Los dólares que entran por el blanqueo salen por Ezeiza

POR FERNANDO MIGUEL SALON

Turismo emisivo internacional es el de residentes argentinos que viajan al exterior. Su costo es muy grande: en 2024 se proyecta que 14 millones de argentinos viajen al exterior gastando aproximadamente u$s.14.000 millones.

Los informes técnicos del Indec mencionan que en 2023 hubo 11 millones de argentinos residentes que viajaron al exterior (40% más que el año anterior). En julio 2024 hubo 1.190.400 (30.5% más que el año anterior), y en agosto hubo 916.800.

A fin de agosto sumaban 8.968.200 en ocho meses del 2024 (10.7% más que en 2023), con lo que anualizado serán alrededor de 14 millones de turistas.

O sea, el 60% de la población que no está bajo la línea de pobreza (52.9%) se va de vacaciones al exterior. El porcentaje es altísimo. En un país con profundos e históricos problemas de divisas, es un tema que merece un análisis profundo de causas, efectos y soluciones.

Los informes de cuentas internacionales del primer y segundo trimestre 2024 dicen que se han gastado u$s.6.009 millones en turismo al exterior en el semestre, de los cuales u$s.3.930 son por turismo, y u$s.2079 millones por transporte. Hay un porcentaje de viajes de negocios, descartado para este análisis. En todo el 2024 se gastarán u$s.14.000 millones, incluida la estacionalidad turística? ¿Y en una década se gastarán u$s.140.000 millones?

COSTOS COMPARADOS

Esos costos comparados con las exportaciones del país (también al segundo semestre) son 60% de toda la exportación de soja (u$s 9.760 millones); son más grandes que las exportaciones petroquímicas (u$s 5.123 millones); son más grandes que la exportación automotriz; y son 3,4 veces lo que exportamos de carne y cueros (u$s 1.771 millones).

Si comparamos los gastos de viajes con importaciones nacionales, son más grandes que la importación de insumos automotrices (u$s.4.544 millones); cinco veces más grandes que todas las importaciones farmacéuticas (u$s 1.172 millones); y mayores que todas la importación de maquinarias (u$s 5.516 millones).

Comparado con cifras de la macroeconomía, esos u$s14.000 gastados en turismo son casi la mitad de las reservas internacionales (u$s 28.313 millones al 04/10/2024); y más que todas las reservas de oro del país (u$s 4.981 millones) en una foto estática (en igualdad de condiciones, o ceteris paribus como le gusta decir a los economistas).

Finalmente, los gastos en turismo son los que desequilibran las cuentas en el rubro servicios internacionales en un neto entre ingresos y egresos de u$s 2.311 millones negativos.

Aún no sabemos en qué cantidad se incrementarán los depósitos en dólares en el sistema financiero, ni cuanto totalizara el blanqueo, ni cuanto realmente quedara liquido pues hay noticias de que luego de blanquear y obtener los beneficios fiscales y penales cambiarios prometidos por “exteriorizar” los dólares, desafortunadamente creo que parte de estos ya están volviendo al colchón.

Es teóricamente posible que esos dólares líquidos recaudados a duras penas se gasten en turismo emisivo hasta que lleguen a consumirlo, pues el blanqueo es una sola vez en el tiempo, y los gastos de turismo emisivo son continuos, recurrentes, acumulativos. Proyectando, en dos años años a este nivel de turismo (u$s.14.000 millones) no quedara ni un dólar del blanqueo, estimando que se recauden u$s.28.000 millones sin que vuelvan al colchón.

La tendencia observada es que el número de turistas y el gasto de divisas se incrementen, aun con cepo. Debemos saber que las divisas gastadas en turismo internacional -en lo que da en llamarse en el lenguaje de sustentabilidad ambiental y socioeconómica como “viajes no-esenciales”- podrían utilizarse para rubros que están deficientes, como ser insumos médicos, obras de infraestructura que hoy están paradas, pagos a jubilados a los que se les deben ajustes por inflación, y básicamente lo que son los rubros bandera del liberalismo que son salud, seguridad y educación.

“No es lo mismo un dólar invertido en tecnología que un dólar gastado para comer en Miami”.

Aquí hay que aclarar que los dólares vendidos en Argentina llegan al bolsillo de la gente a través del BCRA quien lo importa y paga a la Reserva Federal de Estados Unidos con divisas (no con pesos), y desde allí el BCRA lo vende a bancos y casas de cambio internamente a un tipo de cambio.

MIS DOLARES

Es común escuchar que “estos son mis dólares”, pero en realidad los dólares no son argentinos ni “Made in Argentina”, y entonces solo los detentamos a través de un tipo de cambio que el BCRA respalda. Esta explicación parece redundante, pero fue lo que hizo malentender y fracasar a aquella “convertibilidad” del uno a uno. Si no fuera así, podríamos ir a New York y comprar nosotros directamente dólares pagando en pesos.

Lamentablemente, esa operatoria no existe. Todo pasa por el BCRA, incluyendo los dólares que el BCRA nos da para que gastemos en viajes al exterior.

No se puede viajar comprometiendo el uso de divisas nacionales. Ya sea en la economía del país o de las familias, los desembolsos pueden ser para adquirir activos o para pagar gastos. Los activos tienen un uso productivo a través del tiempo, pero los gastos desaparecen una vez que se consumen. El turismo es un gasto nacional, o sea que no reporta beneficios al crecimiento del país.

La forma para reducir estos gastos nacionales en turismo requiere algunas políticas que aparentemente no son liberales, pero que son necesarias en Argentina.

La principal política para mitigar el problema es: separar el tipo de cambio comercial del financiero (Si, otra vez, hasta que las cuentas nacionales se arreglen). Dólar comercial para importar y exportar.

Dólar financiero para billetes, tarjetas y turismo. Habrá algunas sobrefacturaciones y subfacturaciones en comercio exterior, pero nunca serán muy grandes de acuerdo con la historia, pues hoy hay muchas formas de controlar eso en forma automática y electrónica. Es esencial que no se permitan fugas a través de las bicicletas financieras con bonos y otras “ingenierías” de lo irregular. Aunque sean legales deben desmantelarse esas operatorias.
Debemos entender que no es lo mismo un dólar invertido en tecnología médica o industrial, que un dólar gastado para comer una hamburguesa en Miami. Suena duro pero es así de simple. Los argentinos tenemos que empezar a aceptar lo que está bien para el país, y abandonar la vieja costumbre de desmerecer, ignorar o insultar aquello que no nos gusta porque no nos conviene personalmente. Eso es egoísmo. En eso está la clave del éxito.

Los números de este tipo de turismo han sido históricamente altos, ya sea por dólar subvaluado, o por una tendencia notable del residente argentino a viajar al exterior, que se ha transformado en un objetivo social masivo más importante que otros rubros.

Comparado con otros países con la misma realidad económica (producto bruto nacional e ingreso per cápita), los argentinos viajan muchísimo más, y esto tiene un costo para la economía nacional. El turismo nacional, en pesos, no causa ningún problema a la economía nacional. Al contrario, la ayuda.
Estimo que el Ministerio de Economía ya debe estar analizando este tema, pues no es la primera vez que sucede esto en la historia económica argentina.