Por Fernando Miguel Salon
Hay sujetos que pueden ser identificados como hipócritas económicos. Es por sus actitudes económicas, forma de pensar, hablar, vivir, interactuar, y fingir. Y por supuesto, por su forma y decisión de gastar o de no gastar dinero.
Son muchos, con lo cual esa generalidad hace difícil extractar a una persona en particular, sino que los mismos tienen una especie de protección del medio ambiente en que se mueven. Si bien son un tipo social, como los ideologizados, los desagradecidos, los resentidos, los trepadores o los chantas, las características propias de los vaivenes económicos argentinos hace que los hipócritas económicos abunden.
Si el daño causado por este perfil fuera solo personal no sería tan grave, pero desafortunadamente ese comportamiento multiplicado por muchos causa daño a otros y al país en sí mismo, impidiéndole ver la realidad y por lo tanto identificar las causas de lo que está mal para corregirlas y buscar el desarrollo.
LOS RASGOS
A estos sujetos, más allá de cualquier otra característica personal, se los distingue por:
Se quejan de que no hay industria argentina que provea de trabajo para ellos o para sus hijos, pero compran importado. Se quejan de la falta de infraestructura nacional, pero evaden los impuestos para pagarla. Quieren tener las mejores cosas, pero no quieren pagarlas. Se quejan del precio de la nafta, pero no se bajan del auto. Se vanaglorian de los paisajes argentinos, pero vacacionan en el exterior. Critican a los funcionarios corruptos, pero ellos mismos no son transparentes. Se horrorizan con la corrupción, pero van a las cuevas a comprar dólares y los ocultan. Quieren saber acerca del patrimonio de los gobernantes, pero el de ellos es muy confidencial. Se ponen la camiseta de la selección nacional solo cuando van de vacaciones afuera.
Por el precio de lo más barato, quieren lo más caro, y no dan propina. Comparan con algún país nórdico, pero no estarían dispuestos a pagar el 55% de impuesto a las ganancias. Que el Estado haga, pero no con su dinero, sus impuestos.
Critican la ineficiencia, pero ellos están con el celular cuatro de sus ocho horas laborales. Son avaros y no conocen la caridad. Son exitistas o triunfalistas de corto plazo, sin mirar las consecuencias a largo plazo.
Para los demás, pesos, para ellos, dólares. Cuando el dólar esta visiblemente subvaluado, dicen que su valor está correcto, cuando esta caro, se quejan solo porque no les conviene personalmente. En un café opinan, felicitan o degradan a cualquier economista, y creen tener la razón (esto es histórico en Argentina). No tienen memoria de las situaciones económicas del pasado, cuando les conviene; pero si les conviene, sus neuronas son las más brillantes del mundo.
FALSEDAD IDEOLOGICA
Tienen falsedad ideológica: dicen una cosa y hacen otra. Sobrevaloran lo suyo, menosprecian lo de los demás. Piensan que su mundillo personal es más importante que la economía del país. Ruegan que se les conceda una ventaja económica, pero si la obtienen jamás la agradecerán o retribuirán. Quieren “saltar más alto de lo que les dan las piernas”. Quieren ganar dinero como en el mejor país, pero especulando en vez de produciendo. Hablan mal de su empleador, pero explotan a la mujer de servicio de limpieza que tienen. Hablan como si estuvieran de paso en el país, como si fueran extranjeros, y como si estuviesen sentados en Miami (se autoconvencen fantasiosamente de ello). Perjudican a cualquiera con tal de ganar. Ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio en asuntos económicos. Hablan en primera persona siempre. Dicen: porque yo…tal cosa o tal otra. Nunca dirán nosotros.
Mienten frecuentemente, agrandando sus asuntos económicos en detrimento de los demás. Quieren vender buzones. Tienen un deseo salvaje por el dinero: atropellan a cualquiera por plata. Son evasores fiscales, escondedores de dólares, malos pagadores, rápidos para invocar al abogado o a la ley, con el fin de amenazar. Si ahorran dinero, lo primero es subirse a un avión, y los acreedores que esperen.
El mundo que dicen conocer esta solo en su imaginación o fantasía. No conocen su país, su economía, su realidad, su gente. Tienen, como tantos otros, adicción por el celular, el cual, cuanto más caro mejor. En vez de decir viajar, dicen volar. Votarían a cualquiera que le prometa dólares baratos. Algunos son socialistas, pero su objetivo es el dólar, viajes a Europa, y charlas estériles mientras toman champan. Si son comerciantes, remarcan en exceso, y vendiendo una unidad quieren ganar lo normal para diez unidades. Son especuladores por naturaleza.
Como se puede ver, son un problema social. El hipócrita económico es un tipo social difícil de convertirse en una persona normal, razonable y con los pies sobre la tierra.