No dejar de lado el sostén político
La liberación económica y el restablecimiento de la confianza capaz de provocar la afluencia de capitales y una autentica política de expansión es contraria a las ideas y proyectos del kirchnerismo, parte del peronismo y del radicalismo.
Luchar contra ello requiere no sólo convicción sino también de un sostén político que sólo puede provenir de fuerzas afines. Debe comprender el Gobierno que nadie debe mantenerse indiferente a los acontecimientos que vivimos, menos la clase dirigente. Por ello las reuniones de carácter informativo son de vital importancia y deberían continuar amigablemente.
Tampoco puede haber satisfacción en quienes confían en el Gobierno cuando dentro de la agrupación política se observan tristes espectáculos, penosas luchas e intereses, deslealtad y el resquebrajamiento de la unidad de cuerpo, como siempre ha sido en el radicalismo. No se debería imitarlos, el ambiente de discordia y de insidias alimenta la desconfianza y aleja los votos.
EL NUDO
El problema es político: se tiene que emprender, para imponer una economía capitalista, medidas contrarias a una oposición dura y deshonesta opuesta a la liberación económica y al restablecimiento de la confianza.
Los esfuerzos del presidente por evitar la hiperinflación a toda costa, a descartar seguir emitiendo a piacere, sin respaldo, como medio de solventar las dificultades, encuentran una agresiva crítica de la oposición demagógica sustentada en enconada y sistemática propaganda.
Desde el punto de vista económico y social los Kirchner y otros interesados opositores, peronistas e ideólogos nacionalistas, socialistas infiltrados en el radicalismo son la misma cosa. Sus métodos generan inflación, el intervencionismo, el estatismo, los controles, la sustitución de la libre competencia por un régimen de negociados y privilegios y el reemplazo de la iniciativa privada creadora, por la acción burocrática.
El argumento es defender el interés general, así se apoderan de empresas y actividades que les proporcionan poder y beneficios económicos muy por encima de su capacidad. Entre ellos sólo hay distinción en matices menores de aplicación, siempre estas políticas están por encima de las normas vigentes.
Si el Gobierno se hubiera escapado de los problemas por la vía inflacionaria, la crisis se hubiera acentuado sirviendo de caldo de cultivo a problemas sociales y políticos mas graves. Se afrontó la conducción nacional de la economía luego del desastre financiero que dejaron los gobiernos anteriores dejando exhaustas las arcas del Tesoro y al país virtualmente en estado de quiebra.
Se disminuyó la inflación a niveles que se creía imposible de alcanzar en tan corto plazo. Para ello se fue por el camino más difícil, el del sacrificio general: se atrasaron los sueldos, las jubilaciones, continuaron las retenciones al campo e impuestos, se elevó el precio de los combustibles, de la electricidad y los transportes, mientras se encaraban las soluciones de fondo. No había remedio porque, como economista, el presidente sabía que si retomaba el ritmo inflacionario para enfrentar la recesión no habría divisas para importar materias primas industriales. Por esta vía se llegaba también a una situación muy difícil, conflictiva, pero con una diferencia fundamental: la lucha contra la inflación llevaba así, como la otra opción, a grandes sacrificios de la población, pero transitoriamente. Se iba hacia la recuperación, ahora la estamos percibiendo, aunque hay mucho más por hacer como continuar con las reformas estructurales.
LIMPIEZA
Una de las tareas difíciles que enfrenta el Gobierno para disminuir el gasto es el de las empresas estatales: el desequilibrio en el orden económico y financiero está ligado a un mecanismo perverso de corrupción interna, evidentemente relacionado con grupos de aprovechados funcionarios y empleados que explotan beneficios espurios otorgados por administraciones anteriores. Se tendrá que poner fin mediante privatizaciones que liquiden el desorden que ellas significan.
El mayor grado de corrupción se da en la actividad pública porque allí hay menos control y existen más mecanismos sociales que le dan espacio: de la normatividad mal utilizada o de su inadecuación a la realidad surgen posibilidades para derivar ganancias personales.
La burocracia enorme que creó un Estado desmesurado y el poder que este concentró, desarrolló altísimos niveles de corrupción a la par de una disminución de la libertad y de la supremacía de la ley.
Milei debe luchar contra grupos organizados que presionan por obtener beneficios particulares, privilegios que violan el principio de igualdad ante la ley, gracias a su influencia política. Son fuentes espurias fundamentales de la desigualdad social: están acostumbrados a aranceles proteccionistas, mitigación de la competencia, créditos baratos, privilegios en el mercado del trabajo, o de capitales, costeados por quienes no pueden ejercer, como ellos, presión al Gobierno.
Se espera del presidente que no conceda privilegios sino que se encargue meramente de crear condiciones normativas para el funcionamiento y perfeccionamiento del mercado y la competencia. De esta forma los grupos de presión perderán poder y los miembros de la sociedad se podrán dedicar a crear y competir, en lugar de obtener ganancias derivadas del poder del Estado.
La política corporativa destruye la democracia y la libertad, influye sobre las decisiones políticas impidiendo la modernización y el desarrollo.
Cuando el poder político respeta la opinión pública se pueden denunciar los actos de corrupción, incluso los del gobierno. Y la justicia independiente genera las expectativas de castigo necesarias para combatirla. Es por ello que para batallarla las políticas públicas deben tender a fortalecer la sociedad civil, el libre mercado, la propiedad privada y el Estado de derecho.
Este es el camino que la disminuye y también es fuente de progreso material y espiritual. Un Estado arbitrario, como el que sufrimos hasta hace un año, difunde en la sociedad ilegitimidad e ilegalidad, en cambio si la arbitrariedad disminuye el resultado es inverso.
Es lo que están apoyando muchos argentinos con la esperanza de vivir en un país mejor: dejar atrás la restricción de libertades, el aplastamiento de la iniciativa privada, la abolición de derechos constitucionales y la persecución del individuo como falso medio de alcanzar el bien común.
LIBERTAD
Cuando se habla de plan de gobierno hay que tener en cuenta que un gobierno liberal no hace planes para regular la conducta de la gente, sino para que las leyes y fuerzas del mercado puedan funcionar bien, por eso el Pacto de Mayo pretende consensuar medidas para liberar las fuerzas de la gente.
El Estado también debe estar presente: intervenir cuando un problema escapa a las posibilidades del mercado, cuando no puede resolverlo la actividad privada, pero nunca si esa posibilidad no está dada, si pretende abarcar mucho más dejará de amparar, como debe, la propiedad privada, la libertad, la salud y la vida de los argentinos.
Todo poder tiende a ser absoluto, aun el democrático. Sólo puede ser limitado y controlado por otros poderes, de ahí la decisiva gravitación de la pluralidad de poderes en la democracia y por lo tanto de centros de lealtades externos al Estado para la estabilidad del sistema de partidos. El pluralismo ideacional y religioso como también la propiedad privada son elementos que tienden a la diversificación del poder.
Un rasgo común en América Latina ha sido, salvo raras excepciones, la ampliación de los poderes del Estado sobre la sociedad civil, poderes que sólo se reducen como en el siglo XVIII y XIX por el avance de la economía de mercado y una revolución en la mentalidad provocada por las ideas liberales.
Hay que estar atento en situación de crisis porque ésta fuerza a concentrarlos, inclusive en la democracia, o a comprometer su estabilidad.
Por último, el Gobierno debe conciliar sus directrices ideacionales con las posibilidades de tornarlas atractivas para que las apoye la mayoría en las elecciones. Para perdurar debe adaptarse a las incesantes novedades de la realidad, ninguna agrupación política puede perdurar en el tiempo si es rígida, la rigidez es incompatible con la adaptación.