Entrevista con el director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, coronel retirado (VGM) Esteban Vilgré Lamadrid

“Malvinas es hoy lo único que nos une”

Apuntó contra la decisión de la administración anterior de politizar el Museo y prometió un plan a cinco años para convertirlo en un orgullo nacional, más allá de cualquier ideología. Dejar el legado del heroísmo de los veteranos, será uno de sus principales objetivos.

Las dificultades fortalecen la mente, como el trabajo lo hace con el cuerpo - Séneca

Hace 64 años nacía en la ciudad de Dolores, el coronel retirado (VGM) Esteban Vilgré Lamadrid en el seno de una familia de docentes integrada por nueve hermanos. Terminada la secundaria y llegado el momento de “trabajar o estudiar” optó por ingresar al Ejército Argentino. A los 21 años, en 1982, egresó como subteniente y comandó, durante la Guerra de las Malvinas, la 3° Sección de la Compañía B del Regimiento de Infantería N° 6 “General Viamonte”. El 14 de junio fue parte, en la primera línea, del combate de Monte Tumbledown, uno de los más feroces en defensa de Puerto Argentino. Por su actuación fue distinguido con la medalla “Al esfuerzo y la abnegación”. Dedicó su vida al servicio de la Patria. En 1989 participó de la recuperación del copamiento del Regimiento de La Tablada; estuvo en la guerra de los Balcanes; en Irak; en Centro América; fue instructor y docente en el Colegio Militar y al frente del Centro de Salud de las Fuerzas Armadas realizó una labor titánica ayudando a cientos de veteranos y sus familias a sanar las heridas del alma, más allá de las físicas.

En diciembre pasado se retiró de la vida militar, tras 42 años de servicio, y su idea y promesa familiar, era descansar y escribir. Sin embargo, la vida le tenía reservado un nuevo desafío. En febrero lo llamaron para secundar a Nicolás Kasanzew en la Dirección de Gesta de Malvinas en el Senado de la Nación. A los pocos días también aceptó ser el nuevo director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

Y en estas tareas, ad honorem, se encuentra abocado Vilgré Lamadrid por estos días. Como director del Museo, el cargo que más tiempo y esfuerzo le requiere, enfrenta diversos problemas como el mantenimiento del edificio, las luces, los ascensores, la escalera mecánica que no funciona, etc, etc. Muchas veces la solución surge de su propio bolsillo por la falta de presupuesto. Pero, además, planeando un proyecto a cinco años para mejorar el Museo y dejar un camino trazado para las nuevas generaciones lejos de cualquier bandería política o ideológica.

Junio de 1982. El subteniente Esteban Vilgré Lamadrid, 21 años, en el Monte Dos Hermanas poco antes de partir en una patrulla.

Vilgré Lamadrid recibió a La Prensa en el Museo, un moderno edificio de última generación inaugurado en 2014 y emplazado en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA). El mismo, ubicado en Santiago Calzadilla 1300, barrio de Núñez, se puede visitar de manera gratuita.

En la planta baja de destaca una increíble reproducción a escala del Crucero ARA General Belgrano. A partir de ahí, y en los dos pisos que tiene el Museo para recorrer, el visitante podrá observar no sólo la historia de las Islas sino también vivenciar su geografía, flora y fauna a través de diferentes experiencias como una de 3D que lo transportará mágicamente a las mismas islas. También se puede disfrutar del avión Cessna 185 que, en 1964, al mando del piloto civil Miguel Fitzgerald, voló hasta las Islas Malvinas y proclamó nuestra soberanía y de una biblioteca sobre Malvinas cuyo futuro es convertirse en un centro de documentación para la consulta de investigadores.

Decepciona la pequeña sala, oscura, casi escondida dedicada a la guerra de 1982. Uno de los temas que Vilgré Lamadrid se propone mejorar.

-¿Qué lo llevó a aceptar el nombramiento?

- El pensamiento de que si yo no lo hago ¿quién lo hace? Porque soy veterano, lo viví, lo vi y lo escuché. No por menospreciar a nadie, pero el veterano también quiere un Museo para sentirse orgulloso, traer a su nieto y decirle: ´Esto me representa´. Mi deseo es que nadie sepa que yo estuve acá dentro de cinco años pero que el legado de los veteranos quede. Dejar testimonio es lo más importante y que el Museo sea un orgullo nacional.

La plaza abierta y el lago se denominan Parque de la Soberanía, y representa el contorno en sobre relieve de las Malvinas, junto con la silueta del Crucero General Belgrano.   FOTO: GUSTAVO CARABAJAL.

- El Museo funciona dentro del predio del Espacio Memoria y Derechos Humanos (exEsma), donde también están otras dependencias públicas como el Archivo Nacional de la Memoria, la Casa de la Militancia H.I.J.O.S., el canal Paka Paka o Encuentro. ¿Cómo fue su desembarco?

- Yo soy un militar y trato de convivir de la mejor manera. Yo cuando llegué no eché a nadie. Porque creo que hay que ser respetuoso del trabajo de la gente y no puedo sacar a nadie porque su ideología sea diferente a la que tengo yo. Y después porque si te echo es porque te tengo miedo y sería una imagen de debilidad. Además, el Museo es de todos los argentinos.

- ¿Tuvo contacto con el anterior director del Museo?

- SI, cuando me entrevisté con el director saliente Edgardo Esteban, que tenemos muchas cosas que no coincidimos, le dije: Mira creo que una buena enseñanza sería mostrar que los Veteranos de Guerra no tenemos ideologías y mostrar una transición como personas civilizadas. Y así fue. Un caso similar fue con Mario Volpe, otro veterano que, si está en las antípodas, y maneja el departamento de Investigaciones del Museo y las Efemérides. Yo no estaba de acuerdo con lo que hacía, a mí no me gusta porque destacaban esa cosa cobarde de la guerra, lastimera, el pobre soldado, siempre resaltando los defectos, la dictadura. Entonces cuando vino a verme me dijo: Mira Esteban vengo a ofrecerte mi renuncia. A lo cual le respondí: Somos veteranos, tenés que quedarte conmigo…pese a que haya veces que discutimos.

- ¿Se metió la ideología en el Museo?

- El museo tiene una línea de tiempo que arranca en el Tratado de Tordesillas (1494) y el conflicto de 1982 ocupa un espacio, pero acá como no se buscó reivindicar la guerra se hizo un salón pequeño en el segundo piso, insignificante y que no vale nada. Cualquier sala de un Centro de Veteranos de cualquier lugar del país tiene más elementos. Acá se metió la ideología, algo que no tuvo que haber pasado. Si bien este no es un museo de la guerra sino de soberanía, la guerra es el hecho más importante que tuvimos. Mucha gente viene a ver cosas de la guerra no tanto de soberanía.

Recibe al visitante una réplica del ARA Gral. Belgrano. FOTO: GUSTAVO CARABAJAL.

- ¿Qué tiene pensado hacer?

- Estamos viendo como rediseñarlo para poder incorporar en algún sector de la planta baja o del primer piso un lugar dedicado a la guerra y el resto a la línea del tiempo. Que haya más 3D e interactivos…pero bueno se necesita plata, o sea las buenas intenciones las tenemos todos. Este Museo depende de la Secretaría de Cultura y de la Dirección General de Museos, no es un tema de ellos sino de falta de presupuesto del Estado. Con estos cambios habrá un 5% que está a la izquierda que me criticará, otro 5% de la derecha igual, pero un 90% de argentinos que no les importa las ideologías y que quieren encontrar un Museo de Malvinas. Todas las semanas hay medios, como ´Pagina 12´, que “me atiende” y yo se que es un costo que tengo que pagar, pero a mí no me mueve el amperímetro.

“Yo fui a la guerra con 46 hombres y volví con 13. Por eso tengo el compromiso de dejar un mensaje sobre el heroísmo de los veteranos. Que fueron tipos normales con mil defectos y virtudes, que tenían sueños y que los dejaron por amor a la Patria”.

- ¿En qué consistiría ese rediseño?

- Lo que necesita el Museo rediseñar es como está contado. Si usted va a la sala del 2 de Abril hay una gigantografía de las Madres de Plaza de Mayo. Yo pondría la bandera argentina flameando en Malvinas. Que mejor ejemplo.

-¿Sacaría esa foto?

- Si yo saco esa foto ahora sería por un capricho ideológico porque pedagógicamente está bien puesta. Ahora ¿es necesario en un museo donde vienen muchos extranjeros, incluso ingleses, hacer ruido con un problema interno nuestro? Si lo cambio es porque quiero un proyecto superador. Actualmente hay salas donde se siente fuerte la propaganda del tema de los desaparecidos. Yo no digo que lo neguemos, lo que yo digo es que en el Museo de Malvinas contemos el heroísmo de nuestros soldados, el sacrificio de los que trabajaron en el mar y en las islas desde Vernet hasta hoy. Lo que quiero cambiar, en definitiva, de la línea del tiempo es la parte de los “trapitos sucios de casa”, que no los niego, reitero, pero son para otro ámbito. Acá el tema es la soberanía Malvinas y sus valores. Yo, por ejemplo, traje cosas mías para que los chicos toquen, mi jarro de Malvinas, mi marmita, mis cubiertos y ahora… estoy buscando donde está mi casco. Hay un proyecto muy lindo, por ejemplo, que es “Pisar Malvinas” con terrenos y tierra que los traeríamos de Pigué que tiene unos cerros que son del mismo movimiento geológico que Malvinas y plantas de Santa Cruz.

Una pequeña sala recuerda a los caídos en la Guerra. FOTO: GUSTAVO CARABAJAL.

- ¿Cómo encara esta nueva responsabilidad?

- Para mi es un nuevo desafío, pero, sin embargo, lo tomo como un lugar de paso. Me considero como alguien que viene a hacer una transición. Lo primero que quiero lograr es que aprendan a trabajar en equipo. Se trata de gente muy capaz, muy comprometida con el Museo, muy profesional pero que ha trabajado -por desconfianza a sus directores que siempre fueron cargos políticos incluidos el mío- en general por compartimentos estancos. Están todos por contrato y eso repercute en los empleados. Por eso yo les dije que mientras yo esté acá no se va nadie. Mi esfuerzo estará enfocado en dejar al que venga después un barco navegando.

- ¿Cuánto pesa su condición de veterano de Malvinas?

- Me genera un compromiso. Primero tengo que dar una imagen de tipo conciliador, razonable, que como vivió la guerra esto lo siente de otra manera y está liberado a las pasiones. Y como soy veterano con ocho caídos, catorce heridos y que fui a la guerra con 46 hombres y volví con 13, incluido yo, tengo el compromiso de dejar un mensaje sobre el heroísmo de los veteranos. Que fueron tipos normales con mil defectos y virtudes, que tenían sueños y que los dejaron por amor a la Patria.

- ¿Y en lo personal?

- El seguir siendo quien soy. Siempre en el Ejército fui muy crítico y eso implica que tenés que vivir como predicas. Por más que si volvería a nacer sería otra vez militar, mi personalidad la pagué muy cara: Por mi sentido del honor, de la humildad, de la responsabilidad y de tener siempre en claro que ser jefe es un sacerdocio no un privilegio. Yo estoy cerrando mi vida laboral y a los 64 años mi objetivo principal es no ensuciar mi nombre, ni el de mi padre, ni el de mi abuelo. Es la última actividad pública que hago en mi vida y me tiene que salir bien. Así que es una responsabilidad muy grande. No le tengo miedo, para mí fue mucho más difícil cuando estuve al frente del Centro de Salud de Veteranos de Guerra porque ahí si tuve que enfrentar el sistema. En definitiva, es el peso de la responsabilidad de hacer algo bien hecho.

El avión Cessna 185 que, en 1964, voló hasta las Islas. FOTO: GUSTAVO CARABAJAL.

- ¿Qué valores desea que los visitantes se lleven luego de realizar una visita por el Museo Malvinas?

- Los valores del amor a la Patria y el orgullo de haber nacido en la Argentina. Y de la guerra llevarse los valores de la humildad y de la entrega consciente de la vida. Y el mejor ejemplo es que nuestros soldados pelearon todos los combates sabiendo que estaban perdidos. Mis meditaciones antes del contraataque del 14 de junio, que yo ya sabía que la guerra estaba perdida, era preguntarme “¿qué hago acá?” mientras miraba la cercanía de los caminitos de Puerto Argentino por un lado y del otro el infierno del combate. Yo era militar por vocación, de última se supone que debo tener esa predisposición a morir heroicamente, o sea era mi obligación. Pero los soldados estaban por ley. Y cuando yo les dije que dejen de mirar el paraíso y vayan al infiermo los tipos fueron. Entonces yo quiero dejar ese mensaje: esos soldados valientes que conocí fueron tipos normales, no superhombres, gente normal con mil defectos que en un momento la Patria nos pidió hacer algo extraordinario. Malvinas es lo único que tenemos que nos une y donde no hay grieta. Malvinas no tiene banderas ideológicas. Y hoy, hacer algo extraordinario por la Patria es ser honesto, trabajar todos los días, levantarse temprano, no usar chicanas, ser una buena persona. Esos son los ejemplos de hoy de personas normales que hacen algo extraordinario.