No destruyamos una buena oportunidad

El Gobierno desde hace meses nos ha puesto a dieta de muchos productos en vez de aumentar la producción, le basta a cualquiera notarlo con solo ir a un supermercado.

La realidad está superando la esperanza del ministro Sergio Massa de llegar con menos problemas a las elecciones, aunque pretende adormecer a la opinión pública con falsas esperanzas, heladeras, lavarropas, bonos y enfoques equivocados.

Mantuvo íntegramente el sistema intervencionista cambiando sólo algunas formas externas, una de las manifestaciones más visibles de la continuidad es el control de precios.

La propaganda del gobierno hace aparecer como culpables a comerciantes e intermediarios, éstos saben que cuando se reglamenta un nuevo precio los principales sacrificios lo deben hacer ellos. Sin embargo, se los trata como a delincuentes: se los controla, vigila y amenaza mientras los gastos de sus negocios no dejan de aumentar.

Si el sacrificio fuera parejo, pero no es así. Hay otros sectores que no sólo no se perjudican sino que por ser amigos de funcionarios, matriz de la corrupción, hacen buenos negocios, entre tanto la escasez nos aplasta, faltando incluso insumos médicos. Se necesita que fluyan al mercado más bienes de consumo o sea más producción.

Hay que terminar con los intermediarios de la política y con la burocracia que ahoga al país. El plan de Massa es continuar interviniendo en los precios y en la regulación espontanea del mercado: conseguirá lo que ya está a la vista, que siga disminuyendo la actividad económica.

Dilata encarar medidas de costo político, allanar el camino al futuro gobernante, es que hasta él se sorprendió del resultado de las PASO, pensaba que quedaría solo como jefe de la oposición.

Las graves deficiencias del sistema cambiario dan lugar a turbias acciones. El actual sistema dirigista, discriminatorio y abusivamente autoritario se basa en mecanismos que no permiten el libre desenvolvimiento de las empresas responsables, pero le consiente a gente inescrupulosa maniobras torpes y sucias, una manera fácil de enriquecerse de la noche a la mañana.

No es necesario mencionar la cantidad de escándalos recientes cuyas características y magnitud escapan a la credulidad normal de las personas.

LIBERTINAJE

En Argentina se entiende por democracia libertinaje político, el Gobierno tiene debilidad por países totalitarios porque estos se adaptan mejor al sistema: los viajes a China, la amistad con Irán y Venezuela es más cercana cuanto más se agrava la situación. No les importa que se comercie con quien quiera comprar y pagar sino la clandestinidad y el ocultamiento que permiten esos países, la falta de transparencia respecto a ciertas operaciones.

Hay que reconocerle a Javier Milei tratar de llegar de frente y con claridad a través de una acción tenaz y constante, en vez por razón de argumentos condicionados a tal o cual repercusión política. Se entiende que muchos no quieran malgastar su tiempo en apoyar a los partidos actuales, pero hay una responsabilidad cívica: sumarse a la tarea de convencer a la gente de que no voten nada que hieda a kirchnerismo, recordando que el enemigo de la democracia está también en los partidos que le hacen el juego.

Sergio Massa, con el cuento de la unión nacional, atrajo a muchos radicales, siempre propensos al statu quo. Hay una notable comprensión reciproca entre él y líderes del partido radical a quienes les ha prometido cargos en el Gobierno. Sin duda si el ministro llega al poder procurarán acciones conjuntas, trabajarán tomados del brazo para instaurar un gobierno corporativo.

La tarea de informar correctamente qué ocurre en el país quedó en manos exclusivas de Milei, quien con una agrupación de reciente formación y escasos medios se obligó a encarar la lucha en condiciones por demás desfavorables. La ayuda de Patricia Bullrich y Mauricio Macri le será de mucho valor para poder competir en esta última etapa.

Mientras el ministro dedica largos discursos a contestar inexactitudes y divagaciones propias de diletantes pero, por cierto, más atractivas que la verdad, la sociedad democrática deberá luchar frente a fuerzas poderosas e ideológicamente muy unidas.

Quienes están empeñados en esta dura batalla por la libertad tendrán que abrazar en todos los frentes un esfuerzo común, es un imperativo moral, una ponderable contribución al bien del país.

La maniobra del partido radical de no apoyar la decisión de Patricia Bullrich, criticando malévolamente a Macri, es una vil artimaña: el radicalismo comparte la política económica y social del kirchnerismo, es por eso que trata de inspirar temor a votar a Milei y a su programa de gobierno, intento malicioso de algunos líderes quienes siempre vieron con envidia el protagonismo del expresidente Macri.

Atribuir el fracaso a causas no reales es una treta más de individuos incapaces, por eso Milei, con el sostén de Patricia y Macri, si gana las elecciones estará obligado, con máxima premura, a evitar la hiperinflación mediante rápidas reformas estructurales e implantar la libertad económica. Es la única manera, aunque al principio resulte muy difícil, de facilitar el libre juego del mercado y procurar que aumenten las fuerzas del trabajo.

 SACRIFICIO

Están agotadas las reservas, se han restringido las importaciones de materias primas, reducido la actividad industrial y aumentado enormemente la desocupación. Esta situación es más impopular que las medidas que le corresponderá encararar a Milei si llega al gobierno.

Es muy cómoda la situación de quienes desean pasar por la administración pública eludiendo responsabilidades y realidades, escapando a las sanciones pertinentes con mentiras y tomando chivos expiatorios. Se debe esclarecer a la opinión pública mostrando quienes están de un lado y quienes de otro, en este oscuro proceso de decadencia que vive Argentina donde la gente mantiene con su trabajo al poder que los empobrece y esclaviza.

Votar la fórmula del partido gobernante no es una forma de oponerse al peronismo, sino una forma de apoyarlo, diría Mafalda: “Otra vez sopa”. Liberar la economía requiere convicción y coraje político. Lo tiene tanto Milei como Patricia Bullrich.

El momento de dejar atrás este proceso de asfixia en medio de esta creciente inflación es ahora, votar por una política sana contrabalanceada por el ingreso de capitales. No se debería desperdiciar la oportunidad de terminar con la corrupción del Estado, de dejar de vivir bajo el poder personal y arbitrario de un gobierno que no se ha ocupado de defender los derechos individuales ni de ser responsable de sus actos ante la comunidad.