No fue magia

El dato de inflación cayó como un misil inesperado. Ese 1,5% mensual que corresponde a mayo tomó con la guardia baja a más de un consultor y es para muchos la confirmación de que, más allá de algunos altibajos, el proceso inflacionario languidece. ¿Cómo es que, finalmente, se está domando al monstruo?

La respuesta es sencilla: estaba en el manual. Lo único que hizo el equipo económico de Javier Milei fue, y no es poco, aplicar lo que manda la teoría. Es decir, emisión monetaria en su mínima expresión y recorte del gasto público hasta obtener un rápido y sorprendente superávit fiscal. Es evidente que no existe ningún misterioso embrujo en esto de liquidar la inflación. El mundo entero sabía cómo hacerlo, menos nosotros.

Como siempre, la teoría puede ser también una letra fría, un texto con consecuencias despiadadas. Así que quizás no sea que las administraciones anteriores ignoraran la manera de sofocar el flagelo inflacionario sino que, simplemente, hacerlo implicaba tener que pagar un costo político en las urnas. Nadie quería dar ese paso, ninguno se atrevió a cortar el cable rojo de la bomba.

Por convencimiento ideológico, porque su liberalismo extremo parece no tener fisuras, Javier Milei cruzó el Rubicón.

Tal vez porque no teme salir perdidoso en las elecciones de octubre, porque presiente un respaldo popular nacido al calor de anteriores desengaños, es que se animó a ensayar un recorte histórico del gasto público que ronda los 7 puntos del PBI.

Lo hizo y, contra todos los pronósticos, la bomba social no explotó. Al menos, no por ahora.

La motosierra libertaria, que es de Milei pero opera Federico Sturzenegger, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, cortó todo lo que pudo en el organigrama nacional y todavía tiene combustible. El fogonazo inflacionario de los primeros meses de gestión -la famosa licuadora- y el congelamiento de jubilaciones y pensiones ayudó también a menguar el peso de ese sector en el presupuesto. De hecho, como es sabido, la jubilación mínima alcanza $ 370.000, bono extra incluido.

El ordenamiento fiscal tuvo lógicas consecuencias. Era sabido que no se podía bajar la inflación con políticas económicas expansivas. Había que apretarse el cinturón y eso duele.

Los argentinos tienen aprendida la lección del sacrificio, más de una vez han sido convocados a cruzar el desierto en pos de un prometido oasis que nunca llega. Así las cosas, quizás la pregunta más importante hoy en día es hasta dónde puede sostenerse el actual esquema. ¿Cuánto más se achicará el Estado y, con él, los beneficios que otorga?

En la Argentina federal, y a partir de la reforma de la Constitución de 1994, la Nación a veces es una entidad limitada, restringida. Es decir, todo el esfuerzo que el Gobierno de Milei pone en recortar partidas no siempre –mejor digamos casi nunca- se replica a nivel provincial, donde el presupuesto se esfuma en pagar salarios públicos. La educación y la salud, por citar dos ejemplos, están en manos provinciales.

Un informe de la Fundación Mediterránea pone en números lo que es evidente. En el primer cuatrimestre de 2025 se mantiene el superávit primario nacional, pero cambia la composición del ajuste: menos recortes en jubilaciones y universidades, más en subsidios. “En contraste, las provincias aumentan fuertemente su gasto, revirtiendo buena parte del ajuste que habían hecho en 2024”, aclara el paper.

Y agrega: “En las provincias el gasto primario sube 24% real interanual, en contraste con la fuerte baja de 2024. De sostenerse, se diluye el ajuste logrado y se limita el margen para reducir impuestos.

Mientras el ajuste nacional se vuelve más selectivo, en muchas provincias se desarma. Entre 2023 y 2025 el gasto primario nacional cayó 27% real; en provincias sólo 8%, en las 13 provincias con datos disponibles”.

Las 13 provincias en cuestión son la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Catamarca, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, Santa Cruz, Santa Fe y Tucumán. “Se estima que las erogaciones primarias subieron un 24% real interanual en dichas provincias en el primer trimestre de 2025”,  concluye el documento.

CONFESIONES

Atardecer porteño, conferencia de economistas liberales en un rincón distinguido del barrio de Palermo. En la previa un café permite acortar distancias. Los protagonistas debaten en torno al 1,5% de inflación que, horas antes, anunció el Indec.

-A mí me daba ese dato pero a último momento lo cambié por 1,8% porque me vino Frutas y Verduras. Es un rubro jodido, difícil de medir. Por ahí una verdulería tiene las bananas en oferta porque se le pudren y da un precio, y otra no tiene bananas, entonces da otro. Una lástima porque nosotros estimábamos 1,6% -comenta uno de los economistas, vaso en mano, cara de resignado.

-El año que viene vamos a tener un dígito de inflación anual -acota otro-. Pienso que del 8%. Ya no va a tener sentido la medición mensual.

Los profesionales cambian figuritas, coinciden en la proyección general.

-El tema es que no hay inversión. El envión duró hasta febrero. De ahí para acá, no hay nada -dice el primero.

-Es el riesgo Kuka -enfatiza el segundo-. Los empresarios tienen miedo de que vuelva el kirchnerismo, que vuelvan las expropiaciones.

 La afirmación roza con lo increíble. Pensar que una multinacional no hunde capital en la Argentina por el temor a que dentro de dos o seis años el peronismo retome el poder parece de una enorme ingenuidad. Ninguna compañía de ese calibre invierte pensando en un horizonte tan corto en el tiempo. Lógicamente, el juego pendular de la democracia hará que, más temprano o más tarde, pase la ola libertaria y administre la Nación un grupo con otro sello ideológico.

El economista niega con la cabeza, pertinaz: “Es el riesgo Kuka”, insiste.

En el intercambio se cuela otra pregunta: ¿Cuánto tiempo puede estar la Nación sin realizar obra pública, que es una de las razones por las cuales alcanzó pronto el superávit fiscal? La Argentina, país agroexportador, tiene una infraestructura vial que, en algunos puntos, queda anegada ante la menor lluvia. Los camiones, entonces, no logran llevar los granos al puerto. Las provincias de arcas estrechas no harán esas obras. Mucho menos los municipios.

-No hay plata -responde el economista, cortante como un bisturí.

 ARMA TU HISTORIA

Algunos economistas liberales y su versión extrema, los libertarios, han decidido leer sólo una parte de la biblioteca. Tienen una noción fragmentada de la historia del país. Por eso se empecinan en sostener la leyenda de la Argentina potencia, allá por las primeras décadas del siglo XX. Creen que hay que volver a aquello. Esa es su tierra prometida.

El concepto parte de los datos del alto ingreso per cápita de la época, indicador útil para reflejar la situación de desarrollo de una nación, pero que no deja de ser un promedio.

Bueno sería que leyeran, por ejemplo, el libro titulado Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas, escrito por el abogado catalán Juan Bialet Massé. La obra fue realizada y presentada en 1904 a pedido del presidente Julio Argentino Roca y su ministro del Interior, Joaquín V. González -no Lenin y Trotsky, Roca y González- y sirvió como base para la sanción de la Ley Nacional de Trabajo.

Escribe el autor:

* “Bien quisiera tener el talento descriptivo de un Zola para presentar, palpitantes y vivos, los sufrimientos y necesidades de este pueblo, tan abnegado, que son grandes y muchos”.

* “Cuando en las cumbres del Famatina he visto al obrero cargado con 60 y más kilogramos deslizarse por las galerías de las minas, corriendo riesgos de todo género, en una atmósfera de la mitad de la presión normal; cuando he visto en la ciudad de la Rioja al obrero, ganando sólo 80 centavos, metido en la zanja estrecha de una cañería de aguas corrientes, aguantando en sus espaldas un calor de 57°, a las dos de la tarde; cuando he visto a la lavandera de Goya lavar la docena de ropa a 30 centavos, bajo un sol abrasador; cuando he visto en todo el Interior la explotación inicua del vale de proveeduría...”

* “La primera y más grande afirmación que creo poder hacer es: que he encontrado en toda la República una ignorancia técnica asombrosa, más en los patrones que en los obreros. He visto maquinistas que no saben cómo actúa el vapor, carpinteros que no saben tomar la garlopa, electricistas que no saben lo que es la electricidad...”

Esa era la Argentina potencia.

Quizás la esencia del proyecto económico sea la de volver a aquel país de las exportaciones gordas y las condiciones laborales flacas. Las principales espadas libertaria así lo expresan, sin reparos.

Pero esto no es más que un debate de ideas, un escarceo intelectual. La verdad está en la billetera y en el supermercado. De allí que hoy la baja inflación sea para Milei una garantía de éxito electoral, un escudo contra los escándalos financieros. Como bien sintetizó el exgobernador bonaerense, Carlos Ruckauf: "En los barrios pobres $Libra es sólo un signo del zodiaco".