Liderazgo y desorden mientras se acomodan los melones

Cuando todavía hacía campaña para ganar el balotaje, Javier Milei hizo la pata ancha y declaró que si “el gobierno de Massa y Fernández” no tenía soluciones y quería retirarse antes de tiempo, él y sus equipos estaban preparados para asumir el mando de inmediato.
A juzgar por los hechos, se trataba de un bluff, un alarde de campaña, comparable a algunos otros que le rindieron muy buenos dividendos electorales al candidato. Varios días después de recibir con toda normalidad los atributos de la presidencia de la Nación, el líder libertario no ha terminado de componer sus equipos (habida cuenta de que después de ganar la segunda vuelta se deshizo de muchos colaboradores que lo acompañaron varios años) y en la cartera más sensible -economía- su elegido, Luis “Toto” Caputo, necesitó dos días para grabar un mensaje que estuvo lejos de exponer un programa de acción más allá de una acentuada devaluación y promesas y algunos ejemplos poco significativos de ajuste fiscal.

CIERTO DESENCANTO
Ni siquiera el entusiasmo que contagia a buena parte de la opinión pública el inédito mandato de Milei consiguió disimular cierto desencanto ante la improvisación que mostraban los primeros pasos oficiales.
Uno de los primeros en destacarlo fue Carlos Melconian, el ex economista de la Fundación Mediterránea que trabajó por la candidatura de Patricia Bullrich. “Dado el formato que veo de cómo se salió a la cancha y el nivel de improvisación cómo se llenaron los casilleros -dijo Melconián-, está claro que todo se armó sobre la marcha (…) Todo eso va a tener costo, no debe ni estar pensado cómo sigue”.
El reconocido economista señaló que las medidas difundidas por Caputo constituyen "un ajuste ortodoxo clásico. Más allá de que buscan el equilibrio fiscal, primero primario y luego financiero, se ha canjeado la motosierra por la licuadora. La pregunta central de lo anunciado hasta acá es hasta dónde llega la inflación, hasta dónde la recesión. Estoy más preocupado por la inflación, porque va a venir por arriba de lo que me imaginaba, no imaginaba ese saque cambiario".
Melconián aludía así al hecho de que el Gobierno parece apostar a diluir el déficit por vía inflacionaria y a que las medidas de recorte anunciadas (por caso, el cese por un año de la pauta publicitaria del Estado o la exigencia de presentismo a los empleados públicos y despidos de los que no sean funcionales e incluso el cese de laas obras publicadas no iniciadas) no tienen entidad suficiente para bajar el déficit fiscal en la medida en que Milei lo ha prometido.
Otro economista de peso, Martín Redrado(que acompañó la precandidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta), converge con las objeciones de Melconián a las medidas enunciadas por el ministro Caputo: "Es un paquete hecho a las apuradas y con correcciones en tanto van pasando las horas: -sostuvo; y fue más allá, cuestionando de hecho algunas formulaciones del presidente Milei- Me preocupa que se instale el monotema de que no hay opciones de políticas públicas y políticas económicas. Eso que se presenta como esto o la nada. Porque existen varias opciones de política económica para superar esta crisis, Argentina necesita un plan integral que incluya al sector productivo con leyes del Congreso que otorguen un horizonte de previsibilidad. Mientras eso no este, estamos en un esquema cortoplacista que depende mucho de la bicicleta financiera".
Los enfoques de profesionales como Melconián y Redrado tienen un interés que va más allá de lo técnico. Ambos economistas son técnicos muy atendidos por sectores políticos y empresariales que habitualmente operan como referentes o portavoces de la opinión pública de clase media. Ese segmento de la sociología política contribuyó a la base aluvional que empujó a Milei a la presidencia, razón por la cual su sensibilidad tiene importancia estratégica para el nuevo gobierno. Se trata de cuidar la propia base para evitar sorpresas.
Si bien la narrativa de la crisis heredada puede funcionar como argumento defensivo provisional para explicar que la inflación crezca y no disminuya y que muchos impuestos no sean eliminados (como se prometiera), sino repuestos o incrementados, habría que definir plazos y objetivos más precisos que la promesa de que haya “luz al final del túnel”.
Dice Melconián: "Tiene que haber una estrategia, un programa”. Y también datos específicos sobre temas importantes. La comunicación oficial insinúa que anulará la fórmula hoy en vigencia de actualización de las jubilaciones y, en cambio, determinará por decreto los aumentos periódicos. ¿Respetarán esos aumentos los índices de inflación? Los voceros informales del gobierno sugieren que no, porque -dicen- “las jubilaciones son un componente central del gasto público que hay que bajar”. Pero, entonces, ¿serán los jubilados y no “la casta” los que pagarán el ajuste?
 

SINDICATOS Y CLASE MEDIA
Contradiciendo sus propios deseos, los sindicatos empiezan temprano a dar muestras de inquietud. Conviene entender que los trabajadores sindicalizados constituyen un fragmento de las clases medias. A diferencia de las tradicionales clases medias “liberales” -desde profesionales a pequeños y medianos empresarios-, los gremios constituyen una clase media potenciada por la organización.
Después de que se conocieron los primeros anuncios del ministro de Economía, la CGT se reunió para analizarlas. "Generarán una fuerte aceleración del proceso inflacionario que dinamitará el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores -estimaron-. De acuerdo a lo pronosticado por las propias autoridades económicas del actual Gobierno las medidas anunciadas ubicarán el índice inflacionario mensual entre un 20 y un 30% al menos por el próximo cuatrimestre situación que, de no ser acompañada por una política de ingresos ejercida a través del libre ejercicio de las negociaciones paritarias y de políticas activas compensatorias, pondrá a millones de argentinos y argentinas en una situación socioeconómica desesperante".
Tras esa conclusión, los líderes cegetistas abrieron una puerta a las negociaciones y al diálogo: "Sigue siendo nuestra vocación contribuir a la gobernabilidad”, y sin embargo agregaron: "No nos vamos a quedar de brazos cruzados".
Precisamente en relación con el sector sindical Carlos Melconián había censurado que los anuncios de Caputo no dieran señales claras y consideró que el Gobierno debería hacer un anuncio en materia salarial para compensar los aumentos de precios que se viene en los próximos meses. "Si no tenés vergüenza en ir para atrás con la dolarización y con la motosierra, no tenés que tener vergüenza de ir con heterodoxia salarial", remarcó.
En materia de desorden, un campo en el que las decisiones de Economía se destacaron fue el del aumento de las retenciones a las exportaciones agrarias. La medida fue adoptada sin consultar (ni siquiera informar previamente) a la secretaría de Bioeconomía que, naturalmente, no pudo dar respuesta a las encrespadas demandas de las organizaciones del sector pues se encontraba tan sorprendida como ellas. El compromiso de Milei había sido eliminar las retenciones. Caputo admite que son odiosas y que más adelante serán dejadas de lado, pero por el momento se incrementan. A riesgo, hay que subrayarlo, de erosionar el respaldo de un sector estratégico.

LIDERAZGO Y RECAUDACION
Al asumir la presidencia, el último domingo, Javier Milei confirmó su decisión de no hablar ante la Asamblea Legislativa, sino ante la multitud que decidió acompañarlo desde la Plaza de los Dos Congresos. Se alzaron voces críticas ante ese gesto, al que se adjudicó una ruptura con tradiciones ceremoniales y hasta preferencia íntima por las formas plebiscitarias, antes que por la democracia representativa.
Conviene observar los acontecimientos más que prejuzgar intenciones: sucede que Milei está forzado a reconstruir la autoridad de la figura presidencial, que durante la gestión de Alberto Fernández se fue vaciando de envergadura hasta virtualmente desvanecerse.
Si la mayoría de los analistas coincide en que una de las claves a las que el flamante presidente debe prestar atención es la gobernabilidad, hay que admitir que en un país de fuerte impronta presidencialista, el refuerzo de la autoridad del primer mandatario es un factor esencial.
Lo que Milei ha ido dejando claro a partir de la etapa previa a su asunción formal como primer mandatario es que, sostenido en el apoyo de la opinión pública y en una votación excepcional, está dispuesto a ejercer liderazgo y a obrar con una amplitud y un pragmatismo que no se le reconocían a priori. Ha demostrado esos rasgos con las designaciones que fue produciendo, que parecen alejadas de un desprecio a la política y, sobre todo, a la idea de enclaustrarse en una facción de derecha o dar por muerto al peronismo, como le proponía Mauricio Macri a partir del llamado “Pacto de Acassuso”.
También lo ha puesto de manifiesto con el apartamiento de algunos antiguos colaboradores o la pérdida de poder relativo de figuras que crecieron pegadas a él, así como con el archivo -temporario o definitivo, se verá- de consignas que le fueron útiles durante la campaña electoral. Cada día tiene su afán.
Pero el liderazgo debería asentarse en fuerzas orgánicas, no sólo en una opinión pública que se define por la volubilidad.
Milei le había otorgado a Guillermo Francos amplios poderes para negociar respaldos que contribuyan a la gobernabilidad, habida cuenta de la pequeña fuerza parlamentaria con que cuenta La Libertad Avanza (para colmo, surcada por pleitos internos) y de la nula representación en el elenco de gobernadores, así como en las organizaciones con presencia en las calles (gremios y organizaciones sociales).
A partir de la asunción presidencial, Milei le quitó a Francos un poderoso instrumento de negociación con los gobernadores: lo dejó sin la caja. El decreto de necesidad y urgencia que reestructuró los ministerios otorgó a la cartera de Economía las competencias de "intervenir en la instrumentación y seguimiento de políticas fiscales, económicas y financieras entre el Gobierno Nacional y los Gobiernos Provinciales".
Milei le dio a Caputo una herramienta destinada a reconsiderar la anulación del impuesto a las ganancias a la cuarta categoría con el respaldo de las provincias, que venían reclamando a las autoridades nacionales una compensación por la caída de ingresos determinada por la eliminación de ese gravamen coparticipable. Con ese cambio de competencias, Milei privilegió la recaudación sobre la gobernabilidad.
Francos tendrá que cumplir su tarea “zapateando en patas”. De todas formas, a él se le sigue apuntando -desde los sectores más duros de las fuerzas que esperan de Milei cambios muy drásticos- como una figura poco confiable, demasiado dúctil ante “los orcos”.
Por el momento, Milei es inmune a las críticas. Por su parte, Caputo y Francos parecen encarnar, bajo el presidente, funciones de pararrayos con la clásica dupla policía bueno-policía malo. Todo depende de quién juzgue y, llegado el momento, de cuáles sean los resultados.