Latines en nuestro fútbol

En la noche del sábado 29 de abril de 2023, en mi carácter de consecuente hincha de la Akadé de Avellané, me repantigué frente al televisor y asistí, con el corazón contrahecho, a nuestra derrota por 3 a 1 frente a un equipo que prefiero no mencionar y cuya camiseta lleva, con otro diseño, los mismos colores de la bandera de un próspero país escandinavo.
¿CONTRA LAS CADENAS…? HMMM...
Las lágrimas que arrasaron mis ojos no me impidieron, sin embargo, sorprenderme por el apellido que portaba cierto futbolista –para la ocasión, rival y verdugo– de nacionalidad peruana: Luis Advíncula.
De mis recurrentes visitas a los maravillosos Carmina Burana, de Carl Orff, me había quedado la certeza de haber oído la esdrújula palabra latina vincula unas cuantas veces. En efecto, tiene dos menciones: la primera, dentro de In Taberna (Estuans interius); la segunda, en Cour d’Amours (Circa mea pectora).
Me limito a reproducir sólo la parte pertinente de Estuans interius: “Non me tenent vincula, non me tenet clavis”. Estos latines, traducidos al español, significan algo así como: “No me sujetan cadenas, no me sujeta una llave”.
Procuremos descomponer el vocablo Advíncula en: ad (preposición de acusativo que, en su sentido bélico, significa “contra”) y vincula (sustantivo plural en caso acusativo que significa “cadenas”). Por lo tanto, este habilidoso deportista exhibe en su apellido una suerte de manifiesto en favor de la libertad: “Contra las cadenas”.
Cabe, empero, otra posibilidad (menos imaginativa). La de que el apellido aluda a las cadenas que sufrió san Pedro cuando fue encarcelado en Jerusalén, cadenas que, como reliquias, alberga en Roma la basílica de San Pietro in Vincoli, también conocida como San Pietro ad Vincula, es decir “San Pedro en cadenas”.
Aquella opción, “Contra las cadenas”, suena más poética, pero la advocación al santo encadenado me parece mucho más verosímil.
DOS LUCES Y LOS MAS SANTOS DE LOS SANTOS
a) Lux. Dos futbolistas hermanos de luminoso apellido latino se desempeñaron según este detalle: entre 1997 y 2002 jugó 112 partidos en Racing el mediocampista Javier Alejandro Lux; asimismo, Germán Darío fue arquero, entre 2001 y 2006 (65 partidos), en el cuadro identificable por una banda roja en diagonal sobre fondo blanco.
b) Santoro. El apellido italiano Santoro no remite a un “toro santo” sino que “es la derivación en apellido de un originario nombre medieval Santòro extraído de la denominación latina Dies festus o Ecclesia sanctorum omnium, es decir ‘Fiesta o Comunión de todos los santos’”. (1)
Jugadores de apellido Santoro hubo, que yo sepa, cinco en el fútbol argentino. Sólo citaré el par más notable: 1) Francisco Ángel Santoro actuó como arquero de la escuadra verdolaga de Caballito entre 1930 y 1932. Según cuenta la leyenda, le obsequió la gorra laboral a su hijo (ulterior colega), a quien me referiré después de escribir el número 2 seguido de un paréntesis de cierre.
2) Miguel Ángel Santoro, llamado Pepé, fue un excelentísimo guardavallas, entre 1962 y 1974, con la sola mácula de haber defendido, durante esos trece años, el arco del Innombrable de Avellaneda.
CASI MITOLOGICO
Para cerrar este listado de futbolistas con apellidos latinos (o, al menos, latinoides), traeré a la palestra a uno que, en este año 2023, parecería pertenecer a un pasado remotísimo, pero que, no obstante, continúa presente en nuestra galería de maestros de todas las épocas. Por ende, practico varios pasos al costado y cedo la exposición a gente más erudita que yo:
El Marqués. Una gran figura del amateurismo, que integró una zaga de lujo, en Racing y en la Selección, con José Della Torre. De gran presencia física y categoría para jugar la pelota (de ahí su apodo), integró el equipo subcampeón del mundo en 1930, cuando Argentina perdió la final con Uruguay en Montevideo. (2)
Aunque fundido en una sola palabra, el apellido latino del Marqués consiste en un sustantivo (pater) y un adjetivo (noster), es decir “Padre nuestro”, la oración más habitual y rezada en el cristianismo.
Fernando Paternoster nació en Pehuajó el 24 de mayo de 1903 y falleció en Buenos Aires el 6 de junio de 1967. Entre 1921 y 1926 vistió la camiseta azul y amarilla del Bohemio de la calle Humboldt, y, desde 1927 hasta 1932, la albiceleste del Racing Club. Tras un paréntesis, tuvo un paso fugaz, en 1936, por el Bicho de La Paternal.
Superfluo será consignar mi justificada simpatía por este caballero que, además de jugar en el cuadro de mis amores, posee, como nombre de pila, uno de los más bellos que encontrarse pueden en las lenguas española, portuguesa e italiana.
 

1. Dato obtenido en el Dizionario dei cognomi italiani, de Emidio De Felice (Milán, Arnoldo Mondadori Editore, 1978): “è la cognominizzazione di un originario nome medioevale Santòro tratto dalla denominazione latina Dies festus o Ecclesia sanctorum omnium, cioè ‘Festa o Comunione di tutti i santi’”.
2. Olé. Diccionario enciclopédico del fútbol, s/f
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