Mujeres en tecnología cierran la brecha y abren caminos

Por Gisela Menghini *

Cuando pensamos en el rol que las mujeres ocupan en el mundo de las Tecnologías de la Información (IT) o en el ámbito de las carreras de la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM), los números hablan por sí solos. Los informes y estudios nos muestran el crecimiento exponencial de los espacios ocupados por mujeres en los puestos de trabajo de tecnología e innovación a lo largo de los últimos años. Aunque también indican que aún no hay total paridad de género.

Según los datos de Women in Tech Statistics 2023, a nivel global, las mujeres representan apenas el 16% de quienes obtuvieron una Licenciatura en Informática y Ciencias de la Información. Y ocupan menos de un tercio de la fuerza laboral en campos IT: solo un 28% del total.

Por otro lado, de acuerdo con un estudio realizado por BairesDev, entre el 2020 y el 2021, las mujeres representaron cerca del 41% del total de postulaciones en el sector tecnológico, un aumento del 400% respecto a los cinco años anteriores.

Puntualmente en Argentina, según una investigación realizada por Chicas en Tecnología, solo el 34% del estudiantado de carreras STEM pertenece a mujeres, mientras que únicamente el 17% de las mujeres estudia programación.

De forma adicional, siguiendo el Informe 2023 de MeT (Mujeres en Tecnología) en Argentina, dentro del sector tecnológico, el 34% de las mujeres cuentan con menos de 3 años de experiencia en tecnología mientras que dentro de los varones, sólo un 20% tiene esta corta experiencia: el 50% de ellos cuenta con carreras de más de 10 años de trayectoria.

De este mismo análisis se desprende el dato de que 4 de cada 10 mujeres que ocupan roles tecnológicos o de innovación provienen de otras disciplinas, lo que evidencia una falta de representatividad de mujeres en carreras universitarias STEM.

EXPERIENCIA PERSONAL

Más de veinte años pasaron desde que inicié mi camino en la industria de la tecnología. Di mis primeros pasos en una empresa de servicios financieros y recuerdo que, dentro de un gran equipo IT compuesto por 25 personas, éramos solo 3 mujeres. En aquel primer momento, y coincidiendo con los datos mencionados antes, mi formación académica nada tenía que ver con este rubro.

La compañía en la que trabajaba buscaba abrir su oficina de gestión de proyectos (PMO) local en Argentina y, con muy buen criterio, fue a buscar dentro de su área de operaciones gente que tuviera mucha experiencia en sus productos y operatoria. En ese entonces, ya era un hecho que los proyectos IT debían estar atados a los objetivos de negocio.

Es así como desembarqué en el reto de entrar a un mundo IT gobernado por hombres. A esto se le sumó que no tenía el know-how técnico, por lo que poco entendía de tecnicismos y programación y, consecuentemente, poco se escuchaban mis opiniones.

Se abría para mí un doble desafío. Por un lado, ser una mujer que ocupaba un rol dentro de un mundo IT en el que se sobrevaloraban los conocimientos técnicos por sobre las habilidades blandas y, por el otro, ser parte de un paradigma disruptivo que pensaba a la tecnología y la innovación desde una perspectiva de negocio.