TENDENCIAS EN EDUCACION SUPERIOR
Los títulos ya no son suficientes: las habilidades son la nueva moneda
Por Roberto Alejandro Llauró *
Durante muchos años, tener un título universitario era casi sinónimo de un futuro éxito profesional, actuando como un pasaporte que abría las puertas al mundo laboral, una prueba de conocimientos y una forma segura para que las empresas identificaran a candidatos cualificados.
Los títulos fueron, sin duda, la principal credencial para acceder a empleos calificados, pero todo esto está cambiando. A partir de 2023, con la irrupción de la inteligencia artificial generativa en los sectores productivo, educativo y administrativo, esta lógica está empezando a desmoronarse.
Hoy en día, cada vez más empresas valoran las habilidades de una persona por encima de dónde estudió o cuántos títulos posee. En Estados Unidos, empresas como Google, IBM y Amazon están liderando esta nueva tendencia apostando por modelos de contratación que priorizan las habilidades. De hecho, muchas de ellas ya no exigen un título universitario para puestos técnicos o intermedios, siempre que los candidatos puedan demostrar sus habilidades prácticas.
Un artículo publicado en Harvard Business Review en febrero de 2024, titulado Por qué las habilidades importan más que los títulos, destaca que más del 50% de los empleadores en Estados Unidos ya no consideran los títulos universitarios tradicionales como un buen indicador del desempeño laboral, y señala que esta transformación no se limita a Estados Unidos.
Países como India, Australia, Canadá y varios en Latinoamérica están empezando a adoptar sistemas de evaluación basados en habilidades demostrables, certificaciones alternativas y credenciales digitales vinculadas al desempeño real.
LA VALORACION DEL TALENTO
Este cambio en la valoración del talento en la fuerza laboral actual responde a múltiples factores profundamente interconectados. En primer lugar, el vertiginoso ritmo del cambio tecnológico ha provocado que el conocimiento se vuelva obsoleto en forma acelerada haciendo que un título universitario obtenido hace tan solo cinco años puede no ser indicativo de la verdadera capacidad de una persona para utilizar herramientas actuales (como ChatGPT, Copilot o sistemas avanzados de automatización), lo que exige una actualización constante de estas habilidades, algo que los modelos educativos tradicionales no siempre están preparados para ofrecer.
A esta transformación se suma la aparición de la inteligencia artificial generativa, que ya automatiza tareas como la escritura, la programación, la traducción y el análisis, transformando radicalmente la forma en que se realizan estas tareas.
En consecuencia, las organizaciones valoran cada vez más a quienes son capaces de integrar estas nuevas tecnologías en sus procesos por encima de quienes dominan teorías que podrían haber perdido su relevancia práctica.
Además, el mercado laboral actual exige competencias humanas y transversales clave en cualquier entorno profesional. Habilidades blandas como la comunicación efectiva, el liderazgo, la colaboración, el pensamiento crítico, la adaptabilidad y el aprendizaje continuo no siempre forman parte del currículo de la educación formal, lo que crea una brecha aún mayor entre la formación académica y las necesidades reales del mundo laboral.
Por otro lado, la democratización del conocimiento ha abierto nuevas posibilidades de aprendizaje. La proliferación de cursos en línea, “bootcamps” intensivos, certificaciones modulares y contenido en línea accesible y de alta calidad permiten a cualquier persona formarse profesionalmente desde cualquier parte del mundo en tan sólo unos meses y empezar a trabajar sin necesidad de asistir a la universidad.
REINVENTARSE
Finalmente, las desigualdades estructurales del sistema universitario, como el alto costo de la matrícula, la rigidez de los planes académicos y su escasa conexión con el mercado laboral, han llevado a muchos jóvenes a cuestionar el valor de la educación universitaria tradicional.
Ante esto, cada vez más personas optan por vías de aprendizaje alternativas que les permitan acceder rápidamente al mercado, actualizarse continuamente y adaptar su desarrollo profesional a sus propios intereses y objetivos.
Esto no significa que la educación formal esté condenada a desaparecer, sino que necesita reinventarse. Las universidades del futuro deben convertirse en plataformas de aprendizaje continuo, adaptadas a la demanda, capaces de certificar competencias de forma modular y con fuertes vínculos con el mundo laboral. Ya no basta con formar "profesionales"; las trayectorias flexibles de aprendizaje y empleabilidad son esenciales.
Las empresas también están cambiando. Los procesos de selección que antes se basaban únicamente en currículums tradicionales están dando paso a evaluaciones prácticas, simulaciones, entrevistas por competencias y pruebas basadas en IA, lo que les permite identificar el talento de forma más inclusiva, evaluar tanto las habilidades técnicas como las interpersonales, y evitar los sesgos asociados a las titulaciones académicas.
En este nuevo escenario, las competencias se van convirtiendo en la verdadera unidad de valor.
Lo que presenciamos no es sólo un cambio en la dinámica del mercado laboral, sino una profunda transformación en la forma en que concebimos el valor profesional. El título universitario, que durante tanto tiempo fue símbolo de éxito, ha perdido su exclusividad como puerta de entrada al mundo laboral y, en su lugar, las competencias emergen como la nueva medida del talento, y con ellas, una cultura más flexible, dinámica e inclusiva.
Como autor, estoy convencido de que este cambio no sólo es inevitable sino también necesario. Aferrarse a modelos educativos tradicionales que no responden a las necesidades reales del entorno profesional es un error estratégico, tanto para las instituciones como para las personas.
No se trata de desacreditar la educación formal sino de reconocer que debe evolucionar al mismo ritmo que cambian las herramientas, los desafíos y las oportunidades del mundo actual.
En Argentina, si bien el requisito de un título universitario sigue siendo un criterio predominante en muchos sectores, este paradigma también comienza a mostrar signos de cambio. Si bien no se experimenta con la misma urgencia que en otros países más avanzados digitalmente, esta transformación será inevitable, y argumentos como los que desarrollamos aquí no deben considerarse una amenaza para la educación, sino una invitación a reinventarla.
La creciente penetración de las tecnologías emergentes, el auge de la economía del conocimiento y la expansión de modelos de aprendizaje alternativos implicarán que, en un futuro próximo, las habilidades prácticas, el pensamiento crítico, la adaptabilidad y la capacidad de aprendizaje continuo adquirirán mayor importancia. Por lo tanto, es crucial que tanto el sistema educativo como el mundo empresarial anticipen esta transición.
En un país con tanta riqueza de talento como Argentina, aferrarse exclusivamente al valor de un título podría llevarnos a desaprovechar capacidades reales que no siempre se validan con un diploma. Prepararnos para este cambio hoy es nuestra mejor inversión para el futuro, y en esta transición todos ganan.
* Doctor en Ciencias de la Gestión (UADE), Miembro Titular de la Academia Argentina de Ciencias y Artes de la Comunicación. Profesor Universitario e Investigador y Conferencista Internacional.