Libertad y orden
Sin orden y sin libertad no funciona la sociedad. El orden necesita de la libertad para que no aparezca la dictadura, y la libertad se apoya en el orden para evitar el caos social. El orden global requiere ambas cosas en la organización jurídica, social y económica del Estado.
En la nota nos referiremos al orden económico debido a las necesidades de un cambio fundamental que necesita el país. Argentina requiere de libertad económica para que los empresarios puedan sentirse seguros de poder planificar libremente sus actividades sin ser agobiados por reglamentos e imposiciones del Estado.
Lo hemos probado por la insistencia de quienes nos han gobernado en aplicar teorías falsas. Por ejemplo, la keynesiana del “pleno empleo”. La influencia de Keynes ha estimulado grandes males: la doctrina del pleno empleo abrió las compuertas de la inflación y del paro general, dos diablos que han incendiado tantas veces al país.
La inflación que estas políticas provocan nos llevaron a más desempleo, estancamiento y paros. Los gobiernos una vez que agotaban las posibilidades de impuestos y empréstitos recurrieron a la trampa de la emisión monetaria. Por creer en una falsa teoría los resultados acarrearon repercusiones ineficaces como el déficit presupuestario.
Garantizar la política de pleno empleo a través de las políticas keynesianas y tejemanejes fiscales y crediticios, sin importar que conduzca a la inflación, es útil para los fines electorales de una oposición demagógica.
También los planteos nacionalistas de mantener las empresas estatizadas, cerrando oportunidades al capital extranjero; intervenir en la economía pretendiendo controlarla evitando el funcionamiento correcto del mercado; hacer demagogia con la idea de justicia social sin permitir que se genere la riqueza necesaria y engañando en periodos electorales sabiendo de antemano que no podrán cumplir con las promesas, son actitudes contrarias a todo orden económico basado en la libertad.
Todas ellas conducen a generar inflación y desempleo, va contra la estrategia actual de no ir contra las leyes del mercado, tender lo más posible a la liberación de los intercambios y a incentivar las iniciativas privadas.
IDEONEIDAD
Por lo general los gobernantes no están preparados en materia económica. Argentina necesita gente idónea en lo que hace al ordenamiento económico. Javier Milei lo es, no es fácil que le vendan gato por liebre, sabe bien que las leyes económicas valen tanto como las leyes físicas, que no se deben violar proponiendo soluciones fáciles y demagógicas.
Es por eso que pide esfuerzo para no volver a lo de siempre: improvisaciones y arbitrariedades. Sabe que cuando los gobernantes violan esas leyes fracasan, cargan sobre la espalda de la gente las consecuencias de sus equivocaciones.
Además, hoy es fácil ver si no se sufre de ceguera ideológica. Por comparación de países pueden apreciarse los espectaculares logros del sistema capitalista en crear riqueza donde antes no existía, y sin sacársela a los que la poseen para dársela a otros.
También es posible ver el resultado de experiencias socialistas en países como Albania, Cuba y muchos otros, donde se marchó a paso redoblado al medioevo.
Si el Gobierno ha cometido errores, como señalan algunos economistas, no son difíciles de enmendar. Por ejemplo: para evitar el déficit se han postergado obras de infraestructura necesarias para mejorar el libre comercio, se tendría que inspirar confianza y mejorar la gobernabilidad para que se puedan hacer mediante capital privado.
No deberían frenarse porque el Estado no tiene recursos: incentivar mucho más al capital privado es una necesidad perentoria ya que son muchas las que son imprescindibles para el crecimiento económico del país.
Así, reduciría la brecha entre ingresos y egresos sin que el gobierno tuviera que ocuparse ni gastar. No se malgastarían los recursos estatales en inversiones que no hayan demostrado promover el interés social y, por el contrario, como ha pasado en los gobiernos anteriores, favorezcan el interés particular, burocrático o político, de funcionarios y gobernantes.
Los Kirchner han negado el derecho al bienestar a través de trabas arbitrarias a la actividad económica como trámites engorrosos para realizar nuevas inversiones, impedir importar insumos y maquinarias, y modificar precios.
Todos resultamos damnificados por el déficit presupuestario. Se generó pobreza con la irracionalidad en los gastos y la inversión estatal. Una democracia fortalecida terminaría con aquellos burócratas, políticos y hombres de negocios que se aprovechan y viven del favoritismo estatal.
PROGRESO
El progreso requiere un país donde se pueda producir, competir y progresar en un mercado abierto para todos, sin leyes y políticas que protegen a unos dejando a la buena de Dios a los otros.
El temor ante un año electoral es que la gente se deje llevar por los discursos en contra del orden económico liberal y acepten como cierta las difamaciones al mismo. El presidente Milei no está dispuesto a seguir deseos imposibles de satisfacer aunque sean apoyados por la mayoría porque, como economista, sabe que fracasaría el cambio que quiere realizar para el bien de los argentinos.
Aunque se le opongan empresarios ligados a los gobiernos por años, las fuerzas laborales, diputados y senadores, gobernadores y algunos economistas, Milei no quiere llevar al país a otra catástrofe, por eso asegura que lo sacaran con las piernas para adelante.
Está dispuesto a luchar por un país mejor cueste lo que cueste. Habrá que ver qué piensa la gente al respecto: ¿se decidirá, esta vez, por lo razonable o elegirá una vez más los cantos de sirena del populismo? Ésta es la cuestión.
No le será cómodo al presidente, una vez logrado comprimir los gastos del Estado y la inflación, continuar reduciendo el número de empleados públicos y transferir al sector privado grandes inversiones que hoy están a cargo del Estado. Se precisa que las empresas acostumbradas a no competir se transformen, es indispensable para que el Gobierno no esté obligado a emitir dando un nuevo impulso a la inflación.
Habrá que tomar medidas definitivas, y solo no puede. Convendrá contar con el apoyo de todos los que se han dado cuenta de que la política del gobierno anterior no va más. Para ello hay que mejorar el trato.
El Gobierno pretende expandir las posibilidades de una verdadera economía capitalista para facilitar el saneamiento económico y para asegurar dicho progreso en forma permanente. Hacia ello quiere dirigirse. Veremos qué dice la gente en las urnas y si obtiene la ayuda de fuerzas afines para lograrlo.
Desde hace décadas las leyes fueron hechas para quienes iban a aplicarla sirviéndose de sus efectos en beneficio propio. Es imperioso mostrar la necesidad de restablecer el espíritu y la letra de la Constitución liberal de 1853 violada desde hace tantos años, así comenzó la penosa decadencia que nos ha llevado siempre a similares encrucijadas.
Si no somos libres para hacer lo máximo que podamos, si no queda en nuestras manos buscar el propio destino, esa tarea no va a ser realizada por nadie más, menos por el Estado.
Quienes defienden la economía de mercado no solo es por el mejoramiento material que provoca sino también, y principalmente, porque promueve una sociedad democrática donde es posible la libertad de cada uno para elegir no solo sus actividades comerciales sino también elecciones morales dirigidas a mejorar el bienestar general, no solamente de amigos o familiares.
Milei, si bien ha ganado importantes batallas con el esfuerzo por cambiar el sistema económico estatista, dirigista e intervencionista, para revitalizar la economía, requiere medidas radicales. Ello, seguramente, aumentará la agresividad de la oposición amarrada a la vieja política, por ahora tendrá pocas recompensas hasta que empiecen a verse mejores resultados.
Tendrá que buscar la manera de presionar para que acepten en el Congreso su programa de reformas y conseguir que la sociedad siga aceptando sus iniciativas, convencerla para que vote por el reemplazo de aquellos que aun tienen poder como para regresar a la política anterior.
El destino final de la reformas dependerá de la flexibilidad y agilidad política para contrarrestar las iniciativas opositoras y para evitar estar siempre a la defensiva. Tiene un gran desafío político por delante: ha puesto en marcha un verdadero terremoto político manejando, casi en soledad, todos los resortes de un cambio estructural en una sociedad y una cultura que se ha resistido obstinadamente a este tipo de cambio.
Se enfrenta a instituciones y fuerzas poderosas, ha puesto en marcha una enorme batalla de poder con las fuerzas políticas que quieren regresar al statu quo anterior. El destino final de su visión de reformas dependerá de cuan exitoso es en presionar, en los próximos años de gobierno, por su implementación, en vistas de los contratiempos económicos, oposición burocrática, y lo peor, apatía por parte de un vasto sector de la población.
* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).