LA MIRADA GLOBAL

Los campus, de Vietnam a Gaza

Los campus, aunque sea obvio aclararlo, son los parques adyacentes a las universidades de Estados Unidos, en los cuales, cuando las hay, se desarrollan las protestas de sus estudiantes. Que cobran especial notoriedad cuando se manifiestan contra alguna guerra.

Llama la atención, en estos días que corren, el trato hostil que lo políticamente correcto otorga a los campus que se alzan contra lo que sucede en Gaza. Trato tan distinto al que les confería décadas atrás, cuando se pronunciaban contra la guerra de Vietnam. O, a veces, claramente, a favor del Vietcong, ejército adversario al de su país y autor de verdaderos genocidios.

Entonces, se les dispensaba especial consideración. Y parte del establishment cultural aplaudía, también, que artistas de la talla de Joan Báez o de Jane Fonda actuaran en el entonces Vietnam del Norte, país con el que el suyo estaba en guerra.

Hoy, la protesta de los campus es desvalorizada, cuando no, tildada de antisemita.

Comencemos por lo último: en las universidades de Estados Unidos la gravitación que pueda tener algún brote antisemita siempre será mínima, aunque quien profese ese odio repudiable pueda mirar con beneplácito la protesta contra lo que hace Israel en Gaza.

Sin llegar a tal extremo, otros desvalorizan lo que sucede en los campus sosteniendo que en ellos se olvida que la actual espiral de violencia la comenzó Hamas. Nadie niega la ferocidad de este grupo ni, mucho menos, la aprueba. Lo que los universitarios reclaman es que, una vez repelida esa agresión, cese la no menos feroz respuesta del ejército israelí.

Cosa nada desatinada, como lo prueba el hecho de que los Estados Unidos han advertido a Israel que pueden dejar proveerle armamento si éste no modifica su conducta en Gaza.

Entre nosotros ciertos canales de televisión insisten en repudiar el ataque de Hamas –con lo que coincidimos – pero callan las atrocidades cometidas por Israel, que ya han costado la vida de más de 34.000 civiles palestinos, bombardeos a hospitales incluidos y, también, la de funcionarios de organizaciones internacionales que combaten el hambre en Gaza y la de un funcionario de las Naciones Unidas.

La indignación universitaria, desembarcó en Europa. Y ni las casas de estudio de ese continente ni las de Estados Unidos son entes palestinos ni antros antisemitas. Es Occidente el que reacciona. A punto que Blinken, Secretario de Estado norteamericano, acaba de reprochar a Israel su derroche de vidas civiles.

Lo cual nos lleva a otro punto. Si el más absoluto aliado que Israel ha tenido en toda su historia toma distancia de él, nuestro gobierno debería guardar más prudencia de la que ha guardado con respecto a ese conflicto de Medio Oriente. Alguna vez, la parcialidad nos ha resultado cara.

Ese conflicto, como lo ha sostenido el columnista estadounidense de origen hebreo, Thomas Friedman, sólo finalizará cuando un Estado Palestino conviva con uno israelí. Previa devolución, claro está, de las tierras usurpadas

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