No se equivoquen, el futuro no les pertenece

Qué miedo les genera la mujer libre. Aún hoy, es así para muchos. Vistas como un mero accesorio, como una incubadora, sin poder para elegir y, obviamente, sin derecho sobre su propio cuerpo. Un cuerpo disciplinado, que debe obedecer siempre, cuya propiedad es ajena y al que le es amputado el goce. Sumisas y relegadas. Así quieren que seamos a pesar de tantas luchas ganadas a lo largo de la historia para conquistar derechos fundamentales. De más está decir que estas conquistas no fueron sin costos, se consiguieron dando batalla contra la Iglesia, el Estado y la sociedad patriarcal. Y esta, la de la legalización del aborto, es otra -quizá la más grande- en la que también nos espera la victoria.
  El 13 de junio y el 8 de agosto efectivamente fueron días históricos, jornadas en las que quedó consolidada una fuerza que es bisagra para el inevitable cambio de paradigma. El agobio y la angustia por la no aprobación de la ley fue mitigado por una imagen esperanzadora: la de millones de adolescentes y jóvenes que se adueñaron de las calles y obligaron a poner en la agenda de las políticas públicas una realidad que durante tantos años fue tapada como lo son las miles de muertes por abortos clandestinos. Porque no es cierto que aquello de lo que no se habla no existe, mientras los senadores callan, las mujeres siguen muriendo. La elección era sencilla, legal o clandestino, y las/os pibas/es lo entendieron mejor que nadie. Y ante un Estado que sigue optando por estar ausente, qué hermoso saber que es verdad que en ellos está el futuro de este país. 
  Así que no se equivoquen, que no ganaron nada el miércoles. Sigan con los pañuelos celestes sobre los ojos, que en las calles va a continuar creciendo la ola verde. No se olviden de que las olas son agua y el agua se cuela en todo, presiona, rompe. Y así va a suceder. Será ley, no habrá sido hoy, pero ¡será mañana!