Microorganismos para la fertilización
Especialistas del INTA compartieron experiencias y resultados que destacan el uso de productos biológicos como complemento de la fertilización para mejorar la disponibilidad y condición nutricional de los cultivos extensivos de mayor importancia económica del país.
A partir de los cuestionamientos sobre el uso de glifosato, y las multas a algunas compañías, una falsa dicotomía se instaló en algunos sectores productivos. Si bien aún no se cuantificó específicamente a partir de que dosis y en que modo, las aplicaciones resultan agresivas para el medio ambiente y los humanos, la duda es creciente: ¿biológicos o agroquímicos?
La inclusión de productos biológicos en la agricultura aumenta la eficiencia de uso de los nutrientes, tanto los disponibles en el suelo como los adicionados a través de los fertilizantes basados en mezclas químicas. Esta sinergia se debe a que los microorganismos -contenidos en los inoculantes- tienen diferentes sustancias y mecanismos que les permiten tomar los nutrientes que las plantas no pueden aprovechar directamente y liberarlos al medio en componentes asimilables.
Así, se incrementa la cantidad de nutrientes a los que puede acceder una planta, no sólo por el aumento de disponibilidad, sino también porque gana una mayor capacidad exploratoria de las raíces a partir de las sustancias promotoras del crecimiento vegetal.
Las experiencias a campo que ponen en práctica el uso conjunto de tecnologías inoculantes y fertilizantes demuestran la sinergia. Por su parte, especialistas del INTA también observan los beneficios de esta alianza y fue el tema de análisis del taller organizado por la asociación civil Fertilizar desde diferentes enfoques.
En primer lugar, Gabriel Prieto, jefe de la agencia del INTA en Arroyo Seco -Santa Fe-, destacó la importancia de los aportes que hace la inoculación en el cultivo de arveja. En este sentido, resaltó los buenos resultados que pudo observar con los promotores del crecimiento de las plantas (PGPR) en general y, en particular, con cepas del hongo Trichoderma harzianum. También señaló el aporte de la FBN (Fijación Biológica de Nitrógeno) para tenerlo en cuenta dentro de los planteos de la rotación. En cuanto a la fertilización, Prieto mencionó que habitualmente es escasa en legumbres y remarcó la buena respuesta que manifiestan ante fósforo.
Además, el especialista se refirió al manejo de la inoculación en legumbres y explicó que es más simple que en soja debido a las temperaturas más bajas por la época del año. "Igual hay que mejorar las máquinas de aplicación", añadió.
Finalmente, remarcó la necesidad de una Ley de Fertilización y de Semillas que de un marco regulatorio a la producción, sobre todo ahora que se abren nuevas oportunidades de comercialización y, consecuentemente, de calidad en la producción. "Recientemente hubo una apertura a la exportación a China de arvejas, pero hay que contemplar que el gigante asiático consume más arveja amarilla que verde y será un requisito importante la trazabilidad a la hora de elegir a quién comprar. Hay mucho por hacer, entre ello, tendremos que seguir promoviendo capacitación a los productores y mejorar los derechos a la exportación", destacó Prieto.
A su turno, Gustavo Ferraris, investigador del INTA en Pergamino habló sobre el efecto de la co-inoculación de Azospirillum más Pseudomonas en trigo con respuestas de rendimiento que superan el 9%. En este sentido, indicó que la respuesta en los PGPR está correlacionada positivamente con la cantidad de nitrógeno disponible. Ferraris distinguió el efecto aditivo y de compatibilidad de las cepas del hongo Trichoderma harzianum sobre los principios químicos, aparte del efecto adicional PGPR que tienen los productos biológicos. En soja, el uso de este controlador biológico tiene un efecto adicional sobre el desarrollo de nodulación. Asimismo, Ferraris mostró resultados de evaluaciones con distintos microorganismos y en combinación, y afirmó el efecto aditivo que tienen estos productos a la fertilización tradicional, con la certeza de pensarlos como complementos y no como sustitutos.
La tercera y última charla estuvo a cargo de Fernando Salvagiotti, investigador del INTA Oliveros, quien inició su presentación con un resumen de la experiencia realizada en todo el país para medir el aporte de la FBN en soja. El promedio ronda entre el 60 y 70 %, según cultivares con baja y alta capacidad de absorción de nitrógeno. El investigador también señaló el efecto antagónico entre la fertilización nitrogenada y la respuesta de la FBN, y resaltó el impacto de la incorporación de distintas fuentes y fertilizantes sobre la nodulación y posterior efecto de la FBN. A través de las experiencias y resultados presentados, los especialistas demostraron que el uso de productos biológicos y de fertilizantes tradicionales son un complemento y, muchas veces, una necesidad para mejorar la disponibilidad y condición nutricional de los cultivos extensivos de mayor importancia económica del país. Una grieta menos para debatir.