Los niños, víctimas del fraude por falta de transparencia y honestidad
POR MARIA ROMERO
Había una vez un circo… Quiero contarles sobre el Concurso de la Defensoría Nacional de los Derechos del Niño en Argentina.
Este año, tras mucha presión, se conformó una Bicameral de Niñez para abrir un nuevo concurso destinado a elegir al Defensor de Niños, cargo que había quedado vacante luego de que la anterior Defensora modificara el reglamento para prorrogarse el mandato. En condiciones normales, esto no sería posible, porque viola la estructura de este organismo. Pero, estando en Argentina, todo puede suceder.
La Bicameral está integrada por 10 legisladores, con la misma representatividad que en la Cámara Baja:
• Presidente: Natalia Silvina Sarapura – Diputada UCR (Jujuy)
• María Sotolano – Diputada PRO (Buenos Aires)
• Mercedes Gabriela Valenzuela – Senadora UCR (Corrientes)
• Eugenia Alianiello – Diputada Unión por la Patria (Chubut)
• Paula Andrea Penacca – Diputada Unión por la Patria (CABA)
• Stefanía Cora – Senadora Unidad Ciudadana (Entre Ríos)
• Daniel Pablo Bensusán – Senador Frente Nacional y Popular (La Pampa)
• Andrea Marcela Cristina – Senadora PRO (Chubut)
• Vilma Facunda Bedia – Senadora La Libertad Avanza (Jujuy)
• Nadia Márquez – Diputada La Libertad Avanza (Neuquén)
Cuando se abrió la convocatoria nos inscribimos unas 225 personas. No fuimos miles, ni mucho menos millones. Ese número me confirmó algo: la situación de los niños en Argentina todavía no convoca la atención que debería.
La Defensoría tiene un rol que puede ser trascendental para los más indefensos. Puede garantizar un presente amoroso, digno y respetuoso, capaz de darles lo que necesitan para llegar a ser adultos sanos. O puede dejarlos en el camino, con suerte llegando a ser adultos rotos.
El Concurso fue una estafa desde el inicio. Pese a los reclamos judiciales y administrativos presentados por decenas de postulantes, nada prosperó. Se confirma lo que tantas víctimas repiten: la justicia no es independiente. En este caso, se convirtió en parte de un enroque político, firmando con la pluma manchada de corrupción lo que deciden funcionarios nacionales y transnacionales. La justicia se vuelve socia de la política, y los grandes medios cumplen el mandato de ocultar la información para que la gente no sepa lo que ocurre.
Hace pocos días, la Bicameral votó la terna de candidatos presentada por el senador Bensusán (La Pampa, provincia que fue testigo del crimen más atroz, el caso de Lucio Dupuy). La terna se compone de un Defensor Nacional y dos Defensores Adjuntos. Aunque estos últimos pueden ser reemplazados por decisión del Defensor una vez que asuma. Todo esto fue fruto de un pacto sellado antes de iniciar el Concurso, auspiciado incluso por Unicef, organización que impulsa políticas globales que no comparto y que marcan la agenda de lo que ocurre ahora.
La terna quedó encabezada por la abogada María Paz Bertero, actual Secretaria de Relaciones Parlamentarias de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, promotora del aborto, de la ideología de género y del feminismo radical, sin experiencia de campo en materia de niñez y con una mirada sesgada. El requisito más pedido era que el Defensor no respondiera a ideologías, para garantizar ecuanimidad y objetividad. La anterior Defensora, Marisa Graham, también abogada, fue cuestionada durante su mandato por militar activamente el aborto. No se trata de debatir posturas personales, sino de señalar que la Defensoría debe proteger a los niños desde la concepción hasta los 18 años, como establece la Constitución Nacional.
El primer Defensor Adjunto es el abogado Matías Robledo, referente de la comunidad LGTB. La crítica no se dirige a elecciones personales, sino a las múltiples denuncias que existen sobre prácticas de coacción y contenidos dirigidos a niños de corta edad. Robledo, además, promueve la subrogación de vientres, práctica no legislada en Argentina por sus vínculos con la trata de personas. La ONU, a través del informe de la relatora Reem Alsalem, instó recientemente a los Estados a impulsar su abolición global. Sin embargo, aquí se elige a un Defensor que la promueve, incluso sin marco legal. ¿Cómo puede ser que alguien con esa posición decida sobre la vida de niños y madres?
No critico convicciones privadas. Señalo que estos perfiles marcan una visión parcializada de la niñez. Un Defensor con mirada selectiva dejará afuera a miles de niños. Esto no es casual, es causal. Es la acción de una agenda globalista que busca confundir y controlar a los seres humanos.
Por eso pido no sólo que estas personas no asuman sus cargos, sino que el Concurso se anule y se realice nuevamente con transparencia y honestidad, como corresponde a un proceso de esta magnitud. Quienes nos presentamos fuimos víctimas de un fraude cuyo mayor perjudicado no somos nosotros, sino los niños de Argentina.
No entreguemos a los niños a ideologías que los dañan. Ellos necesitan cuidado verdadero. Lo que pretenden es hacernos creer que los lobos cuidarán a las ovejas.