Manuel Dorrego: gobernador de Buenos Aires en 1820

Guerrero de la independencia y tribuno de la plebe, periodista militante y hombre de Estado, republicano y democrático por igual, la figura de Manuel Dorrego se eleva como símbolo de lucha y entrega por el pueblo.

Su gestión como gobernador de Buenos Aires entre el 13 de agosto de 1827, cuando jura luego de ser electo un día antes por la Legislatura, hasta el 13 de diciembre de 1828, cuando un pelotón de fusilamiento ciega su existencia mereció varios estudios, así como muchos aspectos de su vida pública. Poco se supo que previamente, en el turbulento Año XX le cupo ocupar la primera magistratura bonaerense.

Desde la revolución de Mayo se plegó a las armas criollas, combatiendo a las órdenes de Manuel Belgrano, demostrando valentía y arrojo. Aunque su carácter indómito, sarcástico y extrovertido le jugó malas pasadas con sus superiores. Por indisciplina fue separado de la milicia, aunque poco después fue reincorporado. En 1814 pasó al ejército que operaba en la Banda Oriental, y participó en la batalla de Guayabos frente a las fuerzas de Artigas.

De regreso a Buenos Aires, en 1815 se hizo cargo del regimiento n° 8 de infantería y se casó con Ángela Baudrix y Martínez de Ochagavía. Para el año siguiente su regimiento se uniría a la gesta sanmartiniana, pero intrigas desplegadas contra él cambian su destino. “Aquí entra en juego la confidencia de Tagle – afirmó Enrique Pavón Pereyra en Pasión y muerte de Dorrego (1970) - que pone sobre el tapete la grave cuestión de la integración nacional: “Ha llegado Juan Pedro Luna, y con él los pliegos del Janeiro. Debe usted estar contento pues los portugueses no esperan más que el que se les designe el tiempo para dar en tierra con Artigas, y tomar posesión de la Banda Oriental. Yo soy el único agente… que no jira por secretaría…”. Agregó Pavón Pereyra que Dorrego llamó al coronel Pinto diciéndole que “se traicionaba al país, y que los que estábamos encargados de sus fuerzas tratásemos de impedirlo”.

Tagle inmediatamente se comunicó con Pueyrredón alertándolo sobre Dorrego, lo que hizo que éste lo pusiese bajo arresto el 21 de octubre en el bergantín “Veinticinco de Mayo” por “insurgente” y deportase por decreto del 15 de noviembre. Su viaje a los Estados Unidos, previo altercado con piratas y encarcelamiento en las Antillas, lo acercó a las bondades del régimen democrático y federal.

A su regreso al Río de La Plata el 6 de abril de 1820 se involucró en el convulsionado escenario político luego de la derrota porteña de Cepeda, la caída del Directorio y el tratado del Pilar. Sarratea, gobernador de Buenos Aires, intentó restablecer el orden y la tranquilidad, encomendándole funciones militares al recién llegado.

Gabriel Di Megglio, en Manuel Dorrego: Vida y muerte de un líder popular (2014), refirió: “Dorrego fue nombrado comandante del 2° cuerpo de cazadores, compuesto por negros libertos. Él tenía experiencia tanto en dirigir a los cazadores como en la tropa de origen africano. Pero la primera preocupación del coronel era otra: lavar su prestigio”.

Sarratea llamó a elecciones para la Junta de Representantes pero, al triunfar elementos “directoriales” intentó vetarlos pero, al no tener respaldo, renunció, asumiendo Ildefonso Ramos Mejía como gobernador en detrimento de Soler, al frente del ejército. Éste, respaldado por el Cabildo de Luján y la milicia, se impuso como gobernador, renunciando Ramos Mejía y la Junta el 20 de junio. A los tres días Soler asumió formalmente, retirándose a Luján y dándole el mando militar de la ciudad de Buenos Aires a Dorrego.

La defensa de la ciudad puerto se preparó ante los santafesinos, ya que Estanislao López vio que resurgían los “directoriales” y que no enviaban congresales a Santa Fe. Las tropas de López, junto a Alvear y al chileno Carrera, derrotaron a los porteños en Cañada de la Cruz el 28 de junio. El gobernador Soler convocó a Dorrego a presentarles batalla en el Puente de Márquez, pero el Cabildo porteño deseaba negociar con López. Ante ello, Soler se retiró a Colonia de Sacramento.

El coronel Pagola, con las tropas derrotadas en Cañada de la Cruz se hizo “cargo” de Buenos Aires, mientras una misión de paz ante López trajo la noticia que éste sólo depondría las armas si se elegía un nuevo gobernador. Dorrego buscó apoyos en dos hombres: Martin Rodríguez, comandante de frontera al frente de los Blandengues, y el comandante del regimiento n° 5 de milicia “los Colorados de San Miguel del Monte”, Juan Manuel de Rosas.

Sumando al coronel Lamadrid, Dorrego avanzó con sus fuerzas el 3 de julio. Di Meglio aseguró que: “Dorrego marchó sin oposición hasta el fuerte, al que entró sin combatir. Allí encontró a un solitario Pagola, lo abrazó, le aseguró amistosamente que tenían los mismos intereses... La promesa era que en ese momento quedaba arrestado, pero lo dejaría escapar. De tal manera, Dorrego puso orden sin disparar un tiro y se convirtió en el hombre del momento”.

El 4 de julio el Cabildo convocó a una Junta electoral para nombrar gobernador, siendo elegido primero Martín Rodríguez, pero al rechazar el ofrecimiento en una segunda votación será nombrado gobernador Dorrego.

El suyo fue un gobierno “en armas”, ya que inició la campaña militar contra López y aliados y al mismo tiempo envió una comunicación al resto de las provincias para un Congreso General. A pesar de algunos éxitos militares, de lograr adhesión popular por sus proclamas entusiastas a favor del orden en Buenos Aires, su intención de atacar Santa Fe hizo que la Junta de representantes lo removiese, nombrando el 26 de septiembre a Martín Rodríguez como gobernador.

Un posterior motín de Pagola, Agrelo y De la Quintana a inicios de octubre contra Rodríguez culminó con la victoria de éste y de los “colorados del monte” sobre los “cívicos”, aplastando la sublevación. Dorrego, en tanto, llegó a la ciudad luego del levantamiento y pidió ser licenciado, permaneciendo en San Isidro. Ante la amenaza del enterriano Ramírez nuevamente fue convocado pero, ante sus diferencias con Rodríguez decidió desobedecer y replegarse en la Banda Oriental. Un nuevo indulto en noviembre de 1821 hizo que Dorrego volviese a Buenos Aires, bajo la mirada atenta del gobernador.

El malestar por las reformas eclesiásticas de Rivadavia generó un levantamiento armado comandado por Tagle. En este caso Dorrego, a las órdenes del gobierno, desactivó la intentona y permitió a su antiguo enemigo huir a la Banda Oriental.

Manuel Dorrego, el coronel del pueblo, como lo llamaban sus partidarios, siempre se mostró clemente ante sus adversarios, hecho que no ocurrió cuando él entró en desgracia.

El calor sofocante, un campo árido y la esperanza perdida en la llanura de Navarro de aquel 13 de diciembre de 1828 fueron algunas de las sensaciones que acompañaron al gobernador Manuel Dorrego ante el pelotón de fusilamiento ordenado por el golpista Juan Lavalle, con la perplejidad de pensar si su muerte sería la última en la lucha entre hermanos, donde se marcó el drama argentino como en ningún otro acontecimiento de nuestra historia.

*Lic. en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.