La lupa sobre el deporte

Marruecos, el nuevo cuco

- Lo dije en el año 75, cuando fuimos a jugar un partido a Marruecos: ´acá está el futuro del fútbol´. No está en Europa, no está en Sudamérica…

- ¿Por qué dijiste eso?

- Porque ahí la gente todavía juega. Acá vos recorrés la Capital y no se juega al fútbol. Capaz que en el Interior, en el centro del país, sí… Pero pasa en todos lados. Vas a Europa, a Italia y en Roma o en Florencia, no se juega. Vas a Alemania, a Munich o a Colonia y no se juega. Pero en Africa se juega en todos lados. Y tenés países fuertes, muy fuertes. Camerún, Nigeria, Sudáfrica, Marruecos, Túnez. Y tienen técnica, eh. Mirá cómo será que juegan los partidos sin arcos, nos les importa nada, juegan toda la noche…

La charla se dio entre Nicolás Repetto, viejo conductor de tele y Carlos Bilardo. Pasó hace más de 20 años. El un programa que se llamaba Sábado Bus, muy recordado porque lo veía todo el mundo. Allí, el DT campeón del mundo con Argentina en 1986 fue de invitado y elogió a los países africanos. Tuvo una premonición. O la vio. Porque Bilardo fue adelantado en esos temas. Y esta semana el recorte se viralizó.

El tiempo pasó y crecieron los africanos en el arte del deporte más popular. Acaso, ya lo había sufrido el Narigón como entrenador del Seleccionado también, en la apertura del Mundial de 1990, cuando el desconocido Camerún le ganó a su equipo 1-0. Eso ocurrió en el arranque de aquella Copa del Mundo que tuvo a la albiceleste subcampeona tras perder la final a manos de Alemania (también 1-0). Es decir, era un buen equipo Argentina, pero no pudo con los camerunenses aquella vez, en Italia.

El domingo pasado Marruecos fue campeón del mundo. Sub 20, pero campeón del mundo. Y le ganó la final con absoluta justicia al elenco nacional, que llegaba como candidato al título y acumula 6 copas mundiales. Argentina es el máximo ganador de la historia en la categoría. Los marroquíes debutaron en esto de ser los mejores del planeta.

Nada es casualidad cuando de fútbol se trata. Es cierto que existe una gran dosis de azar y que no siempre gana el mejor allí. Pero también es verdad que los trabajos a largo plazo, garpan. Que hay un mérito enorme en la consagración de los africanos y que tiene respaldo en una labor que viene de años.

Marruecos, que en Qatar 2022, terminó cuarto en la tabla final (perdió el partido por el tercer puesto frente a Croacia 2-1). Además ganó la Copa Africana de Naciones por primera vez 1976 y ya fue parte de 6 Mundiales (1970, 1986, 1994, 1998, 2018 y 2022). Fue, también, en el 86, el primer país del mundo árabe en pasar a los octavos de final en una Copa del Mundo. Y en lo últimos años no paró de ganar.

El fútbol marroquí atraviesa una etapa maravillosa y el fin de semana alcanzó su pedestal, más allá de que lo hizo con juveniles. En los últimos siete años Marruecos construyó un proceso sólido y exitoso que lo posiciona ahora como potencia emergente en todas las categorías. Lo que antes era una promesa ya se traduce en victorias y campeonatos, en podios y apariciones constantes en los torneos más importantes.

En 2018 se impuso en el Campeonato Africano de Naciones y repitió en 2020. Esos títulos dieron inicio a una era que acumula siete años de alegrías para su pueblo. En Qatar se convirtió en la primera selección africana en alcanzar las semifinales. Y ahora es una amenaza para las potencias en el Mundial de México-Estados Unidos y Canadá que se viene el año próximo.

Un detalle que quizá contradiga, o no tenga tanto asidero con el adelanto que hacía hace más de dos décadas Bilardo, es que los seleccionados marroquíes también tienen sus bases distribuidas por diferentes países de Europa, como les pasa a muchos. Es que los tiempos cambiaron, se globalizó la cuestión. Y muchos de los pibes africanos juegan, se nutren y crecen, en otros países del Viejo Mundo.

En Qatar, 14 de los 26 jugadores que vistieron la camiseta roja nacieron fuera de Marruecos… Y en la selección sub 20 que le ganó la final a la Argentina, pasó lo mismo; nueve campeones son oriundos de Francia, Italia, Bélgica y Países Bajos. Incluso su entrenador Mohamed Ouahbi es belga. Nació en la Cité des Anes, en Schaerbeek , región de Bruselas, pero en el seno de una familia marroquí...

Mientras que el caso más conocido con esa doble identidad es el del defensor de París Saint Germain, Achraf Hakimi. El jugador nació en Madrid y hasta vistió la camiseta de España en diferentes seleccionados juveniles pero, después, eligió representar a Marruecos. “No me sentía en casa”, confesó años después. Y lo mismo le pasó a Brahim Díaz, quien nació en Málaga pero después fue tentado por ambas selecciones y optó por sus raíces marroquíes.

En las principales potencias europeas ocurre el fenómeno inverso. Francia es el ejemplo más claro: Kylian Mbappé (su padre es camerunés y su mamá argelina), Ousmane Dembélé (de padre maliense y madre senegalesa) o el famoso Aurélien Tchouaméni (de padres cameruneses) encarnan la herencia africana que nutre a la campeona del mundo de 2018.

Hoy asombra la premonición del sabio y viejo DT campeón del mundo en México 86 y subcampeón en Italia 90 pero no el crisol de razas que empujan en Europa a los seleccionados. Marruecos cuenta con un poco de fuerza de cada lado. Y con un amor por el fútbol que aún se puede ver en sus calles y que llegó a ser el mejor del mundo, por ahora con sus seleccionado juveniles.