DEFALT HUMANÍSTICO

“Medicar” el vivir

“Después de miles de años de filosofía y religión quedamos a la ´intemperie´: la era de la técnica y del marketing nada nos puede decir sobre esto; es ausencia de filosofía, germen de la ´intemperie humana´” (Octavio Paz).

La gente no solo busca medicamentos, y no me refiero a la necesidad de muchos pacientes de medicaciones psiquiátricas dadas por especialistas médicos, sino a narcóticos.

En Grecia, era el narciso (narkisos) la flor que cautiva; era la planta para las tumbas en los cementerios. Alude a la muerte. Cautiverio con los narcóticos que nos llevaba a la muerte.

Así, vamos muriendo nosotros mismos cuando quedamos presos de ese narcisismo que nos cautiva con la droga. Vamos perdiendo nuestra identidad.

Vamos llegando así a “un perpetuo arresto en casa”, en términos de Ortega y Gasset, al “autismo tóxico”, cuando en realidad “nos salvamos con las cosas”, como él filósofo dice. De ahí el célebre dicho sobre los argentinos de Ortega: “Argentinos… a las cosas… basta de mirarse al espejo”.

Surge así el vaciamiento de sí mismo con la señal de angustia como marca permanente de la devaluación humana. La droga es vendida como un “plus” de alivio de esta neurosis colectiva y la promesa de volver al paraíso perdido.

El narcisismo se transforma en el eje de la existencia. Este hecho es paralelo a la caída de la noción de parentesco (desfamiliarización creciente) y entonces el joven queda naufragando solo en un mundo que parece no entender.

La adicción, mientras tanto, asegura la manipulación y el control social con el silencio de los manipulados y todo esto asegura un disciplinamiento social.

INTEMPERIE MASIVA

La intemperie masiva va generando una multitud de “desaparecidos sin nombre”. Charles Baudelaire dice que el alcohol se empieza a convertir en la religión de los “desesperados” y de la misma manera con la marihuana.

La desfamiliarización lleva a un apego temprano deficitario unido a un troquelado de redes neuronales también deficitario en el desarrollo neurológico y por ende cognitivo; a mayor desvalimiento infantil mayor posibilidad de un fenotipo vulnerable con un aumento de la actividad noradrenérgica y la baja de la actividad serotoninérgica y el aumento del eje hipotalámico con estados alerta permanente (el distress, la hiperkinesia infantil y los ataques de pánico que ahí tienen un suelo nutricio).

La cultura, su capital social con las redes institucionales, y el capital humano, ligado al amor hecho palabras en la casa y en la escuela, alimentan la sinaptogénesis, o sea el desarrollo pleno del cerebro.

Se va dando, cuando el capital humano y el capital social fallan, la renuncia al homo sapiens que es la renuncia a la carta de los pueblos de Occidente a “la lucidez y la razón”. En Grecia no se aceptaba aquello que enturbiaba la realidad.

Algo grave le sucede a una sociedad cuando en los últimos años la venta de antidepresivos, junto con otros fármacos hipnóticos, ansiolíticos y amnésicos, se han disparado. Las cifras señalan un gentío psíquicamente enfermo. La explicación de los expertos es que se medica el sufrimiento porque la gente ha visto disminuida su capacidad natural de soportarlo. En realidad, lo que se hace cada vez más es “medicar” el vivir.

LOS ESTUPEFACIENTES

En 2017, 271 millones de personas consumieron algún tipo de sustancia estupefaciente. Esto quiere decir que más del 5,5 por ciento de la población mundial, entre 15 y 64 años, tuvo contacto con las drogas.

El informe Mundial sobre drogas, publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito (Unodc) alerta de un aumento de casi 30 por ciento en los últimos ocho años. Si las personas que consumieron drogas formasen un país, ocuparían el cuarto puesto en número de habitantes.

La droga preferida continúa siendo el cannabis y derivados con casi 300 millones de personas, mientras los consumidores de opioides alcanzaron los 53 millones, una cifra que llama la atención, ya que representa un aumento del 56 por ciento con respecto a estudios anteriores.

Hay una batalla cultural en la que el cannabis ha triunfado, siendo ésta el ‘Caballo de Troya’ de todas las drogas. La lucha por la legalización de la venta de marihuana se está ganando (Uruguay lo está sufriendo). El problema no resiste ningún análisis serio, ya que aumenta el consumo a través de la vía “narco” que la vende más barata y potente: el “narco” la vende, como dijimos, más barata y más potente aumentando la base de consumidores, no solo de la marihuana sino de todas las drogas en general.

A través de la marihuana se activan zonas del cerebro que buscan nuevas sensaciones, de ahí que Uruguay, que la cultura “progre” de izquierda mostró como lo más evolucionado, hoy se encuentra ante dos problemas: por un lado, aumentó el consumo en general y los fabricantes legales están pidiendo en este momento venderla con mayor potencia e incluso con receta médica lo cual resulta un absurdo y una mala praxis.

La marihuana en su costumbre ya asimilada se instala en un clima sociocultural de crisis de los valores de trabajo en los jóvenes, la desfamiliarización y una escuela que ha perdido crédito.

Mientras tanto hoy los opioides producen un gran daño. Existe una mayor prevalencia de su uso en África, Asia, Europa y América del Norte (el fentanilo está haciendo estragos).

De los consumidores totales, 585.000 aproximadamente fallecieron durante el 2017. Dos de cada tres muertes relacionadas con el consumo de drogas en todo el mundo corresponden a los opioides (hoy especialmente el fentanilo). Hoy en los Estados Unidos se estima en 300 muertes diarias por el uso de fentanilo. La película ‘El negocio del dolor’ muestra claramente el papel de algunos laboratorios e incluso fueron penados en 6.000 millones de dólares por esta praxis perversa. A esto contribuyen los chinos unidos a bandas mexicanas que operan en los Estados Unidos y la distribuyen con fluidez. En Canadá sucede lo mismo y aumentan las muertes. En el oeste, el centro y el norte de África están experimentando una crisis de otro opioide sintético, el tramadol.

El cannabis, considerada la menos peligrosa, es dañina cuando se consume en edades jóvenes y es la puerta de entrada a otras drogas, y cuando se combina con el alcohol produce estragos.

Argentina está en América Latina en primer lugar de consumo junto a Uruguay. Los dos también lideran el consumo de cocaína.

En España el 15 por ciento de la población consume cannabis, casi el 15 por ciento entre los hombres. Pero es que en Baleares la cifra global asciende al 20,5 por ciento llegando las mujeres a casi el 15 por ciento y en los hombres más de uno de cada cuatro (26 por ciento). Le sigue Cataluña, la segunda comunidad en población y PIB, con un 14 por ciento del total que alcanza a uno de cada cinco los hombres.

La población “emporrada” tiene una magnitud importante, mayor cuando más joven es. ¿Alguien cree que todo esto carece de consecuencias globales, sociales, culturales, económicas, incluso políticas?

La sociedad, las políticas públicas, tratan todo esto como hechos aislados, estrictamente individuales, abordados mediante la falta de campañas de prevención cuyo resultado están en falta y el número de adolescentes que fuman cannabis se multiplica.

El resultado es el crecimiento en el conjunto de la población de un aumento del consumo a largo plazo. La prevención como fenómeno global y masivo está cancelada.

Una buena parte de los consumidores del ‘inofensivo’ cannabis verán afectado su córtex prefrontal, que está en formación hasta los 25 años, y es el área que controla los impulsos y las decisiones. También pueden resultar dañadas las capacidades que regulan la coordinación del movimiento.

* Director General Gradiva, rehabilitación en adicciones.