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Naranjo en flor...

“…primero hay que saber sufrir, después amar, partir y andar sin pensamiento…naranjo en flor” (Tango ´Naranjo en flor´. Hnos. Expósito)

Siempre me llamó la atención la profundidad y el humanismo de estas letras y máxime cuando supe que la escribieron cuando tenían solo 17 años. Cultura “mamada” en una sociedad en donde los sucesos y duelos de la vida se elaboraban transformándolo en poesía.

A ésto lo llamamos tarea de sublimación (superación de lo negativo en producción positiva) y quizás esta es nuestra tarea en las terapias transformar los traumas, los dolores, las muertes en sentido, creación, nueva vida o sea como dicen los autores…“naranjo en flor”.

Canto a la vida que parte desde el sufrimiento; superando así el dolor. Solo desde la ausencia que importa el sufrimiento valoramos la vida. Desde lo que ya no está vemos de otra manera todo. Amamos, siendo este el “peaje” necesario de toda construcción.

Así podemos partir, hacer, autonomizarnos, crecer. Para poder andar por la vida “sin pensamiento” o sea no carcomidos por obsesiones, rumiaciones y venganzas. Así cuidamos la vida y nos desarrollamos y también así muchos padres superan la muerte de sus hijos o de algún familiar con quien no pudieron saldar una deuda por inatención, falta de contacto o quizás porque no somos “perfectos” y siempre hay un plus de imperfección que es lo que nos hace crecer paradójicamente.

EL TIEMPO

A veces el valor de la vida, de aquello que realmente importa se da después de haberlo vivido y cuando el otro ya no está.

El tiempo de la vida nos da otra oportunidad, es en el futuro o quizás ahora con lo que nos rodea. Queda siempre el recuerdo y el recuerdo es el pasaje de la vida por el corazón. Hay una raíz semántica común entre recuerdo y “cuore”.

RESPETO A LA VIDA

El ser, la profundidad de las cosas y de lo que es vivir parece aparecer en dos momentos magnos: el nacimiento y la muerte; necesitamos confrontarnos con el misterio del nacer como un milagro y con la pérdida de lo que ya se va a transformar en puro recuerdo. Las catástrofes, los raptos, la muerte, el peligro de muerte, el crecimiento o a desgraciadamente la muerte de un hijo nos conmueven porque son momentos claves en donde aparece el ser más profundo de lo que es el vivir.

El filósofo Gabriel Marcel muestra que nuestra época está esquizofrénicamente dividida por la confusión entre vivir y morir y se ha caído en esto debido al individualismo y esto expone al sujeto al suicidio, a la tentación de eliminarse.

A esto él lo llama la pérdida de la sabiduría que es la pérdida del sentido común. Brillante noción en donde la sabiduría es tener sentido común. Cuando perdemos esto la vida y la muerte son solo noticias. Surge la indiferencia en donde no hay sensibilidad por el otro. En la babel cultural que vivimos confundimos indiferencia con tolerancia.

En la tolerancia hay respeto por la diversidad y dignidad del otro mientras que en la indiferencia como vimos antes el otro parece no existir. Primacía del individualismo.

SALVAR LO HUMANO

Las terapias de hoy deben contemplarse como un rescate de la vida. Una paciente, muy inteligente, me decía: “ quería huir con la droga, pero me hundìa…”. Llegó estando bajo tierra.

Para todos aquellos que celebran el drogarse como un derecho a vivir la consulta cotidiana nos enseña otra cosa; los pacientes buscan rescatarse y piden ayuda. Están hundidos y con la tentación del suicidio que hablaba Marcel.

Las drogas atentan contra el primer derecho humano que es el derecho a la vida.

El maestro francés Edgard Morin

hablando de la esquizofrenia de esta época nos enseña: “…nuestra tarea es reconciliar al hombre con la sociedad y la naturaleza, a la sociedad con las personas, a los padres con los hijos, la familia con la escuela …todos estamos disociados...”.

 

* Director general de Gradiva - Rehabilitación en adicciones.