Buena Data en La Prensa

Ni vivos ni muertos

Como decía José María Cabodevilla “la estadística es esa ciencia que nos hace creer que todos comieron medio pollo cuando unos comieron un pollo y otros no comieron nada”. De todos modos es útil porque nos ayuda a hacer diagnósticos y proyecciones.

SOMOS POCOS

Es una realidad que nuestro país tiene un extensísimo territorio poco poblado. “Gobernar es poblar” expresó Juan B. Alberdi en su libro “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”.

En el Boletín N°1350 de Notivida, podemos leer que “El 14 de marzo el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicó los indicadores de fecundidad elaborados a partir del Censo que se llevó a cabo el 18 de mayo de 2022. El promedio de hijos nacidos vivos por mujer es 1,4”.

El mencionado boletín más adelante aclara que: “para que la población se mantenga estable ese indicador debe ser 2,1. Con un promedio de hijos por mujer de 1,4 -que es el que menciona el INDEC- la población va decayendo y sus efectos son cada vez más visibles”.
Los nacidos vivos en 2020 fueron 533.299, en 2021, 529.794 y en 2022 495.295.

Es cierto que la decisión de tener hijos, cuántos y cuán espaciados es personal, pero, también es verdad que estas decisiones pueden ser incentivadas o desfavorecidas por las políticas públicas nacionales, las presiones geopolíticas poblacionales extranjeras y la cultura hegemónica.

ESTADÍSTICAS VITALES

Para estudiar las cuestiones poblacionales y extraer conclusiones, los Estados aportan datos duros. En nuestro país, la Información Básica de Estadísticas Vitales que provee la Dirección de Estadísticas e Información en Salud, da cuenta de nacimientos y defunciones de todos los seres humanos, ocurridos en nuestro país durante el año, y sus causas de muerte, es decir de los humanos nacidos y por nacer y por qué razón no continuaron con vida. Las defunciones de los no nacidos se categorizan en cuadros aparte de los fallecimientos de niños y de adultos.
Las últimas estadísticas demográficas que disponemos al día de hoy son de 2022.

Revisando dichos datos encontramos un “detalle” nada menor.

DEFINICIONES

Para que no haya confusiones ni malos entendidos, los informes aportan un glosario sobre el significado que se le dará a cada término clave, aunque puedan parecer muy obvios. De este modo se definen, nacido vivo, edad, nivel de instrucción, peso al nacer y lugar de ocurrencia, entre otros.

Según la definición que brinda el glosario, la defunción fetal “es la muerte ocurrida con anterioridad a la expulsión completa o extracción del cuerpo de la madre de un producto de la concepción, cualquiera que haya sido la duración del embarazo; la defunción se señala por el hecho de que, después de tal separación, el feto no respira ni muestra cualquier otro signo de vida, tal como el latido del corazón, la pulsación del cordón umbilical o el movimiento efectivo de músculos voluntarios”. Es decir, se refiere a la muerte de un niño por nacer cualquiera sea la causa y la edad que tenga, en el período que va desde su concepción hasta que se encuentra fuera del vientre materno.

Atendamos también a la definición de causa de defunción: “Son todas aquellas enfermedades, estados morbosos o lesiones que produjeron la muerte, o que contribuyeron a ella y las circunstancias del accidente o de la violencia que produjo dichas lesiones”, es decir todo tipo de causas, naturales o accidentales, espontáneas o planificadas, involuntarias o provocadas. Está bien claro que se trata de toda causa de muerte.

Si nos atuviéramos -aunque no estemos de acuerdo con tal definición- a lo que la OMS dice del término aborto: “interrupción de un embarazo tras la implantación del huevo fecundado en el endometrio antes de que el feto haya alcanzado viabilidad, es decir, antes de que sea capaz de sobrevivir y mantener una vida extrauterina independiente”, estaríamos contestes que el aborto provocado es una causa de muerte, ya que la consecuencia lógica de interrumpir un embarazo de un bebé que no puede vivir solo fuera del útero, lo conduce a la muerte.

¿Cuál es el “pequeño detalle”? Que los informes, pese a tanta definición de términos, no consignan los abortos provocados como muertes fetales.

El Banco de Recursos ImplementAr realiza informes oficiales sobre la cantidad de abortos que se acogen a la ley 27.610, consignando las ILE/IVE (interrupciones legales y voluntarias) y se realizan en instituciones sanitarias oficiales, desde la legalización del aborto eufemísticamente denominada Interrupción voluntaria del embarazo (IVE). En 2021 se practicaron 73.487 abortos, en 2022, 96.664. Para esos años, solamente se consignan 4.449 en el primer año y 4.375 muertes fetales en el segundo. En dos años al menos 161.327 seres humanos no fueron registrados ni como nacidos vivos, ni como muertos antes de nacer. (Y eso, sin contar los que fueron abortados en instituciones privadas).

Las estadísticas oficiales son así, no solo a nivel nacional, sino también las provinciales. Es razonable desde este punto de vista ¿qué gobierno quisiera ver aumentadas de semejante manera sus muertes fetales?

Hay seres humanos a los que no solo se les ha privado del principal derecho humano que es la vida, ni siquiera se les ha dejado ser un número en las tristes estadísticas de muertos.

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