Múltiples caras de la argentinidad
Mariano Cohn y Gastón Duprat diseccionan el filme protagonizado por Guillermo Francella, que estrenan el jueves. ‘Homo Argentum’ es su primera película episódica, en la que el actor encarna dieciséis personajes cuyas historias, unidas, trazan un perfil posible del ser nacional.
En más de tres décadas de trabajo conjunto, Mariano Cohn y Gastón Duprat han cimentado una de las duplas creativas más importantes de nuestra industria audiovisual en el último tiempo. De ‘Televisión abierta’ a las series ‘Nada’ y ‘El encargado’, y del videoarte a los grandes festivales internacionales de cine (con películas como ‘Mi obra maestra’ y ‘El ciudadano ilustre’), su producción ha logrado sobresalir por su originalidad y un estilo de narrar al que definen como “sarcástico pero con reflexión”.
Jugadores de toda la cancha (cubren los roles de guionistas, productores y directores según el proyecto que encaran), hoy se asoman a un nuevo estreno, el de la película ‘Homo Argentum’ (este jueves, en cines), protagonizada por Guillermo Francella. Y aunque demuestran seguridad y templanza en su encuentro con La Prensa, no logran ocultar por completo la inquietud que les produce este renovado debut.
“En un stop de ‘El encargado’, charlando con Guillermo de proyectos futuros nos contó que algún día le gustaría hacer algo como ‘Los monstruos’ (la película italiana de Dino Risi, de 1963). Nosotros no lo habíamos visto, entonces fuimos a YouTube y ahí la encontramos. Y nos gustó, porque en el fondo es un producto muy afín con lo que nosotros hacemos: una comedia sarcástica pero con reflexión. Enseguida nos pusimos a escribir”, cuenta Gastón, quizás el más locuaz de la dupla.
-Tal vez lo más alejado del estilo de cine que ustedes cultivan sea el carácter episódico.
(G. Duprat) -Es cierto, pero como nosotros venimos del cine experimental, del cortometraje, del videoarte, como hemos hecho de todo, hasta televisión, no nos resultaba extraña esta forma de contar cortito. Fue así que escribimos y un día le aparecimos a Guillermo con cuarenta historias breves. ¡Cuarenta! Aunque en la película quedaron dieciséis.
-¿Cuál fue la mayor dificultad a la que se enfrentaron en esa instancia inicial?
(M. Cohn) -Claramente no fue encontrar las historias porque fueron surgiendo con fluidez. Eso fue -te diría- lo más sencillo. Lo más complejo era lograr el balance que necesitábamos que tuviera la mezcla final. Elegir cuáles serían las dieciséis historias que quedarían en la película y después de eso, en qué orden iban a aparecer. Eso también la da un sentido al producto final. Por otra parte, muchos de los relatos podrían ser una película en sí mismos.
-¿Reconocen a ‘Relatos salvajes’ como un antecedente de ‘Homo Argentum’ por el tipo de película episódica de cuño argentino?
(GD) -No puntualmente. A instancias de Guillermo vimos ‘Los monstruos’, como contaba, y ahí nos basamos. Después nos enteramos que en realidad hay cientos de películas episódicas en el mundo. Son doscientas o trescientas y reúnen desde cuatro o seis historias hasta veinte o veinticinco. Temáticas, no temáticas, autoconclusivas, de todos los colores. Pero lo que encontramos en ‘Los monstruos’ es, además, que logra conformar un retrato idiosincrático de los italianos. No nos atraía mostrar a la persona en un estado en particular, como puede ser la emoción violenta en ‘Relatos salvajes’, sino en total normalidad, que es donde aparece aquello que define mejor a los personajes.
“De ningún modo pretendemos decir ‘esto somos los argentinos’. Es un recorte arbitrario y en base a nuestro gusto”, aclaran los guionistas y directores. (Foto: Gabriel Machado)
-¿Con qué criterio pasaron el cernidor?
(GD) -Nos fuimos dando cuenta que algunas historias tenían una estructura parecida o que el tema lo era: la inseguridad, la relación padre-hijo, eran cuestiones que se repetían. Entonces nos avocamos a elegir dentro de esos subgrupos. No queríamos hacer una película larguísima. Estas dieciséis historias conforman un abanico donde están representadas las cuarenta que escribimos.
-Hay relatos muy breves y otros de mayor duración. ¿A qué responde?
(GD) -Cada historia debía durar lo que fuese necesario. Hay una de cuarenta segundos y las más largas llegan a durar trece o catorce minutos.
(MC) -De entrada pensamos en hacer una película no convencional, porque son dieciséis películas en una. Y ya que estábamos rompiendo el formato del largometraje y compartimentándolo, entonces queríamos trabajar con la mayor libertad y que esa libertad sirviera también para sorprender al público. Cuando el espectador siente que entendió la dinámica, cuáles son los tiempos del filme, ahí aparece una historia más corta que trasgrede la convención.
(GD) -Eso hace que la persona se mantenga alerta y es algo que a mí me gusta mucho.
SER POBRE
-De entre el puñado de historias que llaman a reflexionar hay una en especial que alude al abuso de poder en la caridad y al rol de la Iglesia frente a los que más necesitan.
(GD) -‘Las ventajas de ser pobre’ tiene la particularidad de que Mario Mactas, el periodista fallecido hace poco tiempo, colaboraba con nosotros, tal vez no escribiendo pero ayudándonos a reflexionar sobre los temas. Fue a él al que se le ocurrió el personaje del cura villero que nosotros retratamos con cierto sarcasmo. Sarcasmo con el cual el cine nunca pintó a ningún cura ni a la Iglesia Católica. Se expone ahí una cosa que estaba sin revisar, por eso es una de mis historias preferidas. Toca un tema que nunca antes se había abordado.
Así como Cohn y Duprat tienen, cada uno, su minipelícula predilecta, admiten que los sorprendió la disparidad de opiniones dentro de su equipo de trabajo. “No sólo pensaban diferente entre sí sino que consideraban que era obvio que una película les gustara a todos más que otra. Sin embargo, todas las respuestas eran diferentes. Ahí entendimos que el producto final es el resultado de una suma de cosas y que esa suma de cosas le conviene a la película. Si bien son individuales y autoconclusivas, la acumulación de esas historias lleva a una reflexión sobre el ser argentino en general. De esto nos fuimos enterando con el correr de las exhibiciones”, cuenta Gastón.
“La acumulación también contempla que alguna historia no te guste y eso está buenísimo. Incluso te predispone a opinar, a confrontar”, aporta, por su parte, Mariano. Y añade un aspecto de la compaginación que los desafió en el armado final: la forma en que se produce el pasaje de uno a otro corto. “En las primeras pasadas veíamos que la gente quedaba muy cargada de información y no lograba dividir una historia de la siguiente. Por eso les pusimos títulos en grande y sumamos algún recurso que va cambiando en todos los casos”.