No hay más remedio que cortar por lo sano

El país se encuentra en una difícil encrucijada, económicamente desarticulado, financieramente abreviado y socialmente en un laberinto del que será difícil salir a flote sin grandes sacrificios porque sólo se cuenta con las reservas materiales y las reservas morales de una buena parte de la población.

Es de allí de donde podremos encontrar el camino para salir adelante e ir hacia una vida digna, terminar con la demagogia, fomentar la expansión de la actividad privada sin restricciones, barrer con el intervencionismo y la burocracia excesiva que no permite trabajar y ganar libremente y más en provecho propio.

El presidente Javier Milei pretende desterrar la vieja política que nos atrasó tantos años, la tendencia a comprimir el desenvolvimiento de la actividad privada ocasionando desequilibrios que se expresan en la actual crisis económica.

No debe perder ni un día en la resolución de los graves problemas económicos y sociales que angustian al país, aprovechar el momento. El éxito dependerá de cómo juegue el partido ahora que tiene todas las cartas en la mano.

Con las primeras medidas de gobierno los precios y los costos marchan hacia arriba, es inevitable, lo único que se puede decir al respecto es que esta vez el aumento será producto de un plan orgánico destinado a promover la recuperación del país, servirá a un fin útil en vez de responder a una necesidad dolorosa y sin objetivo como fue hasta hace apenas días la del gobierno saliente.

ESPERANZA

Estamos seguros de que el presidente hará todo lo posible por no desvanecer la esperanza de quienes confían en él: pretende terminar con profesionales de la holgazanería como son los acomodados, los que viven del Estado sin trabajar. Está dando señales que ayudarán a aguantar los meses de sacrificio que se piden. Buscará el apoyo de la opinión pública independiente porque es la que se jugará a que todo salga bien.

Sin embargo, deberá tener cuidado, no buscar la integración con personas o grupos que no desean participar de ninguna manera de ella, gente que utiliza el nombre de un partido o agrupación como trampolín para sus propios designios creando problemas e induciendo a la sedición.

La aspiración demagógica en la provincia de Buenos Aires y en otros ámbitos de la política nacional se sigue alentando la corriente populista, sin reaccionar ante los problemas que ellos también sufren.

La oposición sistemática y desleal de la provincia de Buenos Aires -lo indica claramente la amenaza de imprimir una moneda propia- y del Instituto Patria, no tendrá en cuenta que en esos ámbitos no se discutieron ni siquiera una de las medidas que nos llevaron a la situación actual.

Sin ningún prurito se actuará como lo estamos viendo a extremos, alentando la insubordinación. Lo significativo es que no tienen la menor idea de cómo salir del escenario en que actuaron. 

FOTO: GUSTAVO CARABAJAL.

Los sindicatos y movimientos callejeros, mudos durante el gobierno de Alberto Fernández, hoy vuelven a actuar coercitivamente como grupo contra la gente en general, es un delito y lo saben sus dirigentes pero no les importa, con un pretexto aparentemente nacional ponen en marcha manifestaciones que alteran el orden en un momento crítico como es el actual. Se deberá operar con decisión contra los verdaderos inspiradores de las perturbaciones al orden.

Con respecto al sector del radicalismo reacio al proyecto liberal, en vez de desprestigiarse vertiginosamente con una oposición destructiva, tendría que dar muestras de solidaridad y madurez política. Serían bien vistas por la sociedad y en el exterior como una señal adicional para ayudar a que confíen una vez más en nuestro poder de recuperación.

MALOS HABITOS 

El Gobierno tratará también de mudar los malos hábitos del Congreso. Nuestros representantes recibieron formidable material, deberán desistir de haraganear, tendrán  que deliberar y gobernar como manda la Constitución,  dejar de votar leyes demagógicas sin pensar en el daño que ocasionan al país.

Se les va a exigir estudiar los problemas a fondo y a la vez actuar de prisa en vez de eternizar meses sin ninguna salida a dificultades delicadas producto de la intervención estatal como, por ejemplo, la ley de alquileres.

Ante esta situación su derogación, como propone el presidente, es el camino para la solución. Sin ella los trámites dejarán de ser engorrosos y fluirán capitales hacia la construcción de edificios de alquiler.  

Una de las buenas noticias es que se abrirá el país a capitales extranjeros de manera de poder desarrollar a fondo los recursos naturales, y en poco tiempo pasarán totalmente a manos privadas empresas como YPF y Aerolíneas.

La inflación sistémica que padecemos la provocó el Estado, la gente ya no quiere un administrador que lo lleve a la ruina, está sufriendo en carne propia la avidez estatal haciendo sacrificios inútiles por haberse administrado mal los aportes. Se han dado cuenta también que el aumento de impuestos no tiene razón de ser, les encarece la vida. 

No es justo que el Estado le quite recursos para invertirlo en aventuras que causan pérdidas y compita con los ciudadanos, a quienes convierte de prepo en accionistas de emprendimientos fracasados como han sido siempre las empresas estatales.

Muchos de los políticos y sindicalistas han repetido la cantinela de siempre referida a la pérdida de soberanía, pero la mayoría de los argentinos sabe que se necesita achicar el Estado. Están reaccionando ante la realidad de la evidencia: falta de producción y necesidad de importar petróleo.

A los enfermos de nacionalismo se les debería recordar que el siempre versátil Perón propuso como solución al mismo conflicto contratos con la California, hasta el punto de decir que si era necesario para obtener petróleo a la brevedad se quemara YPF pues el futuro del país dependía de que viniera capital extranjero. Al final de su segunda presidencia se le impuso resueltamente la realidad. 

La mayoría del país ha aceptado por medio del sufragio el cambio, ello significa que se ha ido perfilando para ponerle fecha desde los 90 un cambio de mentalidad: hoy se acepta una nueva política energética, la reforma cambiaria, restablecer la jerarquía de los valores, eliminar las principales causas de corrupción, premiar a quien trabaja y combatir al indolente, instaurar condiciones que significan el imperio de normas éticas y morales que parecían olvidadas desde hace muchos años.

Milei, es cierto que a los gritos, alertó sobre la tormenta que venía, de lo que había que hacer y del sacrificio que insumiría la salida. Prescindiendo de estructuras políticas caducas pretende ahora reformas estructurales, no tendrá demasiadas vacilaciones por las críticas tardías a las ideas que pretende aplicar, luchará por ellas, quienes también las deseamos lo ayudaremos según como las use desde el gobierno.

Apoyar lo que está bien, venga de donde venga, es la actitud lógica a tomar, y opinar al respecto cuando se tengan elementos de juicio para hacerlo. De lo que se puede estar seguro es que el presidente está influenciado y convencido de las ideas y principios liberales, lo tendrá también el plan de estabilización que vendrá más adelante.

Con estoicidad y prisa deberá el gobierno encaminarse hacia el único camino que conviene al país, tiene que seguir con la iniciativa de actuar en sentido constructivo haciendo caso omiso a compromisos políticos o personales que traben su marcha.

Se verá en los próximos meses si Javier Milei es capaz de sostenerse en sus propósitos sorteando de pie el período conflictivo que ya tenemos en puerta y de llevar a cabo las reformas necesarias y profundas que propuso en la campaña. Exigirá la participación de  todos los que lo votaron. Ellos esperan esté a la altura de la misión que tiene que cumplir. ¡Que la suerte también nos acompañe!