Las dictaduras que prohijó “el gran humanista” Jimmy Carter

La prensa mundial se deshace en loas al recientemente fallecido Jimmy Carter como defensor de los derechos humanos y enemigo de las dictaduras. Y nadie aparentemente recuerda que fue él quien alentó la instalación de la tiranía sandinista de Nicaragua, que aún hoy –con breves interregnos- sigue sojuzgando y destrozando a ese pueblo.

En el año 1979 tuve la oportunidad de cubrir la guerra civil en Nicaragua, enviado por el programa “Mónica Presenta” de Canal 13. Allí fui testigo de cómo Carter traicionaba al viejo aliado de los EEUU, Anastasio “Tachito” Somoza, y facilitaba el acceso al poder de la variante sandinista del comunismo.

A la semana de tomar posesión del cargo, Carter le cortó toda asistencia militar a Nicaragua, asediada por la guerrilla procastrista.

Su nuevo representante diplomático en Managua inmediatamente entró en íntima alianza con los sandinistas. La Casa Blanca y el Departamento de Estado constantemente ignoraron las claras pruebas de que el movimiento sandinista era apoyado por Cuba, con hombres, armas y equipamiento.
Bajo el disfraz de la Comisión de Derechos Humanos, Carter le brindó apoyo público al sandinismo, al tiempo que atacaba al gobierno de Nicaragua.

A través de su influencia dominante en la OEA, el presidente estadounidense ejerció una enorme presión sobre las naciones-miembros para que condenen al régimen nicaragüense.

El representante de Carter en el FMI bloqueó dos veces los créditos que el país necesitaba desesperadamente.

El presidente estadounidense también presionó a las compañías navieras para que boicoteen a Nicaragua, a fin de impedir que pudiera exportar su café y así conseguir divisas. Asimismo, bajo órdenes de la Casa Blanca, el Departamento de Agricultura instruyó a sus inspectores que cierren la importación de carne nicaraguense a los Estados Unidos.

PRESIONES

Cuando Nicaragua consiguió financiamiento de otras naciones para la creación de una represa hidroeléctrica, Carter presionó a esos gobiernos para que den marcha atrás con los acuerdos.

Y la embajada norteamericana en Managua “aconsejó” a los empresarios nicaragüenses que transfieran sus dólares a los Estados Unidos, para así evitar que esas divisas puedan ser usadas para adquirir armas y municiones.

Debido a la presión de la administración estadounidense, un buque israelí cargado de armas y municiones con destino a Nicaragua fue obligado a retornar a Israel. Carter bloqueó todos los mercados en los cuales se hubiera podido comprar armas y municiones para la Guardia Nacional. En el momento de su renuncia, Somoza aún disponía de 16 mil efectivos… que no entraron en combate, porque carecían de munición.

El gobierno de Nicaragua informó repetidas veces a la Casa Blanca, al Departamento de Estado y a la OEA que había bases de guerrilleros sandinistas en Costa Rica, pero la advertencia cayó en saco roto.

A pesar de las promesas de Carter de que no serían perseguidos los funcionarios del régimen, después de la renuncia de Somoza miles de ellos fueron asesinados por los sandinistas. Tampoco cumplió Carter su promesa de asilo político a Somoza, si este renunciaba. El presidente nicaraguense se vió forzado a refugiarse en el Paraguay, donde al año siguiente fue asesinado por un comando montonero.

Jimmy Carter podía haber tenido una Nicaragua sin los Somoza y sin los marxistas, pero optó por entregar la nación centroamericana a estos últimos.

Nicaragua fue invadida por fuerzas internacionales, brigadas marxistas de varios países, incluso de la Argentina, pero ni la Casa Blanca, ni el Departamento de Estado, ni la OEA hicieron nada. De esta manera, por otra parte, Carter proveyó a la Unión Soviética de dos puertos marítimos en Nicaragua, sobre el Atlántico y el Pacífico.

EL SHA DE IRAN

No fue la única dictadura que prohijó Carter. También traicionó a otro aliado, al Sha de Irán, heredero de una dinastía milenaria, quien fue reemplazado por un furioso enemigo de los EEUU, el ayatola Jomeini. Lo dijo el propio Sha: “nunca debí haber escuchado a Jimmy Carter”. En Irán, Carter uso el mismo sonsonete que en Nicaragua: “los derechos humanos”. Como dijera un diplomático iraní en Washington: “El presidente Carter traicionó al Sha y ayudó a crear un vacío que muy pronto llenaron los agentes de la Unión Soviética y los fanáticos religiosos que odian a los Estados Unidos”.

“Carter está entregando varios pueblos por año al comunismo”, se alarmaba en 1979 Alexandr Solzhenitsyn, Premio Nobel de Literatura ruso.

Los derechos humanos de esos pueblos tenían sin cuidado al “gran humanista” recientemente fallecido. Un adepto más de la doble vara progresista.