Historias del Conurbano

Los barones ganan batallas y se perfilan para una nueva guerra política


Una vez más, los intendentes bonaerenses han demostrado su peso específico. La negociación para la aprobación del Presupuesto, la ley fiscal y, sobre todo, el endeudamiento que solicitó el gobernador Axel Kicillof quedó habilitada para su tratamiento en el recinto luego que los jefes comunales lograron el compromiso de recibir un porcentaje de los fondos que lleguen vía la toma de deuda. Más allá de los aspectos técnicos y del monto que esto signifique, el dato político es que los alcaldes hicieron valer sus galones. Siempre los tuvieron, pero que este año quedó aún más de manifiesto con la elección del 7 de septiembre donde fueron clave para obtener una ventaja decisiva sobre La Libertad Avanza en el caso del peronismo. Y en la mayoría de los distritos sostuvieron su impronta con triunfos muy claros. Este rol, ahora revalorizado, abre el camino para la discusión de la renovación indefectible que se viene en un justicialismo en estado “asambleario”, como así también en quiénes serán las referencias claras de LLA en el territorio.

Mientras el Triángulo de Hierro de la Casa Rosada se ha transformado en otra cosa, el bonaerense volvió a mostrar su funcionamiento. Así definimos en su momento al compuesto por Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner en representación de su madre. Las negociaciones para la última sesión con esta conformación legislativa volvió a mostrar ese funcionamiento, no exento de tensiones, pero logró llegar a buen puerto. El líder del Frente Renovador, Sergio Massa volvió a mostrarse como el equilibrista para acercar a las partes. El rol de articulador es el que más cómodo le sienta en estos tiempos a la espera de una nueva oportunidad electoral de la que no se ha resignado.

Pero lo más importante es la demostración de fuerza que vienen haciendo los intendentes. Como dice el exlegislador bonaerense, Juan José Amondarain, los barones son “portadores sanos de casta”. La combinación de la cercanía con sus vecinos, la puesta en marcha de gestiones innovadoras que son valoradas más allá de la coyuntura nacional o su pertenencia partidaria, y el conocimiento cabal del andamiaje institucional bonaerense los convierte en actores necesarios de la renovación que viene. Y no necesariamente dentro de un partido establecido en particular, sino en la construcción de una alternativa basada en respuestas concretas. Son actores que construyen desde la gestión, representación real. ¿Llegó su momento?

MUSSI

El fallecimiento de Juan José Mussi, histórico intendente de Berazategui, condensó todas las características de un barón del conurbano. Su gobierno atravesó diversas etapas politica de Argentina y siempre lo votaron. Y cuando él no se presentó, hizo que su hijo fuera el jefe comunal por cuatro años. Además, cuando necesitó ir con una lista de representación sólo municipal lo hizo y ganó. Se murió gobernando.

Sería complejo elegir qué intendentes sobresalen de los otros en el Conurbano por sus características específicas. Hay una matriz que surge inalterable. Pero dentro de los rasgos repetitivos, asoman diferencias y apetencias.

La elección del 7 de septiembre, pero también la de octubre, estableció lineamientos. Para los intendentes del peronismo la contienda bonaerense fue más que satisfactoria, por ende empezaron a tallar quienes habían obtenido las mayores diferencias en sus comunas. Luego, en octubre, se destacaron los que lograron, con el cambio de viento, sostener sus distritos garantizando los votos de Unión por la Patria. Siempre, aunque no es una condición imprescindible, se mide la vara en función de los apoyos locales que consiguen. Como también es verdad que cualquier construcción colectiva entre los mismos barones muchas veces ha naufragado como consecuencia de las mismas internas entre ellos. La guerra de egos. La historia hizo que las zancadillas entre pares provocara el desembarco de candidatos a gobernador importados desde Capital Federal.

Aunque para entender esa dinámica, también hay que tener en cuenta las características propias de la provincia de Buenos Aires. El politólogo Andres Malamud suele preguntarse si existe “un pueblo bonaerense” que se sienta como tal debido a la heterogeneidad de la provincia que tiene al menos cuatro divisiones muy claras como lo son el conurbano industrial, el de los barrios privados y asentamientos populares, la zona agropecuaria y la región costera. Pero además, Malamud suele recordar que Buenos Aires es la única provincia que, además de ser la más grande, es la única a la que le “amputaron su cabeza”. La referencia es la pérdida del territorio de la Ciudad de Buenos Aires.

DEMANDAS

Cuando aún el 2025 no terminó, la carrera ya está lanzada para ubicarse en quiénes van a encarnar la necesaria discusión de convertir a una fuerza política hoy en necesidad de ser reconstruida, en alternativa válida para ponerse enfrente de Javier Milei y todo aquello que lo rodee. Cabe preguntarse si en ese contexto, los intendentes están para discutir un escenario nacional o solo mirar la provincia de Buenos Aires como el refugio a sostener y mantener. Como dijo por estas horas un experimentado dirigente conocedor de las mil y una internas bonaerenses: “La habitación va quedando cada vez más chica. Si tenemos que inventar cargos en el Banco Provincia para poder negociar, la demostración es clara”. Y otro sostuvo: “Mientras hagamos todo en función de conseguir conchabos para los compañeros, la posibilidad de pensar en un proyecto serio alternativo asomará cada vez más difuso”. La interpretación de la demanda de estos tiempos es un enigma a resolver. En los terruños, les cuesta entender que se anuncian cierres de empresas todos los días y la imagen de Milei es estable. No hay, al momento, una conexión directa entre una cosa y la otra.

Mientras tanto, acercarse a esas realidades múltiples es el principal activo de los jefes comunales que, en muchos casos, no pueden más que dar una palmada en la espalda. No tienen herramientas para torcer el rumbo de la política macroeconómica nacional. Pero sí para estar atentos a los vientos que corren y hacia dónde van las demandas. Un caso: en Escobar, el intendente Ariel Sujarchuk le viene poniendo especial énfasis al desarrollo de la Inteligencia Artificial en su distrito para convertirlo en un hub regional de empresas tecnológicas. La industria manufacturera siguió cayendo en el último informe del Indec. Pues es tiempo de la innovación. Con la experiencia de gobernar el distrito desde 2015, Sujarchuk asoma como alguien ineludible a sentarse en la mesa de la reconstrucción atento a las nuevas demandas. En esa misma línea se ubica Leonardo Nardini, el joven intendente de Malvinas Argentinas que también forma parte de la generación de los que tomaron el poder en 2015 y no perdieron nunca más una elección: es nombre seguro para discutir el liderazgo de la fuerza política que gobierna la provincia de Buenos Aires. En las últimas elecciones, en su distrito fue quien mayor porcentaje obtuvo y tiene diálogo fluido con cada uno de los sectores del “triangulo de hierro” peronista. Como le dicen sus vecinos, “Leo” es de los dirigentes que caen bien aunque tengan diferencias en sus acciones o ideas.

DANZA DE NOMBRES

En la línea de la camada 2015 y por volumen del distrito que gobierna, Gustavo Menéndez estará en la discusión. Recientemente llegado de un viaje a China y de contactos con la política del gigante asiático, el “Tano” ratificó su liderazgo tanto en septiembre como en octubre, más allá de las dificultades lógicas que representa gobernar el populoso distrito del oeste del conurbano. En la mesa de la renovación, experiencias exitosas de gestión deben ser tenidas en cuenta sin dudas. El ejemplo de Julio Alak, intendente de La Plata, que logró algo inusual en los barones: volver a ganar el municipio luego de haber ido a manos de otro intendente. No es simple la vuelta. Lo logró y ahora se proyecta como un nombre a discutir la sucesión de Axel Kicillof.

Días atrás, trascendió una foto donde se los veía juntos a los intendentes de Pilar, Federico Achával; de San Vicente, Nicolás Mantegazza; Gastón Granados, de Ezeiza, y Federico Otermín, de Lomas de Zamora. Luego de esa imagen, uno de ellos comentó: “Estamos comenzando a organizarnos y a construir una nueva identidad. Tenemos la necesidad de pensar en nuestra provincia y cómo los bonaerenses podemos vivir mejor”. Nueva identidad es la frase que habrá que seguir de cerca de ahora en adelante. Allí asoma Mantegazza como una figura a tener en cuenta, según varios de sus colegas. Estuvo a punto de encabezar la lista de diputados nacionales en la última elección antes de que desde San José 1111 impusieran a Jorge Taiana.

Es claro que los nombres no se agotan allí. Desde Gabriel Katopodis a Fernando Gray, pasando por Mayra Mendoza o Jorge Ferraresi, el peronismo buscará su mejor síntesis donde habrá que escuchar la experiencia de barones como Mario Ishii o Alberto Descalzo, quien hoy delegó el gobierno de Ituzaingó en su hijo Pablo. Aunque los que conocen el día a día del distrito del oeste aseguran que su impronta sigue siendo decisiva. En el caso de Ishii, asumirá la banca de senador el 10 de diciembre pero no delegará demasiado a su gobierno local. También están aquellos alcaldes que transitan por su primer mandato y están afianzando su poder local, como el caso de Damián Selci en Hurlingham. Tan solo ejemplos del mapa del Gran Buenos Aires que aparece como ineludible a la hora de pensar en cómo se estructurará la malla de contención de la política bonaerense en tiempos donde el modelo económico va dejando las principales huellas de complejidad en los territorios que les toca gobernar. Convertir eso en un activo electoral será su principal desafío.