El gobierno de Javier Milei parece dispuesto a sacar provecho rápido de su sorprendente victoria electoral de octubre: ya ha ejecutado importantes cambios en su gabinete –no los últimos- y su nueva estructura refleja, hacia adentro y hacia afuera, nuevas relaciones de fuerzas. Hacia el interior del poder libertario se confirma el aumento de la influencia de Karina Milei, que desequilibra el antiguo “triángulo de hierro”. Ella aparece como alter ego del Presidente en un creciente número de decisiones operativos, define designaciones y ocupa con allegados puestos del dispositivo de la administración que tenían otros aaspirantes (u otros ocupantes). Ese crecimiento contiene el ímpetu expansivo del joven Santiago Caputo, congelándolo casi exclusivamente en sus funciones de consejero estratégico (por ahora menos atendido).
GOBERNADORES Y CGT
Hacia afuera de la estructura íntima del poder (donde adquieren voz y participación en los debates de la mesa política Patricia Bullrich y Diego Santilli) el gobierno empieza a tejer aproximaciones con, en principio, algunos gobernadores (y, por carácter transitivo, con los legisladores que los siguen). Ya ha conseguido acuerdo con varios de ellos para que ayuden a la aprobación del presupuesto (no se excluyen contraprestaciones), algo que la Casa Rosada planifica para el mes de diciembre, y para que colaboren en las reformas que se discutirán en febrero, en sesiones extraordinarias.
Una de esas reformas es la llamada modernización laboral, para cuya aprobación el gobierno está dispuesto a moderar los proyectos más rigurosos que auspician ideólogos empresariales y, entre otros, el desregulador Federico Sturzenegger.
Milei quiere evitar choques con la CGT y esta acaba de promover un nuevo triunvirato de dirección que tampoco quiere una pelea, aunque necesite mostrarse áspero en las palabras. En las conversaciones discretas que ambos sectores despliegan se admiten acuerdos sobre nuevas formas de indemnización por cancelación de contratos, se admite que los gremios sigan beneficiándose con los descuentos por planilla, y las organizaciones defienden los convenios para los trabajadores que ya están formalizados como derechos adquiridos pero aceptarían que haya nuevas reglas de juego que alienten el blanqueo del trabajo hoy en negro.
La voz de los gremios es importante para facilitar la cooperación de un número suficiente de gobernadores y sus bloques.
Diego Santilli, nueva estrella del firmamento mileísta ha sido encargado del reclutamiento de aliados. Él también sabe que no puede avanzar en el objetivo con las manos cerradas como un puño, sino más bien con las manos abiertas, dispuestas a ofrecer todo tipo de argumentos Su primera restricción se llama Luis Caputo, celoso del equilibrio fiscal.
Desde que concluyó la elección de medio término, un Milei empoderado por el voto al oficialismo y mucho más sereno y medido que en meses anteriores, se dedicó a reestructurar su gabinete y a ofrecer al menos algunas de las señales que esperaban tanto los mercados como las grandes fuerzas que lo ayudaron a llegar a la prueba electoral y superarla con éxito. Después de cumplir esas tareas, partió a Estados Unidos. El domingo 26 de octubre fue un punto de inflexión para el gobierno que vio abrirse ante él una nueva oportunidad.
Ese resultado no podría entenderse sin tener en cuenta dos dimensiones convergentes. En el plano doméstico, el oficialismo se benefició de la polarización con un peronismo que, colonizado por la influencia kirchnerista, se atrincheró en el mero rechazo al gobierno y fue incapaz de elaborar una propuesta abierta al crecimiento y al futuro.
RESPALDO DE LOS EE.UU.
Pero el dato probablemente decisivo ha sido el oportuno apoyo que Milei recibe del gobierno de Donald Trump, que lo ayudó a revertir una situación crítica y a ampliar sus bases de sustentación. Esa es una poderosa señal política. Al respaldar con tanto énfasis al gobierno de Milei Donald Trump se ha convertido en garantía y tutela de la viabilidad del proyecto libertario. La nueva etapa se inaugura con una clara articulación entre la Casa Rosada y la Casa Blanca.
Tanto Trump como su secretario del Tesoro insistieron en que Milei ampliara su base de sustentación y abriera el diálogo convocando a otros actores políticos. El Presidente invitó a Mauricio Macri y convocó a una reunión de gobernadores (sin la presencia de cuatro mandatarios apuntados como kirchneristas).
El encuentro con Macri no terminó como el jefe del Pro esperaba: la reestructuración del gabinete que el Presidente inició con los recambios en Cancillería y en la Jefatura de Gabinete, aunque están en la línea del ensanchamiento de la base de apoyo que aconseja Washington no sigue la línea de loteo del Gobierno que imaginaban tanto Macri como muchos analistas: para Milei “ampliar” no equivale a nada parecido a una coalición.
El jefe del PRO se decepcionó con el alejamiento de Guillermo Francos de la Jefatura de Gabinete, y malicia que la incorporación de Santilli es un nuevo paso de los Milei para desguazar el PRO. Macri hizo mutis sobre estas sospechas, pero cuestionó el reemplazo de Francos y luego reunió la mesa nacional del PRO para definir una línea de apoyo independiente al Gobierno, con bloques parlamentarios separados.
Manuel Adorni, a quien Macri calificó como poco preparado para las funciones que cumplía Francos no se ocupará, en rigor, de esas tareas; ha sido ubicado en ese casillero teóricamente central del dispositivo del Gobierno para extender su tradicional rol de vocero hacia dentro de la administración, transmitiendo las líneas definidas por los dos lados más sólidos del “triángulo de hierro”, los que responden al apellido Milei.
MISION DE SANTILLI
Las funciones de diálogo político (con partidos, con las provincias, con el Congreso), como ya quedó claro, estarán en manos de Diego Santilli; cuya incorporación al gabinete compensa con un cuadro de amplia experiencia y atractivo electoral recién probado exitosamente en la provincia de Buenos Aires la lamentada pérdida de Francos.
Milei le encomendó taxativamente que se ocupe de seguir el diálogo con los mandatarios provinciales y con el Congreso que el presupuesto nacional del año 2026 pueda compatibilizar los principios de equilibrio fiscal que el gobierno enarbola y la reivindicación de recursos, servicios y obras que las provincias demandan.
Santilli tiene una larga y colorida historia en la construcción política y en la función pública, ha servido a distintos gobiernos y encarna la idea de ampliación que el Presidente prefiere: la incorporación a su proyecto, la cooptación. Milei está construyendo un partido propio desde arriba -un rasgo que comparte con el primer peronismo- y al ratificar su crecimiento electoral, suma cuadros provenientes de fuerzas en declinación, como el PRO y la UCR.
El primer ejemplo fue el de Patricia Bullrich y Luis Petri, que ingresaron al gobierno formando parte cada uno de un partido diferente y ahora se disponen a dejar el gabinete y a llegar al Congreso como miembros de La Libertad Avanza.
Hasta ahora el poder central tenía escaso peso político en las provincias. Cuando Milei llegó a la Casa Rosada en 2023, la performance de su partido en la primera vuelta electoral no había sido muy buena, había conseguido una magra cosecha de legisladores y ningún gobernador. Por eso dependía en el Congreso de la cooperación de otras fuerzas y, sobre todo, de la de gobernadores ajenos, pero esa ayuda se debilitó este año en parte por la propia gestión del poder central, su intransigencia y sus modales, que empujaron a esos aliados al campo de la disidencia. Después de la elección de octubre, su fuerza sumada a la de aliados firmes en el Congreso lo aproxima a la posibilidad de contar con quorum propio. Milei puede remediar aquel déficit original.
EN LA VEREDA DE ENFRENTE
En la vereda de enfrente, el éxito de Milei ha dinamizado el proceso de revisión que ya se venía tramitando en el seno del electorado y los cuadros peronistas.
Decíamos aquí en octubre: “El kirchnerismo decae claramente: tiene escasa relevancia en el peronismo del interior,peronista. La figura de Cristina Kirchner está erosionada allí principalmente porque está conectada a sucesivas derrotas electorales, y a un empecinamiento en mantener posiciones de poder que obstruyen las posibilidades de renovación de un movimiento que ha sobrevivido por su capacidad de adaptarse a diferentes climas y necesidades de época”.
El kirchnerismo congeló al electorado peronista del conurbano en propuestas que ya no funcionan, y desde esa trinchera electoral, obstruyó los movimientos de actualización programática del peronismo de todo el país. Se trata de una crisis sin resolución a la vista. El gobernador Axel Kicilof, que aparece como su desafiante en la provincia de Buenos Aires, se encuentra enredado en un debate que lo vincula a la señora de Kirchner, como la otra cara de la misma moneda.
NUEVO TIEMPO POLITICO
En esta trama, Milei se muestra como la alternativa que ha encontrado un principio de orden: apoyarse en el voto, en la asociación con Washington y en mensajes reformistas que mantienen vivo hasta ahora el crédito político del gobierno. Riesgo: al no contar con una oposición vigorosa y políticamente viable, los conflictos tenderán a internalizarse. Pero eso demandaría cierto tiempo de maduración.
Entretanto, la renovación del liderazgo de Milei constatada el 26 de octubre puede ser leída como el comienzo de un nuevo tiempo político. El primero fue el de la instalación: la irrupción del outsider, la sorpresa, la confrontación. Este segundo tiempo requiere de la construcción: la búsqueda de acuerdos y la consolidación de un proyecto articulado en una inserción internacional de la Argentina en un mundo que se reconfigura... con la tutela de Donald Trump.
GOBERNADORES Y CGT
Hacia afuera de la estructura íntima del poder (donde adquieren voz y participación en los debates de la mesa política Patricia Bullrich y Diego Santilli) el gobierno empieza a tejer aproximaciones con, en principio, algunos gobernadores (y, por carácter transitivo, con los legisladores que los siguen). Ya ha conseguido acuerdo con varios de ellos para que ayuden a la aprobación del presupuesto (no se excluyen contraprestaciones), algo que la Casa Rosada planifica para el mes de diciembre, y para que colaboren en las reformas que se discutirán en febrero, en sesiones extraordinarias.
Una de esas reformas es la llamada modernización laboral, para cuya aprobación el gobierno está dispuesto a moderar los proyectos más rigurosos que auspician ideólogos empresariales y, entre otros, el desregulador Federico Sturzenegger.
Milei quiere evitar choques con la CGT y esta acaba de promover un nuevo triunvirato de dirección que tampoco quiere una pelea, aunque necesite mostrarse áspero en las palabras. En las conversaciones discretas que ambos sectores despliegan se admiten acuerdos sobre nuevas formas de indemnización por cancelación de contratos, se admite que los gremios sigan beneficiándose con los descuentos por planilla, y las organizaciones defienden los convenios para los trabajadores que ya están formalizados como derechos adquiridos pero aceptarían que haya nuevas reglas de juego que alienten el blanqueo del trabajo hoy en negro.
La voz de los gremios es importante para facilitar la cooperación de un número suficiente de gobernadores y sus bloques.
Diego Santilli, nueva estrella del firmamento mileísta ha sido encargado del reclutamiento de aliados. Él también sabe que no puede avanzar en el objetivo con las manos cerradas como un puño, sino más bien con las manos abiertas, dispuestas a ofrecer todo tipo de argumentos Su primera restricción se llama Luis Caputo, celoso del equilibrio fiscal.
Desde que concluyó la elección de medio término, un Milei empoderado por el voto al oficialismo y mucho más sereno y medido que en meses anteriores, se dedicó a reestructurar su gabinete y a ofrecer al menos algunas de las señales que esperaban tanto los mercados como las grandes fuerzas que lo ayudaron a llegar a la prueba electoral y superarla con éxito. Después de cumplir esas tareas, partió a Estados Unidos. El domingo 26 de octubre fue un punto de inflexión para el gobierno que vio abrirse ante él una nueva oportunidad.
Ese resultado no podría entenderse sin tener en cuenta dos dimensiones convergentes. En el plano doméstico, el oficialismo se benefició de la polarización con un peronismo que, colonizado por la influencia kirchnerista, se atrincheró en el mero rechazo al gobierno y fue incapaz de elaborar una propuesta abierta al crecimiento y al futuro.
RESPALDO DE LOS EE.UU.
Pero el dato probablemente decisivo ha sido el oportuno apoyo que Milei recibe del gobierno de Donald Trump, que lo ayudó a revertir una situación crítica y a ampliar sus bases de sustentación. Esa es una poderosa señal política. Al respaldar con tanto énfasis al gobierno de Milei Donald Trump se ha convertido en garantía y tutela de la viabilidad del proyecto libertario. La nueva etapa se inaugura con una clara articulación entre la Casa Rosada y la Casa Blanca.
Tanto Trump como su secretario del Tesoro insistieron en que Milei ampliara su base de sustentación y abriera el diálogo convocando a otros actores políticos. El Presidente invitó a Mauricio Macri y convocó a una reunión de gobernadores (sin la presencia de cuatro mandatarios apuntados como kirchneristas).
El encuentro con Macri no terminó como el jefe del Pro esperaba: la reestructuración del gabinete que el Presidente inició con los recambios en Cancillería y en la Jefatura de Gabinete, aunque están en la línea del ensanchamiento de la base de apoyo que aconseja Washington no sigue la línea de loteo del Gobierno que imaginaban tanto Macri como muchos analistas: para Milei “ampliar” no equivale a nada parecido a una coalición.
El jefe del PRO se decepcionó con el alejamiento de Guillermo Francos de la Jefatura de Gabinete, y malicia que la incorporación de Santilli es un nuevo paso de los Milei para desguazar el PRO. Macri hizo mutis sobre estas sospechas, pero cuestionó el reemplazo de Francos y luego reunió la mesa nacional del PRO para definir una línea de apoyo independiente al Gobierno, con bloques parlamentarios separados.
Manuel Adorni, a quien Macri calificó como poco preparado para las funciones que cumplía Francos no se ocupará, en rigor, de esas tareas; ha sido ubicado en ese casillero teóricamente central del dispositivo del Gobierno para extender su tradicional rol de vocero hacia dentro de la administración, transmitiendo las líneas definidas por los dos lados más sólidos del “triángulo de hierro”, los que responden al apellido Milei.
MISION DE SANTILLI
Las funciones de diálogo político (con partidos, con las provincias, con el Congreso), como ya quedó claro, estarán en manos de Diego Santilli; cuya incorporación al gabinete compensa con un cuadro de amplia experiencia y atractivo electoral recién probado exitosamente en la provincia de Buenos Aires la lamentada pérdida de Francos.
Milei le encomendó taxativamente que se ocupe de seguir el diálogo con los mandatarios provinciales y con el Congreso que el presupuesto nacional del año 2026 pueda compatibilizar los principios de equilibrio fiscal que el gobierno enarbola y la reivindicación de recursos, servicios y obras que las provincias demandan.
Santilli tiene una larga y colorida historia en la construcción política y en la función pública, ha servido a distintos gobiernos y encarna la idea de ampliación que el Presidente prefiere: la incorporación a su proyecto, la cooptación. Milei está construyendo un partido propio desde arriba -un rasgo que comparte con el primer peronismo- y al ratificar su crecimiento electoral, suma cuadros provenientes de fuerzas en declinación, como el PRO y la UCR.
El primer ejemplo fue el de Patricia Bullrich y Luis Petri, que ingresaron al gobierno formando parte cada uno de un partido diferente y ahora se disponen a dejar el gabinete y a llegar al Congreso como miembros de La Libertad Avanza.
Hasta ahora el poder central tenía escaso peso político en las provincias. Cuando Milei llegó a la Casa Rosada en 2023, la performance de su partido en la primera vuelta electoral no había sido muy buena, había conseguido una magra cosecha de legisladores y ningún gobernador. Por eso dependía en el Congreso de la cooperación de otras fuerzas y, sobre todo, de la de gobernadores ajenos, pero esa ayuda se debilitó este año en parte por la propia gestión del poder central, su intransigencia y sus modales, que empujaron a esos aliados al campo de la disidencia. Después de la elección de octubre, su fuerza sumada a la de aliados firmes en el Congreso lo aproxima a la posibilidad de contar con quorum propio. Milei puede remediar aquel déficit original.
EN LA VEREDA DE ENFRENTE
En la vereda de enfrente, el éxito de Milei ha dinamizado el proceso de revisión que ya se venía tramitando en el seno del electorado y los cuadros peronistas.
Decíamos aquí en octubre: “El kirchnerismo decae claramente: tiene escasa relevancia en el peronismo del interior,peronista. La figura de Cristina Kirchner está erosionada allí principalmente porque está conectada a sucesivas derrotas electorales, y a un empecinamiento en mantener posiciones de poder que obstruyen las posibilidades de renovación de un movimiento que ha sobrevivido por su capacidad de adaptarse a diferentes climas y necesidades de época”.
El kirchnerismo congeló al electorado peronista del conurbano en propuestas que ya no funcionan, y desde esa trinchera electoral, obstruyó los movimientos de actualización programática del peronismo de todo el país. Se trata de una crisis sin resolución a la vista. El gobernador Axel Kicilof, que aparece como su desafiante en la provincia de Buenos Aires, se encuentra enredado en un debate que lo vincula a la señora de Kirchner, como la otra cara de la misma moneda.
NUEVO TIEMPO POLITICO
En esta trama, Milei se muestra como la alternativa que ha encontrado un principio de orden: apoyarse en el voto, en la asociación con Washington y en mensajes reformistas que mantienen vivo hasta ahora el crédito político del gobierno. Riesgo: al no contar con una oposición vigorosa y políticamente viable, los conflictos tenderán a internalizarse. Pero eso demandaría cierto tiempo de maduración.
Entretanto, la renovación del liderazgo de Milei constatada el 26 de octubre puede ser leída como el comienzo de un nuevo tiempo político. El primero fue el de la instalación: la irrupción del outsider, la sorpresa, la confrontación. Este segundo tiempo requiere de la construcción: la búsqueda de acuerdos y la consolidación de un proyecto articulado en una inserción internacional de la Argentina en un mundo que se reconfigura... con la tutela de Donald Trump.
