El rincón de los sensatos

Los globos blancos: las muertes y las tentaciones

Los globos blancos se elevaban en el aire frío de una mañana cruel de agosto, mientras la familia y amigos del Dr. Juan Cruz se despedían de sus restos. Los globos volando parecían alentar una esperanza tras una muerte sin sentido, esa mueca cruel del destino en un país que debate su rumbo.

Juan Cruz era uno más de los millones de argentinos que día a día salen a laburar a pesar de la inseguridad, la incertidumbre, la inflación y, en el caso del Dr. Juan Cruz, lo hacía a pesar de las injusticias de un sistema de salud que lo explotaba al punto del menosprecio. Guardias eternas plagadas de heridas salvajes, violencia, abuso y miseria.

Más de una vez Juan Cruz debió haber entrado al quirófano amenazado por el delincuente baleado o su familia. Cualquier médico que trabaje en el ámbito hospitalario puede dar fe de las amenazas, los gritos, los puños encrespados, los insultos ... “Más te vale…”. Cualquier médico podrá contar sus historias de patoteo, la exhibición de armas, el hostigamiento y la falta de respeto que llega al empujón o al golpe…

FANTASIAS DEL PACO

En un país con un 40% de pobres, es imposible que la marginalidad no conduzca a la violencia. Esos pibes criados en condiciones tan precarias están jugados. Salen a matar o morir, alentados por las fantasías del paco. Nacieron entre basura, vivieron entre desperdicios y no tienen expectativas de salir de allí… Que quede bien claro, no es un justificativo zaffariano. No, no, entiéndase bien, se trata de aproximación a un problema que ha crecido como un cáncer con la anuencia de los políticos que se sostienen con el voto cautivo de la dadiva estatal.

Esta marginalidad crea monstruos que pierden el sentido de la realidad. Matar a una niña camino al colegio, matar a un médico que salvó a más de uno de ellos víctimas de balaceras, atacar jubilados y robar locales una y otra vez hasta el hastío, son manifestaciones emergentes de una realidad que toma visos de irreparable.

Esta violencia inconsciente, esa ferocidad desplegada con impunidad, es la metástasis del cáncer que ha crecido a punto de dominar una gran parte de la sociedad: narcotráfico, delincuencia, adicciones, marginalidad y complicidad política que saca ventajas de tanta desesperación.

Esta vez, el golpe fue muy bajo.

Son muchas las preguntas que esto nos genera, pero hay una que es esencial. En cinci años (no digo 10 ni 20), ¿cuántos de estos detenidos estarán libre? La policía los apresó rápidamente porque ya estaban fichados. Habían entrado y salido 20-30-40 veces y, como en un molinete perverso, siempre fueron liberados por el garantismo. Se excusa diciendo que no saben dónde ponerlos (porque las cárceles están superpobladas) y un sistema judicial colapsado, los dejan libres ...y vuelven a delinquir porque no hay otra salida, no conocen otra vida. La sociedad, el país, el Estado, no se ocupan ni tienen la convicción para darle una solución al problema porque hay demasiados intereses en juego. Para muchos, la marginalidad es un gran negocio, aunque nos resulte increíble… y entonces una niña muere por un celular y a un médico le pegan dos tiros en la cabeza ¡porque lo querían asustar y la bala se les escapó”... Esto no es nuevo ni se acaba acá sin la voluntad de poner fin a esta crisis que nos ha arrasado.

Vivimos una situación caótica que conduce a un país desvirtuado (en el sentido más amplio de la palabra), con autoestima menguante y propenso a caer atrapado por el canto de las sirenas de las soluciones mágicas.

Cunde el desaliento. ¿Debemos perder nuestras esperanzas? Incluso en los momentos más oscuros, hay globos blancos volando por el cielo.