El rincón de los sensatos

No son de izquierda, son ladrones


Es frecuente que analistas políticos califiquen a nuestro gobierno -y a otros de la región- de izquierdistas. Con lo cual le confieren una pátina ideológica que no merecen.

Porque atribuir a una administración ser de izquierda, de centro o de derecha -categorías de difícil deslinde - es calificarla ideológicamente. Otra cosa es cuando una camarilla llega al poder con el fin de saquear a su país. Quienes la integran, bajo cualquiera de esas mascarillas, son algo muy distinto: son ladrones.

Amén del de nuestro país, se mencionan como gobiernos de izquierda, entre otros, a los Venezuela, Bolivia, Nicaragua, cuando en realidad se trata de grupos encaramadas en el poder en los que nepotismo y despotismo van de la mano (y talla fuerte el narcotráfico).

Y cuando se dice de ellos que son de izquierda, se los emparenta, por ejemplo, con el Uruguay de Pepe Mujica, hombre de modestia y corrección ejemplares o con las excelentes administraciones que hicieron los socialistas en Chile, sea con Lagos o con Bachelet. ¿Alguna similitud, acaso, con el chavismo de Maduro, la satrapía de Ortega en Nicaragua o con el kirchnerismo de los K? Ninguna.

EL EJEMPLO DE PALACIOS

En nuestro país, en 1905, fue electo el primer diputado socialista del continente, don Alfredo Palacios, ejemplo de conducta y austeridad. Virtudes que también adornaron a su partido, en los municipios en los que lo tocó gobernar. También tuvimos a la Democracia Progresista, que integró el frente de izquierda de 1931. Partido cuyo senador, Lisandro de la Torre, denunció los negociados de la carne, valentía que costó la vida a su colega Enzo Bordahabere, asesinado por orden de los corruptos en pleno recinto del Congreso. Amén de lo dicho, a lo largo de la vida, hemos conocido gente que se define como izquierdista de irreprochable conducta.

La supuesta izquierda de estos lares tiene prisa. Rebosa de súbitas fortunas hechas a costa del erario público. En la Rusia comunista la cosa fue más lenta. La corrupción tardó siete décadas en salir a la luz. Los hoy llamados nuevos rusos, hicieron sus fortunas -que lucen por Occidente, yatchs y clubes de fútbol incluidos- con el desguace del aparato estatal. Los muchachos de aquí no quieren esperar tanto.

Vamos a lo nuestro. Los K y sus casi cuatro gobiernos. Camarilla en la confluyen personajes de pasados muy opuestos, unidos hoy por la corrupción o, en el mejor de los casos, por ser silenciosos cómplices de ella.

Aquí hubo lugar para Bonafini -Madre de Plaza de Mayo- y para Milani, procesado por la desaparición del soldado Ledo. Después de todo, lo de las Madres dio para el negociado de Sueños compartidos. Silencio mutuo es lo mejor.

También caben Boudou, el vice que vino de la UCD, y los caciques barriales de discurso incendiario. Total, el uno ya fue preso por enriquecimiento ilícito y los otros hacen millones administrando planes cuyos beneficiarios actúan como extras cuando se fingen marchas espontáneas. Vulgarizando lo de Borges: "No los une el amor, sino el afano''.

Hubo lugar para que Néstor abrazara su caja fuerte y para que en la Rosadita se despacharan millones al extranjero para lavarlos. También para fingir que un ex cajero de banco -Lázaro Baéz  se convirtió en el mayor latifundista del país en unos meses, por su habilidad como hombre de negocios. (Lo de la obra pública que le adjudicaran los K y sus retornos, "difamaciones de la derecha'').

También lo hay para que la vicepresidente, lindando con la cleptomanía, se reúna con siete millones de pesos mensuales acumulando -ilegalmente- su jubilación con la pensión por viudez de su marido.  Y para que periodistas cuyo contacto con el gobierno militar fue tan extremo como sospechoso, purguen su pasado cantando loas K.

LA SENTENCIA

En estos días, en los que se aproxima una sentencia que no puede ser sino condenatoria, por la entidad y concordancias de las pruebas acumuladas, Cristina se finge fusilada. Y un sujeto que consiguió un puesto de juez -ser juez es otra cosa- convoca a una pueblada contra quienes deben dictar tal sentencia.

Nos gobierna una mafia capitalista que cada día lleva a la pobreza a un mayor porcentaje de argentinos. Y que empleó para sí las vacunas que eran para las personas vulnerables. No digamos más que son de izquierda. Son ladrones.