EL RINCON DEL HISTORIADOR

Mitos y verdades a 50 años de la muerte de Perón, un libro

“Nunca tantos debieron tanto a un solo hombre” (Benito Llambí); “Desde puntos de vistas divergentes, se puede tener el objetivo común de servir al país” (José Antonio Allende); “La unidad nacional que los argentinos venimos buscando desde los albores de la independencia” (Raúl Lastiri); “La justicia no se agota en la rígida y fría letra de los códigos” (Miguel Ángel Bercaitz); “Un líder no se genera por propia determinación, sino por la devoción de un pueblo que se siente representado multitudinariamente” (Carlos Saúl Menem); “Un viejo adversario, viene a despedir a un amigo” (Ricardo Balbín).

Ministro del Interior, presidentes de las Cámaras de Senadores y de Diputados la Nación, presidente de la Suprema Corte de Justicia, gobernador de La Rioja, fueron algunos de los que hace medio siglo en el recinto del Congreso de la Nación con estas frases despidieron al general Juan Domingo Perón. Frases muchas veces de actualidad que se podrían aplicar a momentos de la vida del país desde aquel 4 de julio de 1974..

Estas cinco décadas han servido para la reflexión de los argentinos, y estas mismas páginas que aludieron a su nombre como El tirano prófugo, en la necrológica en la edición del 2 de julio de 1974 apuntó: “Sea por propia voluntad, sea por acciones y omisiones de contrarios y adictos, fue incondicionalmente apoyado y firmemente combatido”.

No faltan notas excesivamente elogiosas, u otras críticas cuando bien sabemos que en general las unas son por obra de paniaguados beneficiados con no pocos favores y las otras por personas que no pueden quitarse el odio. Ni una no otra son confiables, en el medio está la justa medida o cuando un historiador puede despojarse de toda pasión.

Justamente Ignacio Martín Cloppet, que hace muchos años viene trabajando en la figura del tres veces presidente de los argentinos, ha publicado Perón, mitos y realidades, a 50 años, que como bien se señala “indaga de manera novedosa” su participación en las revoluciones de 1930 y 1943, y otros aspectos de ese período.

Con acopio de documentos muchas veces inéditos o comentados parcialmente, correspondencia en muchos casos privada donde se refleja sin tapujos la intimidad, incluyendo a terceros; el autor desarma ciertos mitos que han sido creados por la historiografía liberal

y que en nuestra opinión también difundieron los suyos; para culminar con el tercer gobierno y el “rol de María Estela Martínez de Perón, sobre los que pesa al día de hoy una política de la historia falsa y tendenciosa”, alentada en muchos casos por quienes decían ser sus propios partidarios.

En lo personal, el capítulo dedicado a los orígenes de la familia es de especial interés por los aportes que descalifican algunos mitos, señala Cloppet que el bisabuelo Perron nació en Génova en tiempos de la ocupación de Napoleón, pero que nunca se supo de que pueblo provenían en verdad.

No hay documento fidedigno que confirme que “eran prestigiosos médicos italianos” en esa ciudad o en Cerdeña. En contacto con Raffaele Ballore y Piero Salerno prestigiosos investigadores, pudo acceder el autor a documentos inéditos escritos en latín que guarda el Archivo Storico Chiessa Nª S. della Maddalena de Génova y el Archivo Storico de la misma ciudad.

Allí encontró que el fundador del apellido fue bautizado en esa iglesia el 17 de febrero de 1799, como Fortunatus Thomas Mario Perron, hijo de Mario Touissant Perron, natural de Aix-en-Provence, Francia el 1º de enero de 1767. En Francia, el genealogista Roger Delagliere fue otro acertado y generoso guía en la búsqueda de viejos papeles.

El autor desmiente categóricamente a Norberto Galasso, Hugo Chumbita, Hipólito Barreiro y Felipe Pigna, sobre la versión que fuera tehuelche la bisabuela de Perón, María Victoria Gaona, bautizada el 8 de julio de 1821 en la iglesia de San Nicolás de los Arroyos, cuando no hay elemento alguno para sospechar en el acta que hemos leído en el libro VI al folio 80 de ese templo.

Otro aporte valioso es que doña María Victoria Gaona de Toledo, resultaba descendiente del viejo poblador de Santa Fe, don Pedro Pascual de Acevedo (1694-1767), que casó en primeras nupcias en esa ciudad con Estefanía de Obelar, matrimonio del que dice hubo cinco hijos, de uno de los cuáles desciende Perón; nosotros encontramos cuatro: Miguel, Gerónimo, Petrona y Rosario, en el testamento que firmara Acevedo el 7 de agosto de 1766.

El destacado genealogista Carlos Fabián Romitti Acevedo en el estudio de los Obelar, menciona entre los descendientes a los ex presidentes Luis y Roque Sáenz Peña, pero no lo menciona a Perón, por lo que sería bueno conocer con exactitud este dato, me atrevo a decir incluso a través de estas páginas.

Lo cierto es que Jorge Luis Borges, destacado escritor, colaborador de este diario, miembro del Instituto Popular de Conferencias de La Prensa, también descendía por los Acevedo del mismo genearca don Pedro Pascual Acevedo, pero de su segundo matrimonio con Paula Gómez Recio.

Sobre esto Cloppet abunda en detalles, incluyendo un llamado de María Kodama que “sorprendida por dicha revelación” le expresó “porque no dejaba en paz a los muertos”; a lo que el autor le respondió que “no intentaba conciliarlos a destiempo a Borges y a Perón, sino sencillamente afirmar una verdad: una misma sangre los emparentaba”.

Estos y otros tantos temas adquieren particular interés en estos días en que se conmemora medio siglo de la muerte del general Juan Domingo Perón, y la medulosa investigación de Ignacio Martín Cloppet sin duda devela muchas realidades y aclara otros tantos mitos, que siempre abundan en toda figura pública.