Apartemos a los inadaptados de la noche de los festejos, un grupúsculo de toxicómanos, borrachines y violentos que debieran ser raleados de la sociedad, el resto, la inmensa mayoría de los argentinos, los millones que estuvieron en las calles y los millones que disfrutaron desde sus casas y vivieron la jornada del retorno de los jugadores mundialistas como una de los acontecimientos más emotivos de todos los tiempos es lo que corresponde valorar.
La cita que utilizaré para introducirnos en el tema puede parecer altisonante y si se quiere pretensiosa, pero me viene a la memoria una discusión que en el siglo XIX mantuvieron dos de los más grandes pensadores argentinos: Sarmiento y Alberdi a propósito de la Organización Nacional, esto es la sanción de la Constitución de 1853.
El lector ya puede darse cuenta hacia donde apunta esta nota. Y no me refiero a las extraordinarias virtudes futbolísticas de estos dos crack sino a cuestiones que la sociedad, especialmente los que tienen voz y posibilidades de expresarse públicamente, los constructores de opinión publicada, han hecho de ellos y de lo que representan culturalmente.
LA DESMESURA
Maradona fue la representación cultural de la desmesura, el caos, la falta de límites, la lengua filosa, la trampa y el engaño, el rápido ascenso y la vertiginosa caída, la droga, el alcohol, la irresponsabilidad acerca de sus seres queridos, los hijos que le fueron apareciendo sin la menor idea de su autoría, para finalmente reconocerlos. Insolente y torrencial. Altanero y jactancioso. Todo adosado a un enorme talento intelectual expresado con creatividad y viveza. Amor y odio, furia y calma. Vivía al filo del precipicio y finalmente cayo en él. Llegó a reconocer que si hubiera tenido otra conducta podría haberle dado mucho más al futbol.
La izquierda y la progresía observaron en él atributos conductuales capaces de poner en crisis los valores de una sociedad burguesa más apegada a las leyes, las normas, las formas y los valores tradicionales. Fue el personaje ideal para poner en cuestión el orden establecido, sin discursos ni análisis medulosos.
Esto escapaba a la voluntad de Maradona, le importaba poco. Pero la izquierda, vacía ya de posibilidades ciertas, lo buscó y lo hizo suyo. Con él pretendían horadar el
ES DISTINTO
Messi es distinto.
"Todo lo que hace Cristina, en general mal, oculta una intencionalidad política equivocada''.
DOS FORMIDABLES EQUIVOCOS
El primero, ¡no podía faltar! Cuando no, ¡Cristina! Su desconocimiento absoluto de los fenómenos culturales la hace patética. Cuando Messi le dijo a un jugador holandés que miras bobo, anda pa allá. ¡Frase inocente y pueblerina, si las hay!,
Todo lo que hace Cristina, en general mal, oculta una intencionalidad política equivocada: borrar la cultura que expresa Messi, tiñéndola de maradonismo.
LOS PAPARULOS
Los otros paparulos fueron dos periodistas, naturalmente kirchneristas y de izquierda que no querían dejarle a la derecha cultural la figura de Messi. Imposible sacarla de allí. La cultura no se cambia. Entonces su compañero de programa habló de desclasados pues han perdido sus raíces, sus orígenes.
Finalmente quien puso cordura en esta sucesión de mediocridades fue Messi. Desde su cultura deportiva fue claro: ``Esta Copa que conseguimos es también de todos los que no la lograron en los anteriores mundiales. También es del Diego que nos alentó desde el cielo''.