Milei sigue representando la esperanza

Javier Milei nos dijo en voz demasiado alta pero con absoluta sinceridad que el país al paso que iba se encaminaba hacia una situación de decadencia. No se equivocaba, íbamos hacia la hiperinflación, la gran peste.

No hay otro político que haya hablado con su franqueza sobre temas consideradas anti populares; se le debe reconocer que se ha atrevido a afrontar problemas muy discutidos, visibles y concretos en la forma que realmente conviene a la Argentina.

El presidente con una ardua lucha por el apoyo del Congreso ha conseguido emprender un cambio que hoy está representado por medidas fundamentales ya en ejecución, y otras en vías de serlo. Con ellas se podrá revertir dicho proceso evitándonos el desastre al que nos dirigíamos.

El discurso en el Congreso de presentación del Presupuesto tuvo no sólo importancia económica, también le mostró a los argentinos y al mundo la manera de resolver los dificultades que asumirá el Gobierno. Dio la pauta de lo que debe esperarse respecto a muchos de los problemas nacionales.

Aquellos que saben ver más allá del horizonte diario pueden observar que se está en el comienzo de un cambio de mentalidad de la cual podrán esperarse una renovación total del pensamiento en la Argentina, lo cual traerá un mejoramiento del nivel de vida.

CAMBIO DE RUMBO

La opinión pública, en general, está aceptando planteos de tendencia liberal que implican un cambio revolucionario con respecto al aceptado durante décadas. La mayoría ha comprendido el engaño en que vivió sumergida y del que todos los argentinos fueron víctimas. Ha reaccionado contra él, es un indicio sumamente alentador.

La conciencia de la dignidad humana y el ejercicio pleno de las libertades que va señoreando la realidad diaria está dando, de a poco, resultados beneficiosos sobre las ruinas que dejó el gobierno anterior.

Éstos se están logrando bajo la presión de una parte importante de la oposición que pretende el fracaso del Gobierno por sobre el progreso que se insinúa. Son numerosos los políticos que comparten la responsabilidad por lo que ha ocurrido al país. No sólo han apoyado las medidas básicas que desataron el proceso inflacionario sino que ofrecen soluciones que son la reiteración de errores ya cometidos.

Sus criticas actuales alcanzan muchas veces los límites de la histeria, tienen mucho más de electoralismo que de auténtica preocupación por los inconvenientes que enfrentamos.

Es necesario, como hizo el presidente, fijar con precisión los más apremiantes y fundamentales problemas del país. Mantener la atención y la discusión sobre los cinco o seis que mantienen aplastada a la República. Sería conveniente que los dirigentes de partidos opositores se decidan a confrontar sus propuestas con las del Gobierno.

Dejar de limitarse, como hace Cristina Kirchner, al monólogo sin afrontar los debates, poniéndose a cubierto de los amenazantes aspectos de una polémica que, necesariamente, la lleva a tener que rendir cuentas de la vasta política que destruyó al país. También de innumerables maniobras electorales de las que hoy no se hace cargo y que fue acompañada por mucha gente que la votó haciéndole el caldo gordo, sin saber, a sus perversos juegos sucios.

 

PRIVATIZACIONES

En lo que atañe al capital, sólo del sector privado podrán provenir en el futuro los cuantiosos fondos que son necesarios para el desarrollo de los servicios. Milei quiere pasar al sector privado, con razón, sin contemplaciones de ninguna clase, todo aquello que resulte posible.

El personal no tiene la culpa del estado de cosas que impera en casi todas las empresas estatales, ellos son también víctimas de los cambios y de los intereses personales que se manejan a nivel dirigente. Cuando el poder político es débil y los administradores ocasionales de las empresas carecen de conocimiento y de autoridad, se producen extralimitaciones.

Son buenos ejemplos los paros sorpresivos y los abusos de toda clase cometidos actualmente por grupos agresivos e irresponsables que atentan contra los usuarios y los bienes del Estado. Han colmado la medida despertando la indignación pública; se debe actuar con la máxima energía contra ellos para lograr que esas empresas estén al servicio de los usuarios.

El problema de la Universidad nacional también es grave, traerá dolores de cabeza al Gobierno pero se ha decidido, con valentía, encararlo. La Universidad Nacional ha dejado de ser hace años sólo una Universidad, debería haber un cambio.

Es imprescindible, si se quiere mejorar la educación, desenmascarar a quienes amparados en falsos principios han tomado las casas de estudio superiores, pagadas por la ciudadanía, como botín propio con el objetivo de propagar las más exóticas ideologías.

De no cambiar el panorama actual, el caos será sinónimo de universidad y gradualmente, como viene sucediendo hasta ahora, la anestesia política del socialismo irá acabando con los sectores capaces de percibir el daño que se les está haciendo a quienes ingresan a estudiar.

Si no se limita el déficit, lo hemos visto en demasiadas oportunidades, la inflación adquirirá pronto un ritmo vertiginoso como en años anteriores. Limitar los gastos todo lo que se pueda permitirá sobre bases serias las negociaciones con los organismos internacionales.

Debe volver la confianza en el país. Sin ella, lo sabe el gobierno, ni extranjeros, ni argentinos invertirán. Se necesita de una autentica inversión de ahorro de otros países destinado a participar en el torrente dinámico de Argentina y a correr con los mismos riesgos que el capital nacional. Ello generaría prontos aumentos de producción y riqueza.

Es más fácil escapar de los problemas que resolverlos, sobre todo cuando implica tener que enfrentar reacciones humanas y sociales y soportar su peso. Como Perón, el maestro, los kirchneristas se embarcaron en improvisaciones y planes nacionalistas y estatistas.

El deterioro de la economía se agravó año a año, las presiones inflacionarias que se acumulaban fueron disimuladas mediante artificios con medidas demagógicas que finalmente desembocaron en la crisis que hoy le toca resolver al presidente.

Milei intenta dar un contorno firme dentro del cual puedan moverse las empresas libremente, como factores decisivos de la economía. Está abriendo el juego a la competencia pero tiene la contra de quienes, con ideas socialistas, rechazan el principio de libre juego de la oferta y la demanda como fuerza reguladora del mercado.

Creen a pie juntillas que aun en momentos de profunda distorsión económica las variaciones de los costos son únicamente producto del afán de lucro. Piensan que la corrección de estos fenómenos debe quedar a cargo de los funcionarios del Estado, apelan a la persecución económica como medio de restablecer el equilibrio destruido justamente por las intromisiones de esos mismos funcionarios.

No entienden que el sistema de libre mercado es el único que respetando la dignidad humana, dando posibilidades a todos y eliminando la corrupción, nos permitirá salir adelante, como lo hizo en otras partes del mundo.

La esperanza de tener un futuro mejor todavía continúa, a pesar de las condiciones difíciles que se deben afrontar para dejar atrás a una economía miserable, provocada por un grupo de políticos e ideólogos que han anulado, durante mucho tiempo, las mejores posibilidades de Argentina.

Se verá si se puede mantener un año más el sacrificio destinado a terminar con una decadencia que parecía sin término, con alicientes que marquen una recuperación más firme en el tercer año de gobierno. Esa fe, esa esperanza, dependerá en el futuro de que los argentinos lo más rápido posible, perciban que el sacrificio ha rendido sus frutos.

 

* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).