Milei y Bullrich, promesas de liberalismo

Las Paso nos han dejado al aire a dos candidatos, más allá de los peros, Patricia Bullrich y Javier Milei, que según la foto de hoy podrían manejar el destino del país. El poder que la Constitución le asigna al presidente de la Nación va a potenciar el triunfo del que llegue al poder.

El gobierno que viene tendrá que privatizar, desregular, hacer las reformas que se necesitan para despegar. Ambos pretenden hacerlo. Están dispuestos y con buenos equipos para dar batalla al estatismo, a las ideas progresistas que nos han hecho tanto daño. Cuál de los dos será la cuestión si llegan a un ballotage. Tienen condiciones, nos guste uno más que el otro, provocan optimismo en amplios sectores de la sociedad.

La política es fundamentalmente creación. No aplicarán la receta de los Kirchner, encararán cambios positivos: vigorizar, expandir y pluralizar la porción externa al Estado; dejarán que éste se concentre en funciones sociales indispensables retirándose de las aéreas que corresponden a la sociedad civil.

El gobierno no coaccionará arbitrariamente las decisiones privadas de las personas, elevará su capacidad creativa como así también de los grupos e instituciones.

El Estado es el que genera más posibilidades de corrupción. Esta se origina en el poder, el del Estado es el más coactivo, el más arbitrario, por eso ofrece índices más altos.

En la sociedad de alta complejidad en que vivimos es utópico pensar en hacerlo desaparecer, pero hay que tomar conciencia de sus peligros. Tendrán que luchar contra las tradiciones populistas y estatistas, debilitar a la burocracia sindical sin destruir sus funciones reivindicativas.

Toda privatización cierra una mina de prebendas que desangran el Tesoro del Estado, destruye una pieza fundamental del corporativismo dando un efecto democratizador a la política interior al incrementar el poder y la independencia de los partidos políticos, afirma el sistema democrático.

Milei, anarco-capitalista, quiere ir a fondo como un toro de lidia. Patricia también quiere apretar el acelerador. Está dispuesta a realizar el cambio a pesar de los peligros que implica sostenerlo, de ello depende su supervivencia política.

Ambos saben que a esta altura no basta con cosmética, de seguir con ella irían a una derrota descomunal, como fue la del presidente Alfonsín. Sólo una política de base liberal puede –en la vida nunca podemos estar seguros- ofrecer la posibilidad de tener éxito en el cambio del país, ello incrementaría el apoyo popular haciendo posible incluso la reelección, lo cual ayudaría a fortalecer los cambios.

DERROTA

Después de las elecciones el peronismo ortodoxo pasará a la historia, es inaplicable a la realidad social vigente. Transformar las estructuras del país ya no tiene fuerte resistencia. Hoy las propuestas de los dos candidatos con más posibilidades se asemejan en su significado interpretativo de la realidad nacional.

Ninguno es estatista ni nacionalista, difieren en ciertos rasgos culturales, casi irrelevantes, sobre el cambio que pretenden realizar pero, también en la resolución de un problema capital de la economía: el régimen cambiario.

Mientras Milei y su equipo se comprometieron con la dolarización, reemplazar el peso por el dólar como moneda de curso legal, tal como el modelo ecuatoriano, Patricia y el suyo piensan en el modelo bimonetario: declarar al dólar como moneda de curso legal para permitir eliminar el control de cambio, liberación completa de la relación entre el peso y el dólar.

Va por el sistema adoptado hace tantos años por Perú con dos leyes indispensables: todos los habitantes tienen el derecho de disponer y mantener monedas extranjeras y se prohíbe el financiamiento del Tesoro por parte del Banco Central.

Los dos tendrán dificultades, son muchos los que no desearán dejar sus privilegios de lado, harán ruido. Resistirán muchos peronistas, sobretodo kirchneristas, quienes avivarán sus fundamentos populistas, nacionalistas y estatistas como también la de varios radicales.

Recordemos cuántos se opusieron en la presidencia de Carlos Menem a la privatización de YPF, olvidando que hacerla era consolidar el federalismo, ayudaba a mejorar la situación financiera de las provincias y del Estado Nacional, y a saldar la añeja deuda con los jubilados.

Se tendrá que volver a las políticas de los ‘90 por razones culturales y políticas, aunque violenten los sentimientos de mucha gente con buenas intenciones, pero equivocada. Se necesita un profundo cambio estructural que cubra todas las áreas de la vida nacional, incluida la referida a la política internacional.

Por las características de las reformas y el revuelo que dará la naturaleza disruptiva de la política que están dispuestos a encarar, la cual comprende no sólo a la estructura política sino también a la ideacional y cultural, tendrán que hacer uso de las facultades que la Constitución concede a un sistema presidencialista muy fuerte.

Es que deberán enfrentar disturbios y comunicaciones desfavorables a los cambios de quienes solo esperaban realizar retoques que hicieran funcionar bien al Estado, en vez de realizar una reforma estructural. También de los que permanecen ciegos al enorme crecimiento estético, moral y político que produjo el capitalismo en el mundo, tal el caso de actores y artistas.

Es una constante en ellos la defensa del estatismo, cuando gracias a ese sistema el horizonte de la cultura se amplió como nunca antes: el teatro, la plástica, la literatura fueron promocionadas con el desarrollo de los mercados, se hicieron masivas, alcanzaron a los sectores más bajos de la estructura social, creando un mercado permanente, extenso y variado.

A pesar de las dificultades tendrán que gobernar sin salirse de los mecanismos institucionales previstos por la ley. Les conviene evitar las peleas. Gane quien gane necesitará de la ayuda del otro, de un pacto que ayude a la gobernabilidad y a la posibilidad de una reelección si se hace necesaria, como le sucedió al expresidente Menem, quien necesitó pactar con los radicales para acceder a su segunda presidencia. Hoy se lo recuerda por su gran habilidad política para tratar con opositores.

Milei tiene que demostrar a la ciudadanía que sabe contenerse, no es ético insultar al contrincante, trae resentimientos. Ninguno se debe dejar tentar por avanzar sobre kirchneristas, sindicalistas, peronistas ortodoxos, socialistas, populistas y la intelectualidad socialoide mediante arbitrariedades, sino por los procedimientos políticos aceptados por el consenso de la legalidad institucional. ¡Ya tuvimos a Cristina!

POLITICA EXTERIOR

En política exterior, tanto Patricia como Javier intentarán -como lo hicieron Frondizi, Menem y Macri- insertarnos nuevamente en el orden internacional mediante una amistad comprometida con los países del Occidente democrático.

Javier tendrá que rever sus declaraciones sobre no tener relaciones con China y otros países, en un mundo planetario le será imposible. Puede hacerlo como lo hace Estados Unidos, sin dejar de estar ligado a la corriente política de los países más avanzados del mundo comprometidos con la cultura occidental y sus principios básicos.

La meta debe ser la de terminar con un enorme Estado corrupto, ineficiente en el ámbito de la justicia, la educación, las fuerzas de seguridad, y los servicios sociales, jubilados y hospitales entre otros.

Tenemos globalmente el país que merecemos, el cambio también depende de nosotros. La indiferencia al mundo internacional es lo que muestra el gusto por las políticas autárquicas kirchneristas. Sin duda, los ajustes no se producirán de un día para el otro, aunque se deberán adoptar algunos pasos dolorosos.

Lo importante es ir en la dirección correcta, de este modo la tasa de productividad irá en aumento. La perfección no existe pero Argentina puede ser mejor con respecto a valores básicos relacionados con la calidad y la conservación de la vida, para ello la corrección de las ideas cuenta, mejorar nos dará una buena imagen en el resto del mundo. El horizonte no debe acabar en la elección siguiente, es importante crear un ambiente sano y firme, con expectativas para el futuro que den señales claras, que los precios no mientan.

La libertad de comercio, la propiedad privada, el mercado, la competencia, la desregulación, las privatizaciones, el capital extranjero, son puntos decisivos en los que deben coincidir ambos, más allá de las diferencias de detalle.

Conformar una carta básica de orientación, llegar a un consenso teniendo en cuenta, como dijo hace años Deng en China, cuando quiso abrir las puertas al capitalismo: “No importa el color del gato, la cuestión es que cace ratas”. Es decir: hay que cambiar un sistema de ideas si fracasa. No hay duda que el que tenemos, contrario a la Constitución de 1853, fracasó siempre. ¿Por qué repetirlo?

 

* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).