"Ningún fondo aceptará la propuesta''

La oferta realizada por el Gobierno a los bonistas para reestructurar la deuda es apenas el primer paso de una larga negociación, asegura Sebastián Maril, CEO de FinGurú. El riesgo de que los Fondos Buitre pongan palos en la rueda.

En medio de la parálisis económica generada por la pandemia de Coronavirus, concentradas las miradas en las expectativas sanitarias y las medidas de salvataje sobre un sector privado al borde del quebranto, el Gobierno llevó adelante la presentación de la oferta a los bonistas para reestructurar la deuda externa. Resultó, en el contexto, extemporáneo.

Los expertos, que suelen tener una mirada diferenciada y más profunda sobre este tipo de eventos encuentran en la presentación del jueves dos cosas para recalcar: que no se publicaron los detalles, la letra chica de la reestructuración; y que esta maniobra es apenas la primera baldosa de un largo sendero de negociaciones.

El Gobierno puso en marcha la delicada ingeniería de la renegociación, que comprende 21 bonos emitidos bajo el kirchnerismo y el macrismo, los cuales incluyen además series diversas. En este complejo mecanismo financiero, un mínimo traspié puede echar por tierra cualquier acuerdo con afán global. Se transita, de alguna manera, por un campo minado.

Si era o no momento de llevar adelante la oferta, si los bonistas agrupados en los principales fondos dedicarán su tiempo a estudiar el asunto, si terminaremos marchando inevitablemente hacia el default, si el rol del FMI es clave o no, sobre todo eso habló Sebastián Maril, CEO de FinGuru.

-Se preveía una propuesta agresiva por parte del Estado argentino. ¿Considera que lo fue?

-Siempre la primera oferta en una reprogramación de deuda debe ser extrema. Debe realizarse una en la cual se sabe que no habrá acuerdo, que la otra parte no va a aceptar. Es, a grandes rasgos, como ir a comprar un auto. Tarde o temprano las dos partes interesadas terminan llegando a lo que podríamos llamar un punto intermedio. El problema en reestructurar la deuda en estas condiciones es que hay que mostrar cierto tipo de comprensión, que lo que se le está pidiendo a los acreedores es romper el contrato firmado hace mucho tiempo atrás con los bonos emitidos y ahora que ellos comprendan que debe hacerse esto por la situación de crisis que atraviesa el país. Por más que se trate de un gobierno soberano y que ellos sean inversores privados, el que tiene que ceder algo debe ser el emisor de los bonos. La realidad es que este anuncio es muy fresco y el 95% de los detalles de la oferta no se conoce. Con lo ya conocido puedo decir que la propuesta es agresiva.

-¿Lo sorprendió algo? ¿Esperaba una mayor quita en el capital?

-No me sorprendió nada porque la verdad es que desde el mes de enero hemos escuchado mil escenarios diferentes de quita en la reprogramación de la deuda. Hemos hablando tanto del asunto que ya no sorprende nada. Se han dado tantos pronósticos y construido tantos escenarios que alguno seguro que la va a pegar.

REACCION

-¿Cómo vislumbra que será la reacción de los bonistas?

-A nadie le gustó. Empecemos por pensar que muchos ya se sentaron a negociar con el Gobierno mucho antes. El Gobierno empezó a armar esta oferta, esta reestructuración de la deuda junto con algunos fondos, que ayudaron a preparar una salida. Que hayan ayudado no implica, sin embargo, que vayan a aceptarlo. Ninguno de los fondos aceptará esto. Es sencillo: en esta etapa el Gobierno dijo sus números, los presentó, pero ninguno aceptará. Al menos no ahora.

-Se presentó la oferta. ¿Cuál es la instancia siguiente?

-El procedimiento es encontrar que las acciones colectivas se cumplan. Hay bonos K y bonos M. Ambos tienen cláusulas colectivas, por lo tanto allí ya tenemos una propuesta dividida en dos. Algunos se pueden reestructurar de una manera más sencilla que otros. Para eso debe cumplirse el valor mínimo de aceptación.

-Las cláusulas de acción colectiva tienen un piso del 65%, pero además cada serie de bonos tiene su propia estructura compleja de negociación.

-Las series de los bonos K tienen cláusulas más agresivas para el Gobierno. Pero esto no es culpa del gobierno, es culpa del contexto internacional en el cual se emitieron. Hay que tener el cuidado de entender hoy que estos números son generales, muy generales. Es como ir volando un avión y mirar la tierra desde la ventanilla a 12 mil metros de altura.

-A comienzos de año se destacaba que la estrategia del gobierno pasaba por lograr que los cuatro fondos de inversión más grandes ingresaran en el plan de reprogramación, y que así arrastraran al resto. ¿Sigue en pie esa estrategia?

-La verdad es que son 12 bonos, por lo tanto se necesita que cada uno de esos bonos tenga masa crítica importante como para que aquellos que no acepten igual se suban al tren. Ni los inversores saben qué porcentaje de títulos está en manos de cada persona. Eso podemos verlo en la pantalla de Bloomberg, pero en realidad los datos se actualizan una vez por trimestre. La realidad es que si tengo a los principales bonistas de cada serie, nombres grandes, probablemente también tenga entonces a los chicos.

-¿Pueden involucrarse los fondos buitre?

-Los Fondos Buitre no se suban a esta oferta. Esos van a trabar la propuesta del gobierno. Han sumado poder de fuego en este tiempo.

-¿El precio de los bonos facilita el ingreso de estos fondos?

-El precio sí, ya tocó un límite, ingresó en la zona en la cual operan los fondos buitre. No es que vayan a litigar, sino que muchas veces también compran para negociar y obtener beneficios.

TIMING

-¿Era el momento de salir a realizar la propuesta en medio de una pandemia que ha paralizado la economía global?

-No se puede esperar para negociar si no se tiene la plata para pagar. La Argentina no tiene monedas en la alcancía y ya se le rompió el chanchito, que es el Banco Central.

-El mundo está altamente endeudado. ¿Una amenaza de default global podría ayudar a la Argentina en su negociación?

-Es necesario que Argentina llegue a un acuerdo y los acreedores lo saben. El riesgo país está en la zona de los 4.000 puntos, y está como está no por Argentina sino por el contexto mundial. Argentina sigue estando tan mal como al principio. El precio de los bonos reflejan la caída de los precios argentinos y la suba de los bonos americanos. Si los precios de los bonos están un poco por encima o por debajo de lo que dijo Guzmán, se acomodarán a la propuesta.

-¿Qué rol le cabe al FMI en esta negociación? La descripción que realizó días atrás del estado de la economía argentina parecía enviarle a los bonistas una señal en la cual sugería tomar la propuesta sin mucha resistencia.

-El FMI ya aprobó cualquier cosa. Ya aprobó esto también. Lo más importante ahora es si el Fondo aprueba un salvataje por el coronavirus. Ya mandó fondos a Costa Rica, El Salvador y otros países.
 

"Hay riesgo de cross default"

Todos los análisis, desde los más diversos flancos, son posibles de ser ejecutados en lo que respecta a la renegociación de la deuda externa. Hasta ahora tenemos apenas el trazo grueso de lo ofertado por el Gobierno, pero interesa sobremanera conocer también la visión de los portfolio managers. Pasar del otro lado del mostrador y contemplar desde una perspectiva diferente el plan que ha diseñado el equipo económico.

Especialista en el diario manejo de las inversiones, José Ignacio Bano, gerente de Research de InvertirOnline, encuentra pro y contras en los claroscuros de la oferta. Se trata, por sobre todas las cosas, de un escenario en el cual todavía abundan las dudas y escasean las certezas.

-¿Qué destaca de la propuesta argentina?

-La verdad es que me llama la atención lo poco que dijeron de la propuesta. En realidad no nos hicieron llegar la propuesta al público. Son muchas más las dudas que las certezas. Fue un anuncio político de que estamos negociando la deuda con los acreedores privados. No mucho más que eso. Para cualquier técnico que sepa del asunto y que toma una planilla y descuenta el flujo de fondo, no hay material para trabajar.

-¿Puede considerarse agresiva la oferta?

-Hay algunas cosas dentro de la oferta que pueden ser más agresivas que otras. Se hablaba en la previa de que iba a haber una quita nominal de capital del 5,4%, y no ocurrió. Eso no es agresivo. Está bien. Está bueno que le llegue como mensaje, como señal para el portfolio manager que no lo estás forzando a aceptar una pérdida del capital. Es correcto. Claro que, en cambio, es bastante agresivo el `no te pago nada por tres años'. Lo que está ocurriendo es que el mundo vive a tasa cero y lo que quiere un portfolio manager es mejorar la tasa de sus inversiones, y por eso recurre a estos activos para lograr una mayor rentabilidad. Si esto también es tasa cero, la estrategia se desploma. Sólo se podrá especular entonces con que se aprecie el bono.

-Algunos especialistas remarcan que este tipo de bonos representa un mínimo porcentaje en la cartera de los grandes fondos, y que por eso no van a permitir una reprogramación semejante, para evitar que otros países imiten esta acción. ¿Coincide con este enfoque?

-Es muy difícil. Es un punto valido, pero hay otros tantos puntos en el medio que se hace realmente muy difícil vislumbrar lo que va a ocurrir. ¿La cláusula de acción colectiva nos juega a favor o en contra?

-Con la cláusula de acción colectiva lo que hay que hacer es conseguir que la mayor parte del capital vaya aceptando. El mes próximo viviremos en un juego de rumores. Comenzarán circular versiones de que tal fondo acepta y tal otro no. Será una especulación de un mes. Es un tema bravísimo que nos pone en situación de debilidad muy fuerte. La cláusula de cross default es un riesgo y dice que si uno de los 21 bonos entra en default, el cross activa el default de todos los otros. La cláusula de acción colectiva exige que cuando se pide un cambio en las condiciones como ahora, necesitas la aceptación del total y de cada una de las series en particular. Si sos un fondo buitre que quiere apretar, basta con que compre la mitad de un bono chico, por unos u$s 250 millones, y ya tiene poder para voltear los u$s 68 mil millones que se quieren renegociar.

-¿Era el momento de hacer la oferta?

-Tal vez no era el momento, pero no había otra alternativa. Se están hablando muchas cosas. El G20 dejó que países más pobres no tengan que devolver el dinero, y habrá medidas para emergentes, entre los que está la Argentina. La realidad es que toda la deuda nominada en moneda extranjera, ley Nueva York, es muy baja. Los grandes vencimientos que tiene que afrontar la Argentina son bajo legislación local. Y eso se lo sacó de encima hace unos días con un decreto. Los vencimientos suman u$s 4.000 millones, la mitad de las reservas. Se podía pagar, pero en esta situación de debilidad e incertidumbre, tal vez decidan preservas reservas. A comienzos del año el Gobierno decía que necesitaba tener espalda para pagar la deuda. Ahora, en este contexto, va a necesitar mucha más espalda. Se van a tener que guardar reservas para estimular la economía, por lo cual no van a perder ningún centavo.

-¿El riesgo de default global puede ayudar a la Argentina en su negociación?

-Sí, puede ser. Se espera una acción de clases, que haya una resolución para todos los emergentes. Desde ese punto de vista sí. En la semana hablé con Héctor Torres, que fue director en el FMI, y una de las cosas que planteaba es que si vos ya defaulteaste y vas a un tribunal, la situación a defender es muy distinta si hiciste una propuesta super agresiva y que nadie aceptó, que si se lleva adelante algo más amistoso. Es diferente si se le pide a los acreedores que aguanten un poco hasta que nos recuperemos, en lugar de ser agresivos. Frente a los tribunales, es más defendible. Torres fue muy crítico con la estrategia argentina. Dijo que pretender que los problemas de la Argentina se resuelven arreglando la deuda es una pavada. Tenemos un millón de problemas que nos llevaron a caer en esta situación.

-¿Cómo sigue esto si no hay arreglo?

-Mientras sigamos pagando no iremos a un litigio. En el momento en que dejemos de pagar hay un mes para cerrar el acuerdo. El tema es si vamos a seguir pagando o no. Da la sensación de que la semana que viene no pagarán el vencimiento de u$s 500 millones que está en agenda.