Siete días de política
Massa inmola la macroeconomía para entrar en la segunda vuelta
El candidato oficialista siguió repartiendo fondos sin otro financiamiento que la emisión. Quiere instalar que ingresará al balotaje, pero generó desconfianza y una corrida cambiaria
Si lo que reclama el 70% de la sociedad es un cambio, Sergio Massa le ofrece todo lo contrario. Abandonó toda racionalidad económica y su receta de campaña es el conocido plan “platita” de intercambio de votos por dinero, ya sea mediante bonos a jubilados, aumento a estatales, reducción del IVA o del impuesto a las ganancias. Ese plan hace rato que dejó de funcionarle al kirchnerismo, porque desató entre otros desastres comprobables una pobreza arrolladora como la que anunció el Indec la semana pasada: 40%.
Pero el ministro-candidato está en una posición tan difícil que no se le ocurre otra salida que inmolar la macroeconomía en el altar de las elecciones. El costo de esa parte de su campaña que terminarán pagando con inflación todos los ciudadanos será de unos dos billones y medio de pesos.
Los resultados de esa “estrategia” hasta ahora han sido malos, pero él insiste. El peronismo salió tercero en las tres elecciones posteriores a las PASO, pero sus asesores le aseguran que está muy cerca de Patricia Bullrich y puede desalojarla de la segunda posición.
Pero así como no lo ayudan los resultados electorales, tampoco lo hacen los económicos. El despilfarro fiscal sobre el que el FMI advirtió públicamente esta semana generó una fuerte incertidumbre y como consecuencia una corrida cambiaria. El dólar blue pasó los 800 pesos, aumentó 50 en la semana y en septiembre más de 70. En 2023 aumentó más de 450 pesos, es decir un 130% superando a la inflación.
Esos números no son malos; son escalofriantes. Por eso el riesgo país se instaló firme por encima de los 2.500 puntos y, como el dólar oficial está clavado por el gobierno desde hace más de un mes en el rango de los 350/360 pesos, la brecha cambiaria superó el 130%.
El FMI, que le dio los 7,5 mil millones de dólares que pedía para la campaña, recién el jueves pareció enterarse de la existencia del plan platita.
Nadie sabe de dónde saldrán los fondos para compensar la pérdida de recaudación por la eliminación del impuesto a las ganancias que festejó la CGT (costo 0,8% del PBI), ni el IFE que festejó Grabois, ni la rebaja del IVA, ni los bonos a jubilados, ni los aumentos a estatales. Nadie lo sabe, pero todos se lo imaginan: de la emisión. El modelo “K” en todo su esplendor, pero con un nuevo agravante: la compleja situación de los bancos.
Los cuatro años de Alberto Fernández se caracterizaron por un catastrófico endeudamiento interno. El Central le debe a los bancos 22 billones de pesos, unos 25 mil millones de dólares a cotización blue. De esto también acaban de darse cuenta en el Fondo, pero el problema quedará para el sucesor de Massa que parece poco probable que sea Massa. “Après moi le déluge”.
A pesar de esta perspectiva problemática, el peronismo continúa apoyando a su candidato. Lo hizo al aprobar en 10 días en el Congreso la eliminación del impuesto a las ganancias para que sea usada en campaña. La única que no participa de esa campaña y que puso en el Senado su propia agenda judicial por encima de la de Massa fue Cristina Kirchner.
El resultado de la votación con que la vice logró el jueves el acuerdo para la jueza Ana María Figueroa fue un empate. La balanza se inclinó a favor de la jueza K por decisión de la presidenta provisional, Claudia Ledesma de Zamora, cónyuge del gobernador de Santiago del Estero. Facilitó ese triunfo la ausencia de la opositora neuquina Lucila Crexell de viaje por Alemania para participar de una reunión sobre energías renovables.
Javier Milei aprovechó la ocasión para señalar que en votaciones cruciales siempre desaparece alguien de Juntos por el Cambio. Si bien el libertario tiene conductas dudosas y su relación con Massa provoca suspicacias, la coalición opositora carece de conducción y Patricia Bullrich está sola en la batalla por llegar a la presidencia.
A pesar de que lo critica, la “casta” juega paradójicamente a favor de Milei. A Bullrich por lo contrario la ataca. La razón es que la casta apostó a favor de Horacio Rodríguez Larreta en las PASO y especialmente los radicales todavía no le perdonan a Bullrich que los haya derrotado.
Por su parte Javier Milei se corrió del centro del escenario para mostrar a su eventual equipo de gestión. El aporte más interesante fue el de su operador político, Guillermo Francos, dirigente muy ligado al peronismo. En una extensa entrevista Francos eliminó tanto las ideas de la dolarización como la de la motosierra y se mostró a favor de posiciones dialoguistas.
Con el correr de las semanas y la irrupción de más colaboradores, el candidato libertario no sólo pierde el centro del escenario, sino también contundencia en su mensaje. La duda es cuántos votos puede terminar costándole ese giro pragmático.