Quizás vos sientas como yo, que nacer y entrar en este mundo es algo parecido a subir a un taxi, pues apenas pusiste la cola en el asiento, aún no se movió… ¡y ya debés muchos pesos!.
Por eso, si como dicen los que creen en la reencarnación, una vez que nuestra alma haya partido al cielo, tarde o temprano va a ser invitada a volver, yo voy a gritar ante mis superiores: “¡un momentito, ahora quiero condiciones, si, nazco de nuevo…. pero solo si me subsidian!”. Que me den formularios para solicitar, no para renunciar subsidios.
Como los seres superiores del cielo son como los presidentes, no necesitan subsidios y no están acostumbrados a renunciar a nada, me van a obligar a que les explique a qué me refiero, y entonces haré mi lista de peticiones. Aquí va.
Primero, para volver a nacer quiero tener la seguridad de que me voy a parecer a George Clooney o a Brad Pitt, y de no ser así, exijo venir con el subsidio para la cirugía estética, dinamita incluida para cambiarme la nariz, si me parezco al que soy ahora.
Segundo, elijo nacer en la ciudad de Tintagel, no solo porque cuenta con hermosos paisajes, sino también porque está en el Reino Unido y no tendré que pasarme años estudiando inglés, contra mi voluntad, como me pasó en esta vida. Pero si no se puede y me vuelven a mandar al Abasto, quiero un subsidio para comprarme una cabaña en Pehuencó, con wi-fi, obvio, para poder mandar las columnas por email a ‘La Prensa’, que seguro va a estar por el número dos millones, entonces.
Tercero, prefiero nacer en una familia con mucho dinero, si es posible, descendientes de Luis XVI, aquel al que le atribuyen la frase “volveré y seré sillones”. Y contar con una casa de campo en cuyos varios baños, el espacio para poner el papel higiénico sea como la boca de un león abierta, totalmente bañada en oro. De no ser posible, me conformo con el subsidio de los Planes Descansar, que me permitan hacer turismo cortando cada tanto una ruta en Buenos Aires.
Y por último diré, que para re-nacer pido un subsidio para tener por lo menos dos autos, uno con chapa par y otro impar, a fin de poder circular por Buenos Aires todos los días si vuelven a poner aquella absurda regla, ¿se acuedan?
De todos modos, ya se que no me van a dar bolilla. No solo porque hoy estamos en tiempo de libertarios. Me van a venir con ese verso de que las almas no vuelven donde quieren sino donde necesitan nacer, discurso que nos sirve para seguir soportando las vivezas criollas, la ansiedad y el apuro porteño y las pioladas gubernamentales, ilusamente esperanzados en la siguiente reencarnación.
Por eso, si como dicen los que creen en la reencarnación, una vez que nuestra alma haya partido al cielo, tarde o temprano va a ser invitada a volver, yo voy a gritar ante mis superiores: “¡un momentito, ahora quiero condiciones, si, nazco de nuevo…. pero solo si me subsidian!”. Que me den formularios para solicitar, no para renunciar subsidios.
Como los seres superiores del cielo son como los presidentes, no necesitan subsidios y no están acostumbrados a renunciar a nada, me van a obligar a que les explique a qué me refiero, y entonces haré mi lista de peticiones. Aquí va.
Primero, para volver a nacer quiero tener la seguridad de que me voy a parecer a George Clooney o a Brad Pitt, y de no ser así, exijo venir con el subsidio para la cirugía estética, dinamita incluida para cambiarme la nariz, si me parezco al que soy ahora.
Segundo, elijo nacer en la ciudad de Tintagel, no solo porque cuenta con hermosos paisajes, sino también porque está en el Reino Unido y no tendré que pasarme años estudiando inglés, contra mi voluntad, como me pasó en esta vida. Pero si no se puede y me vuelven a mandar al Abasto, quiero un subsidio para comprarme una cabaña en Pehuencó, con wi-fi, obvio, para poder mandar las columnas por email a ‘La Prensa’, que seguro va a estar por el número dos millones, entonces.
Tercero, prefiero nacer en una familia con mucho dinero, si es posible, descendientes de Luis XVI, aquel al que le atribuyen la frase “volveré y seré sillones”. Y contar con una casa de campo en cuyos varios baños, el espacio para poner el papel higiénico sea como la boca de un león abierta, totalmente bañada en oro. De no ser posible, me conformo con el subsidio de los Planes Descansar, que me permitan hacer turismo cortando cada tanto una ruta en Buenos Aires.
Y por último diré, que para re-nacer pido un subsidio para tener por lo menos dos autos, uno con chapa par y otro impar, a fin de poder circular por Buenos Aires todos los días si vuelven a poner aquella absurda regla, ¿se acuedan?
De todos modos, ya se que no me van a dar bolilla. No solo porque hoy estamos en tiempo de libertarios. Me van a venir con ese verso de que las almas no vuelven donde quieren sino donde necesitan nacer, discurso que nos sirve para seguir soportando las vivezas criollas, la ansiedad y el apuro porteño y las pioladas gubernamentales, ilusamente esperanzados en la siguiente reencarnación.