La belleza de los libros

Nostalgias y lamentos: de Jorge Manrique a Rafael Obligado

Las admirables Coplas por la muerte de su padre (1476), de Jorge Manrique (1440-1479), constan de cuarenta estrofas. Los primeros seis versos de la decimosexta suelen citarse como paradigma del tópico literario denominado Ubi sunt (“¿Dónde están?”), consistente en evocar con nostalgia hechos o personas del pasado que han dejado de existir:

¿Qué se hizo el rey don Juan? (1)
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como trajeron?


El final de la estrofa siguiente recuerda el brillo y la gracia que se imponían en aquella corte:

¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas (2)
que traían?


LETRAS ARGENTINAS
Hasta aquí Manrique en el siglo XV y en España. Sin embargo, no resulta difícil advertir manifestaciones del Ubi sunt en algunas composiciones de las letras argentinas. Doy por sentado que ha de haber muchísimas; pero las que ahora acuden a mi memoria son las siguientes.

1 - José Hernández (1834-1886)
En El gaucho Martín Fierro (1872):

Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivía
y su ranchito tenía
y sus hijos y mujer…
Era una delicia el ver
cómo pasaba sus días (II:133-138).


A partir de esta sextina y hasta el verso 252 se extiende la melancólica descripción de la vida feliz que llevaban los gauchos en aquella época (que, según creo, es la del gobierno de Rosas):

Venia (3) la carne con cuero,
la sabrosa carbonada,
mazamorra bien pisada,
los pasteles y el güen vino…
Pero ha querido el destino
que todo aquello acabara (II:247-252).


En la segunda estrofa del canto III ratifica lo expuesto largamente en el canto anterior:

Sosegao vivía (4) en mi rancho
como el pájaro en su nido;
allí mis hijos queridos
iban creciendo a mi lao… (III:295-298).

Y termina con la reflexión que define exactamente la esencia del Ubi sunt:
Sólo queda al desgraciao
lamentar el bien perdido (III:299-300).


2 - Olegario Víctor Andrade (1839-1882)

En el agradable romance La vuelta al hogar verifica que, por fortuna, nada ha cambiado en su antiguo hogar. Es un Ubi sunt al revés: celebra que no se hayan producido cambios:

Todo está como era entonces:
la casa, la calle, el río,
los árboles con sus hojas
y las ramas con sus nidos.


Tras este promisorio comienzo se extiende una profusa y detallada descripción del lugar, hasta que el poeta lamenta, bastante lóbrego, la pérdida de su juventud:

Hoy vuelve el niño, hecho hombre,
no ya contento y tranquilo,
con arrugas en la frente
y el cabello emblanquecido.


Y termina exponiendo el contraste entre la noble perduración de su antiguo hogar:

¡Ah!, todo está como entonces,

y las modificaciones, de índole tremendista, experimentadas en su persona:

Sólo el niño se ha vuelto hombre,
¡y el hombre tanto ha sufrido,
que apenas trae en el alma
la soledad del vacío!


3 - Rafael Obligado (1851-1920)
Mucho más diestro y rico en calidad poética que Andrade, no se privó Obligado de expresar algunos lamentos sobre lo borrado por el paso de los años.
Así, en Las quintas de mi tiempo (1885), empieza con una comparación doliente (“¡ay,dolor!”) sobre el presente y el pasado:

Éstos, Fabio, ¡ay, dolor!, que ves ahora, (5)
jardines sabiamente dibujados,
fueron un tiempo rústicos cercados
de enhiesta pita y suculenta mora.
Y aquellas que allí ves altas mansiones
de mil primores llenas, antes fueron
modestas granjas donde en paz latieron
más nobles y sencillos corazones.


Y, a mitad del camino del poema, incluye esta nostalgia:

¡Oh, campestres paseos! ¡Oh, manjares
jamás llorados cual se debe ahora!
¡Oh, sencillez antigua y bienhechora,
salud un tiempo de los patrios lares!


Este trabajo se completará en el titulado “Nostalgias y lamentos: de Jorge Luis Borges a Lorenzo Juan Traverso”.

(1) Juan II de Castilla (1405-1454). Desde la muerte del rey y la desaparición de su fastuosa corte hasta el momento (1476) en que Manrique compone su poema sólo habían transcurrido veintidós años.
(2) Ropas chapadas: es decir, adornadas con láminas de metales preciosos.
(3) y (4). Verbos con diptongo en la última sílaba.
(5) Verso tomado del primero de “Canción a las ruinas de Itálica” del español Rodrigo Caro (1573-1747).