Siete días de política

Ley Bases: una batalla ganada en pleno territorio enemigo

A pesar de las dudas previas, el presidente logró un éxito clave en Diputados, porque demostró que está en minoría, pero no aislado políticamente. La interna peronista empieza a moverse.

La gestión de Javier Milei recorre un camino de cornisa cuyo panorama cambia semana a semana. Hace siete días en este espacio se señaló que el presidente había pasado en 48 horas de usar la cadena nacional para regodearse por la baja inflacionaria a ver por TV una masiva marcha en su contra por el presupuesto universitario. También se dijo entonces que después de ese partido y de esa revancha vendría el bueno en el Congreso por la aprobación de las leyes de “bases” y de reforma tributaria.

Contra todos los anticipos de los medios que sembraron incertidumbre, Milei logró que la Cámara de Diputados sancionara en general y particular ambas iniciativas. La de Bases con una diferencia de 36 votos sobre una oposición tan impotente como falta de renovación. En la votación en particular consiguió que fueran aprobados los once títulos del dictamen de mayoría. Ahora le falta superar la valla del Senado donde las profecías son tan ominosas como antes, pero también donde el éxito parece al alcance de la mano.

Un triunfo completo cambiaría varias expectativas. En primer lugar las que pesan sobre la problemática gobernabilidad alimentando el escepticismo tanto entre los operadores económicos locales como internacionales.

Hay opositores que en su afán por correrle el arco le exigen ahora al presidente que atraiga inversiones y reactive rápidamente la economía. Son los mismos que se burlaban de la “lluvia de inversiones” prometida por Mauricio Macri. Esas demandas ignoran la sentencia de Tulio Alperín Donghi de que “enterrar inversiones en la Argentina es entregar rehenes al destino”. Eso difícilmente cambie por un buen tiempo.

También era indispensable la sanción de los proyectos en Diputados para el FMI que antes de aprobar cualquier entrega de fondos frescos ha exigido a Milei y a Luis Caputo ampliar la “base política” del ajuste para drle sostenibilidad.

Con los medios y el resto de las corporaciones en contra, Milei demostró que no está aislado y que cuando decide abandonar el papel de sagrado energúmeno que tantos votos le arrimó, puede transformarse en un político negociador. Sus principios estarán escritos en piedra o serán bíblicos, pero su manejo del poder también se guía por Groucho Marx. A lo que se añade que en materia económica tiene la ventaja, rarísima en la política local, de ser previsible: hace en un notable porcentaje de casos lo que promete.

La primera versión de la Ley de Bases había sido aprobada en general pero en particular se evaporó al llegar a los fondos fiduciarios. Bastó que la Casa Rosada cambiara la sintonía y decidiera repartir esa caja supermillonaria con los gobernadores para que la votación fluyese. En ese y en otros puntos. No se trata de la “muñeca” de Guillermo Francos ni de los jefes parlamentarios, sino de una simple repartija, puesto en palabras de Martín Fierro.

Un caso paradigmático de la votación en Diputados fue el del capítulo sobre el régimen de grandes inversiones, GIRI. El kirchnerismo sufrió la fuga de seis votos, tres de San Juan y tres de Catamarca. Los seis apoyaron el proyecto de Milei por su impacto sobre las inversiones mineras.

De paso demostraron que la mano de hierro con que Cristina Kirchner imponía en otros tiempos disciplina ya no es tan temida. Más aún, Máximo, presunto heredero de su liderazgo, ni siquiera abrió la boca durante el debate.

El hijo de la ex presidenta está en el centro de la incipiente lucha por la conducción de las diversas tribus peronista. Una lucha que comenzó a exteriorizarse en las últimas semanas con declaraciones cruzadas entre el “kicillofismo” y la Cámpora.

Dio el puntapié inicial el vocero del gobernador bonaerense, Andrés Larroque, arremetiendo contra la conducción de Máximo Kirchner, siguió con un acto en Quilmes armado por la Cámpora en el que a Axel Kicillof no se le permitió subir al palco y tuvo un nuevo capítulo con un acto en el que el gobernador bonaerense se unió al Movimiento Evita para cuestionar a la ex presidenta que lo había llamado a la unidad. Es decir, le había ordenado que dejara de critica a Máximo.

El panorama en la UCR no es menos conflictivo. Hay una división entre los gobernadores y dirigentes como Lousteau y Manes cada vez más manifiesta. En la votación de Diputados hubo cuatro abstenciones de radicales que no se animaron a votar junto al kirchnerismo pero no saben dónde ponerse. Su problema no es ideológico, sino electoral: Milei les arrebató el grueso de sus votantes. Es por lo tanto una incógnita cómo votará, por ejemplo, Martín Lousteau en el Senado dentro de dos semanas.

Pero el gobierno no detiene su marcha; continua por el camino de cornisa y se acerca a otra curva peligrosa. Sigue controlando la economía, pero si desbarranca políticamente su futuro se volverá incierto.