El análisis del día

Límites y tensiones en un año electoral

La Cámara de Diputados aprobó en su última sesión, con una abrumadora mayoría, un aumento de las jubilaciones, una nueva (temporaria) moratoria previsional y la declaración de emergencia en el tema discapacidad.

En la composición del voto que dio media sanción a esos proyectos se destaca la influencia de gobernadores que en más de una ocasión le han evitado al gobierno sobresaltos legislativos, influyendo sobre diputados y senadores de sus provincias.

Esta misma semana se habían congregado en el Consejo Federal de Inversiones la casi totalidad de los gobernadores, la mayoría presencialmente y algunos pocos por zoom; solo faltó el gobernador correntino, a punto de afrontar una elección en su distrito.

La juntada de jefes provinciales estuvo motivada por varios temas concomitantes: el Estado ha cortado de cuajo la obra pública, desfinancia obras de infraestructura y practica reformas impositivas que afectan directamente los ingresos de las provincias.

Los mandatarios decidieron pedir una audiencia al Presidente para analizar de conjunto el tema fiscal “en el espíritu de los Pactos de Mayo” que se firmaron en julio del año último en Tucumán y que por el momento sólo se han concretado sobre el papel.

LIMITES PARA EL GOBIERNO

El Gobierno, así, empieza a encontrarse con límites para sostener su decisionismo, que sólo ha podido practicarse merced al apuntalamiento de un grupo amplio de gobernadores y una porción moderada de la oposición legislativa. Ahora Milei promete vetar lo que acaba de votar Diputados si es que el Senado lo ratifica. Tendrá que volver a hacer cuentas. Y probablemente tendrá que cambiar algunos de los criterios que molestan a los gobernadores.

Esta semana, en una charla que ofreció en la provincia de Buernos Aires –en Morón-, el exgobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, que sintoniza políticamente con el bloque moderado de gobernadores y legisladores, dibujó con claridad los límites que puede esperar el gobierno en el próximo período: después de afirmar que no se puede lograr el equilibrio fiscal a hachazos, el líder cordobesista señaló: “No es sostenible un modelo que reduce las jubilaciones, que desfinancie las universidades, que se desentienda de la salud, de las personas con discapacidad, de la ciencia y la tecnología. El Estado no puede abandonar esas responsabilidades”.

No hay una crítica a la búsqueda del superávit en las cuentas del estado, sino la demarcación de ciertas normas básicas para alcanzarlo. El tema seguramente formará parte del debate político de este año electoral. Porque este año electoral, que culminará en octubre, ya está en marcha.

LA EXPERIENCIA PORTEÑA

Aunque la victoria de La Libertad Avanza en las elecciones municipales de la Capital ha tenido un impacto en el panorama político general, su relevancia probablemente ha sido sobreestimada. Las provincias no están bien reflejadas en la realidad porteña, aunque es probable que compartan en estas elecciones el fenómeno de la abstención que fue muy marcado en la ciudad de Buenos Aires.

Ya se ha señalado ampliamente (y se había anticipado en esta página) que el fenómeno dominante en esa elección fue el ausentismo. Puede argumentarse que la novedad de realizar una elección municipal separada en el distrito, por primera vez el domingo 18 de mayo, influyó en el desinterés ciudadano. Sin embargo, este factor no explica por sí solo la magnitud del suceso.

Es cierto que, cuando las elecciones municipales coinciden con una presidencial, se benefician del interés que esta última genera. Las elecciones de Mauricio Macri en 2015 y de Alberto Fernández en 2019 registraron una participación superior al 80 por ciento. La de Javier Milei en 2023 alcanzó el 77 por ciento. Desde 1983, todas las elecciones -no solo las presidenciales- superaron el 70 por ciento de asistencia, con la excepción de 2021, marcada por restricciones pandémicas, que aun así logró un 68 por ciento. En cambio, el 18 de mayo, la participación fue de apenas el 47 por ciento. La pregunta es si este ausentismo se repetirá en septiembre y octubre en el escenario clave de la provincia de Buenos Aires.

INTERMITENCIAS

Si el duelo porteño entre libertarios y macristas fue intenso, con ambos disputándose el liderazgo del voto antiperonista, en la provincia de Buenos Aires, gobernada por Axel Kicillof, estos contendientes se preparan para colaborar. Bajo el estandarte violeta en octubre y con colores ad hoc en cada una de las ocho elecciones seccionales de septiembre, donde se define la elección estrictamente provincial.

Tras el revés en la Capital, el PRO no tardó en alinearse con las condiciones impuestas por la Casa Rosada. Decidió pasar por alto ofensas pasadas y recientes, e incluso ignoró el despectivo gesto de Milei al rechazar el saludo del intendente Jorge Macri durante el Tedeum en la Catedral. Hay una clara voluntad de respaldar al Presidente, ya sea por un caso de “metempsicosis” -transmigración espiritual- o de “republicanismo intermitente”, según la ingeniosa expresión del presidente de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro.

EL PESO DE LA MINIATURA

Así, la elección municipal porteña abrió la puerta a una consolidación de la oferta liberal liderada por Milei, con La Libertad Avanza en el centro, el macrismo en órbita y algunas fuerzas localistas de origen provincialista, peronista o radical. ¿Es esta una alianza destinada a reemplazar a los movimientos históricos? Por ahora, es solo un esbozo de reagrupamiento, una adaptación precaria a una nueva etapa, un conglomerado sin raíces comunes, todavín sin el fervor de una gesta nueva (un entusiasmo que sí se observa en e activismo libertario) y, en muchos casos, sin intención ulterior de compartir un mismo techo. Es lo que hay.

Lo que sí existe es el reconocimiento de que Milei ha implementado un programa simple que, hasta ahora, ha funcionado y mantiene un respaldo suficiente de la opinión pública: moderar la inflación y reducir el déficit fiscal a cualquier costo. Aunque no logró una presencia sólida en el Congreso ni en los territorios, ha gobernado con la colaboración o el disciplinamiento de las Cámaras y las provincias, ha debilitado la competencia de Macri, promete “hundir el último clavo en el féretro del kirchnerismo” y ha demostrado capacidad de castigo político.

No es mucho, pero al Gobierno le ha bastado hasta aquí para mantener la iniciativa. Los últimos movimientos legislativos y la inquietud de los gobernadores señalan que la Casa Rosada deberá aplicarse más a cultivar alianzas.

LA DIÁSPORA OPOSITORA

Las fuerzas de la oposición, convencionalmente llamadas así, están dispersas o, en el caso del peronismo -el fragmento más numeroso-, atrapadas en su propia parálisis. Este no logra liberarse de la hegemonía cristinista, que garantiza su fragmentación, aislamiento e impotencia estratégica.
En la provincia de Buenos Aires, donde Kicillof intenta, con cierto éxito, distanciarse de la matriz kirchnerista de la que emergió, el peso de La Cámpora es un obstáculo para sus intentos y probablemente esa puja facilite una victoria del mileísmo en la mayoría de las secciones electorales.

El kirchnerismo, históricamente, ha perdido la mayoría de las elecciones de medio término en la provincia. La tirantez que se suscitó entre el gobernador y la expresidenta a raíz de las demostraciones de autonomíade aquél tal vez se alivie ante el riesgo de una derrota. La señora de Kirchner tratará de salvar la ropa al menos en la Tercera sección electoral bonaerense con una candidatura a senadora provincial (si un hondazo judicial no alcanza a impedírselo).

Una oposición dispersa y fragmentada facilita la acción del mileísmo en un sistema corroído por la decepción y la apatía social. Que casi la mitad de los votantes no acuda a las urnas, como ocurrió en los comicios que se han producido este año, es una vulnerabilidad sistémica, aunque no sea una crítica dirigida exclusivamente al gobierno, no puedo sino afectarlo pues erosiona al conjunto del sistema que él encabeza.

Sin embargo, el ausentismo, aunque significativo, no es una respuesta organizada ni representa una alternativa. Es apenas otra manifestación de la dispersión y atomización predominantes: un silencio que está solo y espera. No solo espera que los precios se estabilicen, que los salarios recuperen poder adquisitivo y que la producción y el empleo crezcan, sino también que Milei aborde las fragilidades institucionales, que sea capaz de contenerse y evite agresiones que dañan la convivencia y la gobernabilidad, que tome nota y atienda necesidades acuciantes, sea la situación del Hospital Garraham, la de las personas que sufren discapacidades o las de las provincias y regiones perjudicadas por la parálisis de la obra pública.

ELECCION DE MEDIO TERMINO

La elección de medio término se presenta como una oportunidad, tanto para que la sociedad formule esas esperanzas o demandas como para que el gobierno adquiera fuerza en áreas donde el segundo puesto de Milei en la primera vuelta de 2023 y la falta de una estructura política territorial propia limitaron decisivamente su representación.

Hoy Milei puede mostrar tanto sus logros como su estilo, ha generado desde el poder, por mediación de su hermana Karina, una fuerza política con exponentes en todas las provincias que deben dar sus primeros exámenes, cuenta con meses de experiencia, presume de su relación con Donald Trump y se beneficia de la fragmentación opositora. Es comprensible que en la Casa Rosada se ilusionen con un gran salto adelante.

No obstante, una victoria como la que la Casa Rosada ahora anticipa podría vigorizar una tentación hegemónica similar a la que afectó al kirchnerismo en 2011, cuando Cristina Kirchner obtuvo el 54 por ciento de los votos frente al 18 por ciento de Hermes Binner. Poco después, el gobierno K se propuso “ir por todo”. Y el resultado fue el triunfo de Mauricio Macri en 2015. La política, como el fútbol, es la dialéctica de lo impensado.