Hace aproximadamente dos años me reuní con quien era, y aun es, uno de los dirigentes políticos más cercanos a Milei. Un amigo, a quien conocía desde años antes y con quien compartía pareceres y simpatías. En la conversación, sobre generalidades, apareció algo puntual y decisivo:
-¿Como conduce Milei?
-No, Milei no conduce, al menos no como tradicionalmente se entiende el arte de conducir. Me dijo. Vas con un problema, un interrogante y te deriva a la persona o el dirigente que debe responder o solucionar el asunto. No está en la diaria. No baja directivas, hay libertad de acción. Ahora… te equivocás o no acertás a interpretar su pensamiento y ahí tenés problemas.
Algún tiempo después corroboré como el no interpretar lo que desea Milei te acarrea inconvenientes ¡Si lo sabrá Mondino!
En paralelo a esta charla, me encontré con uno de los intelectuales más cercanos a Milei. En la conversación, de respeto mutuo, le pregunté: ¿Por qué siendo una persona tan ligada a Milei y un intelectual de valía para el libertarismo no buscaba una diputación nacional?
-Porque en la jurisdicción que me corresponde, la lista la conforma un gaterío insoportable (sic). Me respondió. De modo que sin conducción clara y con gatos la cosa se pone difícil.
BOSTA Y BARRO
Ciertamente cuando un partido es nuevo y se construye de la nada, el asunto es tal cual la explicaba Hipólito Yrigoyen y repitió posteriormente Perón, la política se construye con bosta y barro. Haciendo mención a la consistencia del adobe. Una formación política nueva padece el infortunio de los “impresentables”. De Yrigoyen decían: “El carnaval de los negros. Hemos calzado el escarpín de baile durante tanto tiempo y ahora dejamos que se nos metan en el salón con bota de potro”. De Perón, “el aluvión zoológico”. De Macri los Ceos. La Libertad Avanza ¿Cómo sería?
El problema de esta construcción está en su consistencia y ésta en las proporciones de sus componentes. Pero no solo en eso, hay un inconveniente mayor: pasa que lo que es bosta para unos es barro para otros, y viceversa.
El Gobierno cabalga en un vizcacheral. No es sencillo hacerlo. Hay que ser baqueano. La bosta y el barro están que trinan. Unos hablan de las nenas del cielo y los otros de la casta infiltrada en la Libertad Avanza. (¿Peronismo y antiperonismo en el gobierno?). La Vicepresidente otro dilema. Y la oposición que Milei ha sabido ganarse, merced a sus modales y estilo, están que arden. El Presidente admira a Menem. Está rodeado de muchos de ellos. Olvida o ignora que la política central del Presidente Menem fue intentar la pacificación y el acuerdo. Jamás se dirigió con improperios a los opositores. Se abrazó con el Almirante Isaac Rojas, que a muchos peronistas resentidos le pareció una traición. Indultó hacia ambos lados de la guerra sostenida en los setenta, que muchos observaron como un grave error. En uno y otro caso las reacciones evidenciaban la necesidad de pacificar a una sociedad que se resistía y resiste a dejar de lado el odio. Acordó con Alfonsín una reforma constitucional y como una anécdota o frutilla del postre trajo a la patria los restos de Juan Manuel de Rosas. Tan mal tratado a lo largo de los años. En definitiva el mensaje fue similar al del Presidente Avellaneda cuando decidió traer al país los restos de San Martín conformando una comisión entre los enemigos políticos en un intento de enfriar los ánimos. Porque la función central de la política consiste en armonizar las diferencias y poner bálsamos, especialmente en una sociedad trabajada por los enconos.
HABLAR CORRECTAMENTE
Cuando un diario publicó una extensa nota con detalles puntuales acerca del vocabulario del Presidente y su recurrencia a la sexualidad, Milei pareció haber recibido el golpe. Prometió no insultar más. El asunto es que no se trata solamente de buenos modales o las formas, como desvaloriza el asunto el Presidente. El problema grave es que la oposición, esto es, los kukas, los orcos, los roñosos, las cucarachas, los mandriles, los que la tienen adentro sacaron el 44,30% de los votos, son casi la mitad de los argentinos. ¡Hay que tener cuidado ahí!
Últimamente añadió un disparate colosal de un tal Kaiser chileno quien afirma sin inmutarse, galardonándose así mismo como quien se premia por ser un capo, que él la vio primero ¿Qué vio Kaiser? El virus de las ideas. ¿De qué se trata? Una combineta de ciencias sociales, medicina y biología pues afirma que las ideas anclan en el sistema nervioso e impiden pensar racionalmente (sic) y esto se contagia de mente en mente. ¡No se puede creer a lo que ha llegado el pensamiento, si se lo puede llamar así, libertario!
Un Presidente lo es de todos los argentinos. Perón lo entendió tarde, al retornar anciano y amortizado, y perdimos dieciocho años al puro pepe.
Naturalmente la descalificación comenzó con el kirchnerismo, no vamos a recordar todo aquello. Esta es otra etapa que debe forzosamente superar aquel encono. ¿Será Milei el hombre capaz de dar vuelta la taba?