SIETE DIAS DE ECONOMIA

Notable triunfo del marxismo

“Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. La frase inmortalizada por Groucho Marx, aunque de autor incierto, aplica a la perfección a los tiempos de la campaña electoral en la Argentina. Las convicciones políticas tienen la firmeza de un flan y por ende tampoco puede asegurarse que no vayan a arriarse algunos estandartes económicos en pos de la captura del voto esquivo.

En esos términos la estrategia de Sergio Massa parece más flexible, con más dotes camaleónicos, desde el momento en que hasta ahora no ha puesto sobre la mesa la potencial hoja de ruta de su gobierno. En torno a la figura del ministro-candidato son todas especulaciones, estimaciones sobre las políticas que podría ejecutar si finalmente se transforma en presidente.

El economista Camilo Tiscornia, nota de tapa del suplemento de Economía, deja en claro que la gestión Massa apuntaría a resolver el corto y el mediano plazo, pero jamás se embarcaría en la solución de los problemas de fondo como puede ser la salida del cepo cambiario. Nada ha hablado al respecto el candidato a lo largo de la campaña, y sin embargo está ahí, con amplias chances de llegar al Sillón de Rivadavia.

Por estos días la economía marcha en piloto automático. Nada que valga la pena puede realizarse de aquí hasta el final del mandato y la asunción del nuevo presidente. Así las cosas, el ministro se encargó de licitar el espectro de internet 5G para sumar dólares a las reservas a través de los pliegos, y después volvió a concentrarse en la campaña. 

Su triunfo en esta primera vuelta ha tenido una lectura positiva en algunos estamentos del exterior. De allí que Hans Humes, director y socio fundador de Greylock Capital Management, un fondo buitre poseedor de bonos argentinos -que cotizan a menos de 30 centavos en el mercado- haya recalcado que el resultado surgido de las urnas es “un escenario ideal” de cara al futuro.

Pero el futuro puede adquirir formas diversas, de acuerdo a los intereses en pugna. Los expertos advierten que el esfuerzo fiscal que ha realizado el oficialismo para llegar con chances a las elecciones -el archifamoso Plan Platita- podría tener un efecto búmeran sobre el propio Massa si se consagra presidente. 

Por lo pronto alertan que la escasez de divisas, un verdadero problema al momento de importar insumos, cobraría mayor relevancia si se dispara una corrida cambiaria. ¿Cuáles son los instrumentos de política monetaria que el Gobierno y el Banco Central tendrían a mano para contener una situación semejante? 

En la caja de herramientas del BCRA la tasa de interés ya es un recurso desgastado. Tanto es así que tras subir los tipos de interés al 133% la Argentina se transformó en el país con el rango más elevado en el mundo, por encima de Zimbabue, que la bajó de 150% a 130%.

DESAFIOS

De aquí y hasta el 19 de noviembre, fecha en que tendrá lugar el balotaje, proliferarán los análisis políticos y económicos. El último realizado por la consultora Abeceb identifica como los principales desafíos del ministro-candidato a la brecha cambiaria, ubicada por encima del 200%; la deuda de los importadores, que alcanza los u$s 7.000 millones; la caída de la demanda de pesos; la inflación de tres dígitos; el déficit fiscal y la merma del salario real y por ende de la capacidad de compra de la clase trabajadora.


El documento recalca que Massa tiene a la mano una serie de mecanismos que le pueden servir para llegar al 19 sin mayores sobresaltos. Qué ocurrirá desde allí hasta el 10 de diciembre y aún después de esa fecha, es una incógnita de grueso calibre.

Por lo pronto, Abeceb sostiene que el oficialismo podrá sacar provecho del swap con China, que liberará u$s 6.500 millones; la extensión del dólar soja al resto de las actividades exportadoras; continuar con el cepo para administrar los escasos dólares disponibles; y acentuar el control de precios, entre otros elementos.

Todas y cada una de las licencias que Massa le dio a la sociedad en materia fiscal, tales como la devolución del IVA y la postergación del pago del Monotributo, deberán retomar su cauce normal después del 10 de diciembre, advierten los economistas. El plan de estabilización a implementarse, recalcan, traerá devaluación y ajuste.

EL LIBERTARIO

Ahora que ha bajado la espuma de la agresión y los candidatos tienden puentes a diestra y siniestra, queda para pensar si Javier Milei, el candidato libertario, moderará su tono en materia política. Y, en términos económicos, si continuará blandiendo el plan de dolarización como solución definitiva para la inflación argentina.

Las alianzas estratégicas con fines electorales no le han impedido, al menos por ahora, mantener firme la promesa de dinamitar el Banco Central. De ser así, se estima que la adopción de una moneda extranjera sería la consecuencia natural de tremenda acción devastadora.
Milei no mira con desagrado la posibilidad de experimentar con una canasta de monedas y que el mercado decante hacia la más utilizada por los usuarios.

Tampoco carecería de lógica que, respaldo de Juntos por el Cambio mediante, adopte el esquema bimonetario que Carlos Melconian había diseñado para Patricia Bullrich.

De hecho, los especialistas en política monetaria han destacado que ante la falta de dólares para hacer el reemplazo de los pesos, la dolarización sería inviable desde el minuto cero. Con lo cual, lo más sensato sería iniciar un sendero bimonetario hasta que estuviesen dadas las condiciones para convertir por completo el sistema, y que el billete verde reemplace al peso.

LA COCINA

En la cocina de la política monetaria los economistas sopesan posibilidades. Gustavo Reyes, analista del Ieral de la Fundación Mediterránea, publicó un paper en el cual describe el escenario actual y el potencial éxito que podrían tener políticas monetarias de cuño diverso en el resbaladizo escenario actual.

“La Trinidad Imposible consiste en la nula viabilidad de alcanzar en forma conjunta tres objetivos altamente deseables para la gran mayoría de las autoridades económicas: estabilidad cambiaria, control de la política monetaria y libertad en los movimientos de capitales financieros con el mundo.

Sólo dos de ellos pueden ser logrados en forma simultánea, por lo que el sistema cambiario a ser implementado depende de cuál de los tres objetivos habrá de ser dejado de lado”, aclara.

Reyes recuerda que durante la Convertibilidad se resignó el manejo de la política monetaria a cambio de alcanzar “en forma conjunta la estabilidad cambiaria y la libre movilidad de los capitales financieros. En los dos primeros años de la presidencia de Mauricio Macri se resignó la estabilidad cambiaria para poder tener control de la política monetaria (Metas de Inflación) sin perder el libre acceso a los mercados internacionales de capitales. Durante el segundo mandato de Cristina de Kirchner, en los últimos meses de Macri y a lo largo de todo el gobierno de Alberto Fernández, se restringió la libre movilidad de los capitales financieros para obtener algún grado de autonomía en la política monetaria y cierto control sobre el tipo de cambio oficial”.

El especialista recalca que los “regímenes vinculados al tipo de cambio fijo, al generar un ancla de precios visible (siempre que esa ancla resulta creíble), tienen resultados relativamente mejores a corto plazo respecto de la estabilización de precios. Por el contrario, los sistemas de tipo de cambio flexible resultan menos atractivos para el corto plazo pero se asocian con mejores performances de mediano plazo en términos de los resultados fiscales, de una mejor amortiguación de shocks reales y externos, de una menor variabilidad del PBI y de un mayor crecimiento de la economía”.

Pero, he aquí el problema: “Como en todos los casos se requiere de un relativamente alto nivel de reservas internacionales en el Banco Central, las actuales condiciones de nuestro país hacen que los esquemas de tipo de cambio fijo resulten muy difíciles de implementar, con elevados riesgos en la transición”.

En la recta final rumbo a otro round en las urnas, chocarán la expresión liberal extrema de la Escuela Austríaca, encarnada en Javier Milei, y un incierto continuismo peronista en modo Massa. Pero ya se ha visto, los candidatos muestran una notable facilidad para cambiar de piel. Dos ejemplares marxistas, pero de Groucho Marx.