Fue en 1980 cuando me encontraba en Nueva York cubriendo el triunfo de Reagan en las elecciones

Mi encuentro con Henry Kissinger

Una breve entrevista sobre su respaldo al flamante mandatario republicano y también acerca de China, Nixon, Vietnam y las mujeres.

El pasado 27 de mayo cumplió cien años Henry Kissinger, el patriarca de la política estadounidense, el mago Merlín de la diplomacia, Premio Nobel de la Paz, ex jefe del Departamento de Estado, arquitecto de las relaciones entre China y EEUU y asesor de Putin, entre otras cosas.

Yo lo entrevisté de sopetón, cuando su carrera parecía a punto de inciar un nuevo despegue.

Estaba en Nueva York cubriendo las elecciones presidenciales de 1980, y en la noche en que las ganó Ronald Reagan, me dirigía al edificio de la cadena NBC para mandar mi material vía satélite a Buenos Aires. Cual no sería mi sorpresa cuando, detrás de mi, entra al ascensor Henry Kissinger.

Mientras el camarógrafo Mario Fazio acomodaba y prendía, frenético, la cámara, le dije al ex Secretario de Estado que veníamos de la Argentina. “¡Oh, the world champions, Kempes!”, me sonrió Kissinger, quien en 1978 había ido a la Argentina a presenciar los partidos del Mundial.

Aproveché la oportunidad y lo ametrallé a preguntas, en el ascensor y después en el pasillo.

-Usted ha apoyado la candidatura de Reagan, ¿ahora que él salió victorioso, va a ocupar un puesto en su gabinete?

-Estoy dispuesto a servir al país de la manera que sea.

”TAREAS MENORES”

Kisinger había hecho campaña entre los votantes judíos a favor de Reagan y hasta lo había entrenado para su debate con Jimmy Carter, pero al presidente electo no le gustaba la prominencia de su figura política, temía que lo opacara y que además enojara a la derecha del Partido Republicano, por lo cual finalmente sólo le encomendó tareas menores. Para el puesto de Secretario de Estado optó por el general Alexander Haig.

”NIXON Y CHINA”

-Usted acercó al gobierno de Nixon con China comunista. Pero si esta decide expandirse, ¿que van a poder hacer los Estados Unidos?

-La clave para controlar a alguien, es ser más inteligente que aquellos a quienes se quiere controlar.

-Se ha comentado que a Nixon no le gustó que usted se comparara con un cowboy solitario que resuelve los problemas sin ayuda de otros, como usted le dijo a Oriana Fallacci.

-Nunca dije eso, y haberle dado una entrevista a Fallacci fue uno de los peores errores de mi vida.

PREGUNTA PERSONAL

La famosa periodista italiana, que lo había entrevistado en 1972, decía tener grabada esa aseveración, pero en aquel pasillo de la NBC no había tiempo para repreguntar. A Fallacci, Kissinger le había parecido un tipo frío, mecánico. A mi, en cambio, me estaba contestando amablemente, con su tono wagneriano, a pesar de que lo estaba entrevistando de asalto. Sin destacarse precisamente por ser un Adonis, el ex Secretario de Estado se había construido fama de playboy, saliendo con espléndidas mujeres. Yo había leido que le gustaba explayarse sobre ese tema.

-¿Le puedo hacer una pregunta personal? ¿Qué ven las mujeres en usted?

-Las atrae el olor a poder. El poder es el mayor afrodisíaco. Erotiza, al aportar seguridad estable.

-¿Y qué clase de mujeres lo atraen?

-Me gustan las mujeres intensas, inteligentes, cálidas, Y, por supuesto, independientes.

-¿Cuáles la mejor manera de interesar a una mujer?

-Comenzando con una conversación intensa.

SE MARCHO SIN RESPONDERME”

Se me acababa el tiempo, los productores querían llevárselo al piso para que opinara sobre el resultado de la elección, y le largué la pregunta que siempre tuve in pectore.

-A usted le dieron el Premio Nobel por negociar la paz en Vietnam, pero la guerra igual continuó y usted dejó que sus aliados, los survietnamitas, fueran dominados por el comunismo. ¿Por qué los abandonó?

El gesto amable se borró del rostro de Kissinger, dió media vuelta y se marchó sin responderme.

Tampoco debe tener muchas respuestas hoy, cumpliendo los cien años de edad, si se le pregunta por qué apoyó estos últimos años a Putin, con quien se reunió más de 30 veces. Y por qué elogió siempre como a un líder pragmático a ese sombrío personaje que ha puesto a la humanidad al borde de una hoguera nuclear.