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Los desamparados al “aire libre”

“...el 60% de las personas en situación de calle sufren problemas de salud mental o consumo de sustancias” (informe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires)

En la Ciudad de Buenos Aires -según datos de organismos oficiales- seis de cada diez personas en situación de calle padecen problemas de consumo o trastorno mental severo. Lo vivimos todos los días en la clínica. Intentaron vaciar en estos últimos 20 años los hospicios (supuestos “centros de tortura”) e impidieron la apertura de nuevos centros residenciales de atención, pero se olvidaron de la epidemiologia o sea del aumento de la frecuencia del consumo de drogas y de los trastornos de salud mental.
La locura empezó a vagar en las calles y a la par un sin número de enfermedades que portan estos pacientes y que son vías de contagio (neumonías en desarrollo, sífilis, HIV, blenorragia, anemias, etc). Al lado de esto la violencia en donde muchos enfermeros y policías se encontraron en situaciones criticas y/o de riesgo de vida.
Se inauguran paradores con psiquiatras, psicólogos, enfermeros y operadores terapéuticos. Reciben atención médica y psiquiátrica y abordajes psicoterapéuticos. Excepcional medida en CABA llamado “Nuevo Protocolo de Salud”. Se inaugurarán 45 más en la Ciudad. A esto se suma el SAME psiquiátrico que brindará apoyo a estos centros.

EL CASO JORGE
En mi experiencia clínica Jorge vagaba buscando alguien que le dé la “pócima” mortal que era para él la máxima salvación. Su ruta era el barrio de Constitución, en los límites de la Ciudad en donde la marginalidad reina. Oscuros pasadizos ofrecen cualquier perversión en donde el “alguien” se entierre para siempre en la nada. No sentir. Ser un “zoombie”. Crac, cocaína, marihuana, algún alcohol, opiáceos; para ello hacen cualquier cosa para conseguirla.
El uso de armas puede ser común ya que están inundados de sentimientos e ideas paranoicas-persecutorias y con la demanda de conseguir más drogas para satisfacer a un ser insaciable que solo busca en aras de satisfacer a ese “nadie” que basa su accionar en un cerebro automático y que ha perdido todo autocontrol humano (frontalizaciòn).
La historia de Jorge es la de tantos. Abandonado o dejado por sus padres después de intentos fallidos de desintoxicación de pocos días. Luego sigue la carrera mortífera del consumo que comenzó a los 8 años; sin escuela y des familiarizado vaga sin rumbo.
Jorge ya estaba casi descerebrado y parecía solo buscar una muerte mientras su conducta compulsiva entrópica (energía que no puede utilizarse para un trabajo productivo lo llevaba al desorden humano y al caos desintegrativo) y disociado de toda motivación ligada a un capital social (instituciones y familias).
Lo levanto en la calle y consigo que se lo atienda en nuestro centro gracias a la “oferta” de un benefactor (sustituto paterno) que le facilita una obra social. Parece tarde ya que todos los resortes que trabajamos están alterados ya que en sus 24 años tiene:
A.Una neurobiología con alteraciones cerebrales evidentes (defrontalización que le impide el autocontrol y la comprensión mínima ya que además las sinapsis cerebrales no solo son fenómenos quimico-electricos, sino que existe una sinaptogénesis social que depende del bagaje cultural que recibimos). B. la falta de sostenes familiares que sean garantes de un tratamiento.
O sea, genotipo (conocimiento de la información genética) y ambiente lucen “anémicos” frente a la tarea a desarrollar. Llegan muchos así al centro y es como asistir para realizar la empresa de un “segundo nacimiento”: del “nadie” al “alguien” a través de “algunos” (un equipo terapéutico).
Pero no son solo jóvenes abandonados desde niños. Hay abogados, contadores, profesionales de diverso tipo, CEOS de corporaciones que se transformaron en “nadies”.
De todas las edades llegan vencidos, “descebrados algunos”, sin fe, pero con cierta esperanza que debemos avivar con nuestro deseo ya que el deseo de vida en estos pacientes depende de nosotros como equipo.

LA BUSQUEDA DE LA ESPERANZA
Ahí recordé a uno de mis maestros que decía que la sala de espera es la sala donde late como futuro por -venir la esperanza . Así fue.
La desesperanza es el núcleo del corazón de los “nadies” pero late como una luz tenue la esperanza que esta siempre vinculada a un vínculo a establecer. La esperanza parece ser el núcleo del sentido del existir, del proyecto o misión a realizar.
Ese vínculo debe nacer del deseo del propio terapeuta y que el paciente sienta el lugar como una “casa”, un hogar con todo lo que esto significa de ternura y de orden. No sin esfuerzos porque no hay logros sin sacrificios.
Las historias de estos pacientes que viven en un anonimato típico de los zoombies también los lleva a la confrontación con los llamados “rivales de prestigio”; esto es típico en “barras bravas” en donde el que no pertenece al propio clan o tribu es solo por ello el enemigo y surge la idea de la eliminación ya que es el reflejo especular simétrico del propio odio (enemigo especular). El “zoombie” paradójicamente solitario se agrupa en asociaciones marginales liderados por un “capanga”. Así se transforma en manipulable para cualquier uso.
Acá recuerdo al maestro creador de la Comunidad Terapéutica cuando nos decía: “El papel del paciente cuando llega a una asistencia en situaciones críticas es el último recurso de alguien que carece de adecuado apoyo social porque comunidad en la historia es distinto a sociedad y es sinónimo de seguridad (ante las pulsiones autodestructivas) aunque con una pérdida de libertad durante un tiempo; la comunidad es el marco de seguridad que necesita el paciente para que aparezcan fuerzas resilientes” (M.Jones). Jones nos enseña sociedad es diferente a comunidad…ahí está la clave y de ahí surge el sentimiento de seguridad.

DE SER “DESCARTE” A SER ALGUIEN
Llegaron como “nadies” bajo el “poder otro” de la droga, pero en la búsqueda de ese sujeto perdido que eran o quieren ser y además también vivieron en una sociedad sin sujeto que los despreció o rechazó en algunos casos, los abandonó en otros y que los dejo a expensas del “Amo de la muerte” para terminar como un “descarte”. Así terminaron deambulando como sonámbulos por la Ciudad con una “vida regalada” expuestos a cualquiera que los use que se apropie de sus ilusiones perdidas.
En vastos sectores del mundo se debilitaron los controles sociales establecidos por el Estado, las Iglesias, las familias, las escuelas, la frontera entre lo permitido y lo prohibido pierde su nitidez. Se resintió el lento de trabajo de socialización que cumplen las familias y las escuela, hay una de-socialización de la cultura de masa, nos comunicamos por señales técnicas surgiendo la incomunicación de las existencias. Todo esto fomenta la desestabilización acelerada de las personalidades.
Bowlby estudioso de las enfermedades desde la infancia ligadas al abandono nos enseñaba y esto parece olvidado lo siguiente: “…los psiquiatras le han prestado escasa atención al activo y al pasivo del grupo familiar con el cual el individuo se halla íntimamente vinculado” y sobre esto nos enseña un estudioso de nota de los abandonos: Bowlby da 3 expresiones distintas que pueden producir caracteres psicopáticos y des–afectivos: A- Falta de contacto en los 3 primeros años con la figura de la madre.
B- Privación por un periodo limitado (por los menos 3 meses y probablemente más de seis) durante los 3 primeros años.
C- Cambios de una figura materna a otra durante el mismo periodo. La falta de atención en los primeros años de vida es responsable de gran parte de la delincuencia y de los desórdenes de carácter.
Ante este panorama clínico debemos trabajar. Lo humano se da la mano con los instrumentos terapéuticos. Parece ser una cara de la deshumanización la pandemia de drogas.