Milei presidente: “el loco”deja paso al realista

En vísperas de su asunción formal como presidente de la Argentina, va quedando claro que Javier Milei, sostenido en el apoyo de la opinión pública y una votación excepcional, está dispuesto a obrar con una amplitud y un pragmatismo que no se le reconocían a priori. Los empieza a mostrar con las designaciones que va produciendo, que no responden a la idea de enclaustrarse en una facción de derecha y dar por muerto al peronismo que propugna Mauricio Macri, su socio en la UTE “Pacto de Acassuso”.

Antiperonismo, no
La búsqueda plural que va sirviéndole a Milei para construir sus equipos de gobierno permite conjeturar que el mandatario electo entrevé la necesidad de una covergencia amplia que, sin empujarlo a renunciar a ideas y objetivos propios, ofrezca a su gestión gobernabilidad y contribuya a perfeccionar prioridades y determinar los ritmos y formas adecuadas para su concreción. Milei ejerce un liderazgo que no parece dispuesto a compartir y sabe que su electorado propio –el que, con más esperanza que miedo se aventuró a lo desconocido y lo proyectó al balotaje y en definitiva al triunfo- en un amplísimo porcentaje se solapa con el electorado tradicional peronista
. Es más que razonable que disponga vasos comunicantes con ese universo.
No se observan aún diálogos más o menos públicos con sindicatos y con organizaciones sociales. Pero sí buena sintonía con el mundo de las empresas más competitivas. Milei no está inclinado a constituir una CEOcracia (un gobierno de gerentes criados en la incubadora de grandes empresas), un pecado en el que cayó el macrismo, pero sí en reclutar una cuota de cuadros técnicos de eficacia probada en el ámbito privado.
El presidente electo sondea también en una pecera política más amplia que la que le aconseja Mauricio Macri. La idea de atarse a una alianza predominante o exclusiva con el macrismo no resultó una solución práctica para Milei en vistas de ampliar decisivamente la base operativa del gobierno. El libertario tiene abierta la vía de un diálogo directo con los gobernadores y no necesita pagar peaje en la ventanilla de Macri. El universo de los gobernadores con los que el presidente electo tiene posibilidadades de diálogo y negociación incluye a todos, también a los que son de origen peronista y los menos encuadrados.
El nominado ministro de Interior de Milei, Guillermo Francos, ya ha comenzado a tejer con varios de ellos. Franco se ha convertido en el blanco favorito de los operadores macristas de redes (los famosos trolls) y del propio Macri, que lo define como properonista. La respuesta de Francos fue breve pero eficaz: “Macri no compró acciones de nuestro gobierno”.
El primer producto de los diálogos y coincidencias con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, ya está a la vista: de esa cantera han surgido varias designaciones: los secretarios de Energía y de Transporte, el titular de la Anses (nombramiento que desplazó de la silla en la que ya empezaba a acomodarse a la libertaria Carolina Píparo) y el nuevo titular del Banco de la Nación. La próxima secretaria de Minería será Flavia Royon, la actual titular de Energía en el equipo que acompañó a Sergio Massa. Royon es salteña y llegó a la palestra nacional sostenida por el gobernador de su provincia, Gustavo Sáenz.
Los gobernadores serían, seguramente, la primera vía de entrada para conseguir apoyos legislativos. Aunque el presidente electo pronostica estanflación para enmarcar un paquete de leyes muy exigente que presentará la semana próxima, esos proyectos de los equipos de Milei probablemente tendrán que ajustarse o adaptarse al tipo de respaldos que se consigan.

Pragmatismo y liderazgo
El pragmatismo creciente de Milei emana de la comprensión paulatina de ese cuadro complejo. Pero el pragmatismo está vinculado a la energía con la que parece dispuesto a ejercer su misión. Designaciones como la de Rodolfo Barra en la Procuración del Tesoro y las conversadas continuidades de Marco Lavagna en el Indec, de Daniel Scioli como embajador en Brasil y las (posibles) de colaboradores de Sergio Massa en la Aduana o en Hacienda comprueban la voluntad de construir con objetivos firmes y decisiones desprejuiciadas
.
El presidente electo integró a Patricia Bullrich en Seguridad y a Luis Petri en Defensa como ministros de su gobierno –es decir, subordinados suyos- y su oficina lo destacó en un comunicado: ”De esta manera la fórmula completa de Juntos por el Cambio ha quedado integrada al Gobierno de La Libertad Avanza".
La nueva ministra recibió el sí de Milei después de declarar públicamente que ella “no se sometía a Macri” y cuando quedó diáfanamente claro que lo suyo era fruto de una decisión individual con el presidente electo. Su nueva adhesión política la convierte, probablemente, en la jugadora política que más ha cambiado de camiseta en su carrera: casi una encarnación de lo que Zygmunt Bauman llamaría “política líquida”.
Macri, y el macrismo se sintieron marginados por el pase de la presidenta (o expresidenta) del PRO. “Ella se cortó sola” -se quejaron, como si el propio Macri no hubirea hecho lo mismo a sus socios de Juntos por el Cambio cuando suscribió lo que fue llamado “pacto de Acasusso”.

El retorno de Menem
Después de que, en su visita de hace diez días a Alberto Fernández, Milei se definiera como menemista (“no como Macri, que es un poco gorila”, ahondó con una sonrisa), Carlos Corach, el emblemático ministro político de Carlos Menem lo saludó afablemente: “Si Milei dice serlo, le daríamos la bienvenida al menemismo. Ahora, el futuro dirá cómo es su gobierno, ¿no es cierto? Nadie puede anticipar cuáles van a ser las medidas que va a tomar, cuáles van a ser las conductas con que se va a manifestar ante la sociedad, cuál va a ser su tolerancia ante las opiniones distintas..."
.
La semana última señalábamos en este espacio que “es probable que Milei se autoperciba menemista por la inclinación al pragmatismo; como el riojano, él parece dispuesto a aprovechar aportes de otros sectores, pero no a enclaustrarse en alianzas que lo limiten o determinen”.
En la Cámara de Diputados, Milei y sus hombres decidieron dar la espalda a la presión macrista en favor de Cristian Ritondo para la presidencia del cuerpo. Partieron de la idea de que el macrismo y sus aliados ya se encuentran forzados a respaldar al gobierno (“¿acaso van a ponernos la proa después de haber roto Juntos por el Cambio para apoyarnos?”)
El primer beneficiario de esas reflexiones parecía ser Florencio Randazzo, que además de buen diálogo con muchos diputados peronistas, cuenta con el valor agregado de ser otro puente hacia Juan Schiaretti. Sin embargo, Milei finalmente zanjó la cuestión y optó por uno de los suyos. Curiosamente coincidió en la orientación que había sugerido horas antes Cristina Kirchner: “Los titulares de las cámaras deben ser del ganador”, había proclamado la vicepresidenta, contra la opinión de algunos de sus propios congresistas, que querían hacer valer el peso propio de sus bloques.
Milei eligió al diputado riojano Martín Menem, que no tiene ninguna experiencia parlamentaria pero forma parte de una dinastía con historia política: es hijo de Eduardo Menem (presidente provisional de la Cámara de Senadores durante la década que gobernó su hermano Carlos, obviamente tío de Martín), hermano de Adrián, que también fue diputado, y primo de Lule Menem, libertario como él y militante y operador con tres décadas de experiencia en su provincia y en la escena nacional.
Quizás sea cierto que “todo tiene que ver con todo”, como solía repetir la señora de Kirchner. Hoy, viernes 8, con una misa que presidirá el arzobispo García Cuerva, se inaugurará en el Museo de la Catedral Metropolitana una sala en memoria del expresidente Carlos Menem. ¿Con Milei vuelve Menem?

Las otras puertas
El domingo se inicia el ciclo de Milei, que coincide con un momento de disgregación de las fuerzas y coaliciones que hasta hace pocas semanas parecían hegemónicas. El peronismo, que con Massa pudo acariciar una victoria en la primera vuelta, terminó sufriendo una derrota dura, de la que sólo zafaron cuatro distritos.
Cuarenta años atrás, cuando Italo Lúder fue vencido por Raúl Alfonsín, el peronismo sólo pudo reponerse a través de un profundo debate interno, una renovación muy amplia de cuadros y criterios políticos y a través de una puja que le dio la legitimidad de base al inmediato triunfo de Carlos Menem en las presidenciales de 1989. La nueva etapa tuvo que hacerse cargo de los desafíos que imponía el espíritu de la época, que Alfonsín supo encarnar en 1983. Parece razonable que acontezca un proceso análogo de renovación, adaptado a este tiempo, al haberse consumado el fin del ciclo actual. Una clave, entre otras, la dio esta semana el intendente electo de Córdoba, Daniel Paserini: “La forma que entendemos el peronismo que pregonamos con Martín (Llaryora, el gobernador electo), que viene de la escuela de De la Sota y Schiaretti, tiene que ver con que el peronismo sea parte de algo más grande. No planteamos un peronismo exclusivo, sino un peronismo inclusivo”.
Pero si el peronismo salió maltrecho del proceso electoral, la coalición rival, Juntos por el Cambio, fue si se quiere la gran derrotada: ni siquiera pudo llegar al balotaje y terminó rota en varios pedazos, algunos de los cuales quizás terminen federándose para desempeñar una oposición constructiva, fuera de la tutela de Macri.
El domingo empieza un nuevo ciclo, pero probablemente no concluye el proceso de reconfiguración política. Ahora, la palabra la tiene Milei.