poder necesario para transformar la realidad cotidiana. Carl Gustav Jung llegó más lejos demostrando la existencia de un aspecto psíquico particular, que denominó "inconsciente colectivo", reservorio de fuerzas arquetípicas que guían aspectos asombrosos de la conducta humana como son -por ejemplo- los hechos heroicos. Hasta finales del siglo XIX era creencia aceptada que el hombre guiaba plenamente sus acciones desde la conciencia y que el resto era "subconsciente", lo que implicaba admitir una relación de dependencia de este último con la conciencia. Así lo subconsciente era concebido como un desván, sótano o altillo al que era factible recurrir -con sólo desearlo- para tomar de él lo que se quisiera. Mas no es así. Lo cierto es que no hay tal "subconsciente", sino un "inconsciente" que, de manera casi imperceptible, guía los pasos de nuestra existencia. De allí lo importante que resulta conocerlo cada vez más acabadamente aunque sea tarea imposible obtener un saber completo. Siempre hay más para hallar y más para entender sobre la esencia de nosotros mismos. Esto que sostiene la psicología moderna ya era, empero, conocido por los antiguos. ¿Qué otra cosa devela Píndaro -hace 2.500 años- cuando pregona "conviértete en lo que eres"? ¿O la frase escrita a la entrada del oráculo de Delphos -dedicado a Apolo-: "conócete a ti mismo"? Además hoy, a la luz de la psicología de los arquetipos debida a Jung nos resulta sencillo entender que todos los rituales iniciáticos, tanto de grupos nativos como de las escuelas esotéricas, de todas las épocas y culturas, no han sido otra cosa que mecanismos para permitir aflorar esos contenidos inconscientes e incorporarlos como experiencia valiosa a la cotidianidad. No hay duda de que el hombre quiere ser feliz y vivir en armonía. Pero esto es sólo un anhelo consciente. Concretarlo exige, además de esfuerzo, dedicación y perseverancia, el valor necesario para hacer "una mirada interna". Freud habló de dos pulsiones que rigen lo humano, llamándolas Eros y Tánatos. Eros tiende a lo vital y Tánatos a lo mortal. De allí que muchas conductas humanas sean altamente autodestructivas y que la persona no sea consciente de ello. O más aún: puede que sea consciente y no consiga evitarlo pues su fuerza de voluntad (que es consciente) resulta impotente frente a los embates de lo inconsciente. Psicología y medicina admiten que el 90% de las enfermedades son psicosomáticas. O sea, que la causa que las provoca es psíquica. Pero, preguntémonos, ¿quienes padecen tales trastornos buscan, conscientemente, estar enfermos, sufrir y, muchas veces, llegar a la muerte? Es evidente que no es eso lo que quieren. Lo que equivale a decir que el enfermo sostiene conscientemente que no busca estarlo. Mas alguna fuerza de mucha mayor intensidad y sentido contrario -a la que lo consciente no tiene acceso- prevalece, alterando su cuerpo. Solamente cuando los sentimientos, los pensamientos y las acciones van en un mismo sentido, la existencia es armónica. Pero, claro, para eso hay que discutir con los sentimientos hasta hacerse amigo de ellos. Y, ya se sabe, sentimientos, emociones, deseos, afectos, ilusiones y fantasías son todos formaciones de lo inconsciente.