Los cambios en el ‘tablero de ajedrez’ Ruso (Parte II)

Salvo nuevas sorpresas en el tablero de ajedrez ruso, el reciente cambio en el ministerio de Defensa (el veterano ministro Shoigu fue transferido a otro puesto, tres viceministros liquidados en dos semanas, un economista con formación académica como Andrej Belousov elegido como nuevo ministro ) deja un enorme espacio para una figura nunca demasiado expuesta, pero capaz de resistir todos los shocks (llegó con Shoigu en 2012 y sigue allí) y fundamental en las estructuras decididas por el Kremlin: el general Valerij Gerasimov, jefe de gabinete de las fuerzas armadas rusas.
Su nombre es conocido por muchos dentro de la expresión ‘doctrina Gerasimov’, uno de los muchos disparates que produce el sistema mediático occidental cuando pretende hablar de Rusia sin estudiarla.
La ‘doctrina Gerasimov’ teorizaría esa forma de hacer la guerra incluso fuera del campo de batalla, utilizando la influencia mediática, la desinformación, el sabotaje económico, la distorsión psicológica, la tecnología, unidades especiales organizadas fuera de los cánones de los ejércitos tradicionales. Una teoría realmente fascinante.
Lástima que no sea cierto: no existe una ‘doctrina Gerasimov’, como también reconoció más tarde Mark Galeotti, un experto en Rusia, que fue el primero en hablar de ello en el libro “La guerra política rusa”, pero luego debió disculparse ingeniosamente por haber inducido al error a los colegas más superficiales.
Todo empezó con un discurso que el propio Gerasimov había pronunciado en 2013 ante un grupo de altos oficiales para mostrarles cómo los países occidentales estaban librando un nuevo tipo de guerra, mezclando las tácticas más diversas.

DOCTRINA OTAN
Por lo tanto, la ‘doctrina Gerasimov’ debería llamarse ‘la doctrina OTAN según el pensamiento de Gerasimov’, pero no importa, no es la primera ni la última tontería que escuchamos sobre Rusia y de la Guerra en desarrollo.
En este sentido, todo el sistema de información, aunque no deba desempeñar un papel puramente pedagógico como lo hizo en sus inicios, debe, en mi opinión, mantener una cierta vocación educativa y ciertamente no manipuladora.
Por eso, en el campo de la guerra, como en todos los demás campos, el sistema de información no puede contentarse con un vocabulario aproximado, sensacionalista y emocional, que explica poco y asusta mucho. Por supuesto, los tiempos de la información, especialmente la televisión y sobre todo Internet, no permiten un gran análisis en profundidad, pero al menos podemos intentar evitar simplificaciones a veces ridículas y embarazosas.
En este sentido, la guerra actual no difiere mucho de todas las que la precedieron y seguramente seguirán. Lo que cambia, porque está ligado al tiempo y a la época, es la técnica, es decir, las herramientas y sistemas utilizados para combatirla.
En este sentido, referirse a la Segunda Guerra Mundial como término de comparación para un gran conflicto regular y simétrico, como el actual en Ucrania, es inevitable pero engañoso.
De hecho, ese mundo desapareció en gran medida con Hiroshima y la era de la electrónica y la cibernética contribuyó a sepultarlo, ampliando el campo de batalla a espacios inimaginables.
Por ello, a todos nos resulta muy difícil aceptar que ya no existe una separación clara entre el espacio de la guerra y el de la paz, sino que todos vivimos en un espacio único de competencia permanente que, a veces, también se expresa a través de la violencia armada y organizada del conflicto. Lo que sigue nunca es la paz, sino el retorno del conflicto bajo umbrales de violencia más o menos aceptables.
En este sentido, la síntesis propuesta por el Papa Francisco cuando habla de una Tercera Guerra Mundial, poco a poco, no está lejos de la realidad.

SIN RESTRICCIONES
Como hemos señalado en ‘La Prensa’ en muchas oportunidades, estamos viviendo una época de “Guerra sin restricciones” en el sentido de lo expresado por dos autores chinos,