Los galácticos de la Ribera
El baúl de los recuerdos. Boca sorprendió a Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental de 2000. Dos goles de Martin Palermo y una actuación soberbia de Juan Román Riquelme encaminaron al equipo de Carlos Bianchi hacia una victoria histórica.
Real Madrid encandilaba con sus figuras. Desde la llegada de Florentino Pérez a la presidencia del club, los merengues habían iniciado un período en el que todas las estrellas que brillaban en el cielo de la pelota arribaban a la capital española. Se vivía la era de los galácticos, un tiempo en el que el equipo español deslumbró con formaciones en las que convivían el portugués Luis Figo, el francés Zinedine Zidane, el brasileño Ronaldo y el inglés David Beckham con el español Raúl y Roberto Carlos, otro nativo de la tierra del carnaval, entre tantos otros notables futbolistas. El conjunto que dirigía técnicamente Vicente del Bosque era el favorito para apoderarse de la Copa Intercontinental del 2000. Sin embargo, se vio sorprendido por una actuación fabulosa de Boca, que con los goles del implacable Martín Palermo y una actuación deslumbrante de Juan Román Riquelme se quedó con el título. Ese 28 de noviembre, el mundo descubrió a los galácticos de la Ribera.
Es cierto que la era galáctica vivía sus horas más tempranas. La llegada de Figo, símbolo e ídolo del Barcelona hasta su inesperada mudanza a Madrid, fue el primer paso de un ciclo en el que entre 2000 y 2003 los madrileños ganaron en dos ocasiones la Liga, otras tantas la Supercopa española, una vez la Champions League, además de una Intercontinental y una Supercopa europea. Cuando los merengues se encontraron con los xeneizes en Japón ya habían dado su golpe inicial en el mercado futbolístico con la incorporación del portugués como prólogo de una febril campaña de contratación de figuras.
Pero bastaron un par de minutos para que el aún incipiente fulgor del Real se viera opacado. Bianchi sabía que Boca debía jugar un partido perfecto para quedarse con el triunfo. Por eso, diseñó con mucho cuidado la alineación para afrontar la final en Tokio. Decidió que Aníbal Matellán se encargara de marcar a Figo, en detrimento de Daniel Fagiani, una de los recientes refuerzos. Marcelo Delgado aparecería como acompañante de Palermo, en lugar de Guillermo Barros Schelotto, el habitual socio del Loco en la ofensiva.
Muy pronto quedó demostrado el acierto en las elecciones del Virrey. Cuando apenas habían transcurrido tres minutos de juego, Matellán metió un largo pelotazo para la corrida de Delgado. El Chelo le ganó la espalda al camerunés Geremi y aprovechó el tardío cierre de Fernando Hierro para sacar el centro que Palermo depositó en el fondo del arco de Iker Casillas.
Cuando el asombro todavía reinaba en el Estadio Nacional, la retaguardia xeneize capturó el balón cerca de su área y se lo alcanzó a Riquelme. Román lanzó un pase que combinó precisión y belleza para la corrida de Palermo, que dejó atrás a Geremi y aumentó la diferencia en el marcador. En solo 360 segundos Boca se abrazaba a una diferencia inimaginable contra las afamadas huestes de Del Bosque.
Roberto Carlos surgió como el único jugador del Real Madrid capaz de luchar contra el adverso panorama. En su primera incursión le sacó astillas al travesaño del arco de Oscar Córdoba con un derechazo que probó que esa pierna era tan letal como la temible izquierda que tanta admiración había cosechado en todas las latitudes. Poco después, Figo apareció en escena y sacó un centro desde el flanco derecho que Hugo Ibarra no rechazó bien y la pelota quedó, ahora sí, para el zurdazo inatajable del brasileño que le puso suspenso a un duelo que parecía definido. Todo en menos de un cuarto de hora.
El descuento no tuvo repercusiones en el ánimo de los de Bianchi, que se encomendaron a Riquelme para contener el aluvión blanco que se intuía. Román, lúcido y lujoso, se recostó sobre el costado izquierdo y manejó los tiempos del partido. Se escapó de la marca de Iván Helguera y Claude Makelele y complicó con sus movimientos al desorientado Geremi. Escondía la pelota bajo la suela de su botín derecho y se ganaba los aplausos de una multitud que asistía a un espectáculo inesperado.
Raúl buscó con un remate suave y con un cabezazo que se fue cerca de un poste. Riquelme replicó con un par de tiros libres muy exigentes para Casillas, que luego le tapó un mano a mano a Delgado. El duelo tenía características muy claras: la peligrosidad de Boca era tan grande como la necesidad de su rival.
CON LA BATUTA DE ROMÁN
Del Bosque movió las piezas y mandó a la cancha al brasileño Salvio y al goleador español Fernando Morientes para intentar cambiar la historia. El adelantamiento del Real Madrid dejaba espacios para que Riquelme metiera estiletazos para Palermo, Delgado y hasta para Sebastián Battaglia, el actual DT xeneize.
La urgencia de los madrileños se hacía tan evidente como su falta de puntería. Otra vez Raúl de cabeza dilapidó una buena oportunidad. Luego, el delantero marcó un tanto que fue correctamente anulado por posición adelantada. La suerte ayudó al equipo de Bianchi cuando el árbitro no advirtió una mano de Battaglia ante un remate de Roberto Carlos.
La firmeza de Boca se imponía ante la búsqueda casi desesperada del Real. Y, por si fuera poco, aparecía la sabiduría de Riquelme para cuidar la pelota como un tesoro invaluable. Todas las miradas se posaban en Román, el abanderado de una victoria soñada construida con su extraordinaria capacidad para decidir el curso de un partido, los goles de Palermo y la fortaleza defensiva y la determinación de un equipo que le enseñó al mundo que la Ribera también tenía sus galácticos.
LA SÍNTESIS
Boca 2 - Real Madrid 1
Boca: Oscar Córdoba; Hugo Ibarra, Jorge Bermúdez, Cristian Traverso, Aníbal Matellán; Sebastián Battaglia, Mauricio Serna, José Basualdo; Juan Román Riquelme; Marcelo Delgado, Martín Palermo. DT: Carlos Bianchi.
Real Madrid: Iker Casillas; Geremi, Fernando Hierro, Aitor Karanka, Roberto Carlos; Claude Makelele, Iván Helguera; Luis Figo, Guti, Steve McManaman; Raúl. DT: Vicente del Bosque.
Incidencias
Primer tiempo: 3m gol de Palermo (B); 6m gol de Palermo (B); 12m gol de Roberto Carlos (RM). Segundo tiempo: 22m Savio por McManaman (RM); 32m Fernando Morientes por Makelele (RM); 43m Guillermo Barros Schelotto por Delgado (B); 47m Nicolás Burdisso por Battaglia (B).
Estadio: Nacional (Tokio, Japón). Árbitro: Oscar Ruiz, de Colombia. Fecha: 28 de noviembre de 2000.