No aman a la patria
Señor Director:
Un principio básico, tan básico que ya Aristóteles escribía sobre él, sostiene que toda acción que realiza el hombre tiene y busca un fin: todo tiende a un fin. Para alcanzar esos fines, la persona dispone de medios o herramientas. Así el pintor, con un pincel, un cuadro y un bastidor, realiza una obra de arte; el cantante con su voz logra una pieza musical, y el más humilde de los obreros usa las suyas para alcanzar su fin. Voy a dejar esta idea y luego la retomaremos. Nuestro país se encuentra atravesado por años de muchas crisis, crisis que cada año se tornan más profundas, que dejan grandes daños, en algunos casos irreversibles (como ser la desnutrición infantil en niños menores de 5 años). Nosotros, sus habitantes, aprendimos a soportar la pobreza, la drogadicción, el narcotráfico, la persecución sindical, la educación ideologizada, las escuelas vacías, pero, sobre todo, hemos aprendido a convivir con los grandes responsables (y no únicos) del devenir de nuestro país: los políticos.
Políticos que no hacen más que faltar a la verdad, que mienten incesantemente sobre obras que nunca hicieron, planes que nunca llevaron adelante, ayudas que nunca llegaron.
Políticos que gobiernan desde CABA y nunca recorrieron nada más que CABA, que no conocen la idiosincrasia del argentino, que no conocen sus raíces mucho menos su religión. Políticos que no conocen la historia y gobiernan para intereses ajenos que les venden “su lado” de la historia. Políticos que hablan de Churchill y Margaret Thatcher, pero no reconocen a sus héroes de Malvinas. Políticos que están más interesados en los perros y las vacas que en la vida digna de los argentinos.
Políticos que no tienen un norte, porque no sólo que no conocen ni saben lo que hacen, sino que además no les interesa conocer.
Por eso retomando la idea primera y principal, afirmamos que la política también tiene un fin que es la buena vida de sus ciudadanos. Cada uno de los poderes dentro de nuestro país cumple funciones distintas, como así también cada ministerio, cada secretaria, cada área. Es por esto que no es el mismo el fin que persiguiría el Ministerio de Capital Humano que el de Salud. Cada persona que ocupa un cargo dentro de su área cumple un rol y debe siempre buscar el bien y buscar llevar a su organismo a cumplir el fin para el cual fue creado. El trabajo coordinado de todos los Ministerios, funcionarios, organizaciones del tercer sector, entre otros, deberían siempre tender al bien común.
Pero la realidad es distinta. Cada persona que ocupa un cargo, confunde los medios con los fines, y es así como los viajes se vuelven el objeto más buscado (y no las oportunidades que puedan surgir de los viajes). La comunicación es el pilar fundamental, donde existe la mayor cantidad de empleados, la gestión está al servicio de la comunicación y no la comunicación al servicio de la gestión. Y, finalmente, son más importantes los dictámenes jurídicos y las observaciones administrativas que los proyectos y programas estratégicos.
Cuando el fin está viciado o es cambiado por los medios, se genera un desorden que inevitablemente lleva a un mal. Así llegamos hasta acá y, por lo que vemos, seguiremos así por algún tiempo: la política no busca ni servir, ni el bien común, mucho menos el buen vivir de sus ciudadanos, por el contrario, sus funcionarios buscan la fama, están más atentos a Instagram que a las personas que caminan todos los días su zona, buscan viajar, vivir en Zona Norte, y cada dos años militar para ocupar otro cargo. Nadie puede amar lo que no conoce: ustedes, señores políticos, no pueden ser un bien para la Patria porque no la conocen y por ende no la aman.
Guadalupe Correa.